viernes, 19 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por robo de Hostias consagradas para utilizarlas en cultos satánicos 150719



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo de Hostias consagradas para ser luego utilizadas en rituales satánicos. La noticia referente a este lamentable suceso se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         El alma que está en gracia es inmensamente feliz, al verse querida y amada por un Dios de tan infinita majestad[1]. Al verse amada por Dios, el alma no puede experimentar dicha más grande, ya que este Amor de Dios es de naturaleza celestial, divina, sobrenatural, y en cuanto tal, es un Amor insuperable, inseparable, insociable –la ama como si fuera la única en toda la tierra- y sobre todo, insaciable –tiene sed del amor del alma-. Por esta razón, la gracia es algo que es más valioso que la propia vida.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Cuando se pierde la gracia, no hay mayor calamidad que esta, puesto que se pierde conjuntamente el inmenso Amor de Dios y no hay nada de lo creado que pueda compensar o superar esta pérdida. Con razón afirman los santos que perder la gracia, es decir, estar el alma en pecado, es la mayor desgracia que puede sucederle a un alma en esta tierra, en comparación con la cual las mayores catástrofes naturales son nada, porque por estas no se pierde el Amor de Dios, en cambio, si se pierde la gracia, se pierde el Amor de Dios y con él, se pierde todo.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         Afirma un autor que entre las características del Amor de Dios está el hecho de ser éste inseparable, porque no se puede olvidar ni apartar del alma santa; también es singularísimo con el justo, porque no ama otra cosa con verdadera amistad que no sea al alma del justo; el hombre, por el contrario, por amar a cualquier otra cosa, no quiere amar a su Dios y ama a cualquier creatura antes que a Dios.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Otra característica del Amor de Dios es que es insaciable, en el sentido de que no se cansa de hacernos el bien, en tanto que en su comparación, el hombre se muestra fatigado y cansado aun cuando hace algo mínimo por el Amor de Dios. Por esta razón, debemos siempre pedir la gracia de no solo no desairar nunca a Dios con nuestro escaso amor, sino de corresponderle con un amor sincero, fiel, devoto y puro, pero para ello no hay otro camino que confiar nuestro amor a Dios en el Inmaculado Corazón de María. Sólo si depositamos nuestro amor en el Corazón de María Santísima, nuestro amor a Dios será presentado ante Él como si fuera el de María y solo así podremos corresponder al Amor infinito que Dios demuestra por todos y cada uno de nosotros.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         Para corresponder al Amor de Dios, que nos amó primero, y desconfiando de nuestro amor propio, que es escaso y débil, fijemos en Dios nuestro entendimiento, de manera que no queramos entender otra cosa que no sea Dios; fijemos también el querer, el desear, la memoria, el alma, el corazón, y todos nuestros sentidos en Dios, de manera que nada deseemos ni poseamos que no sea Dios y su Amor, para que en nuestros corazones no haya otra cosa que Dios y su Amor. Y si nos sentimos faltos de amor para dar a Dios, entonces acudamos a Nuestra Señora de la Eucaristía, para que Ella nos alimente con el Amor mismo de Dios, el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

          Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 202.

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