
Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y
el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por el incendio
del altar de la iglesia Nuestra Señora de Buenos Aires, ocurrido en Argentina
en Abril de 2019. La información relativa a tan lamentable episodio se
encuentra en el siguiente enlace:
El
vídeo del momento en que el profano incendia el altar:
Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer misterio
(misterios a elección).
Meditación.
Entre
los seres humanos, cuando una persona que ocupa un alto cargo dignatario y de
poder acude a visitar a personas de más baja condición social, como por
ejemplo, un rey o un presidente deciden acudir a una comarca para hacer una
visita a ese lugar, todos se preparan y se engalanan con sus mejores prendas,
además de disponer el lugar de la mejor manera posible, acondicionándolo con
una limpieza, orden y belleza fuera de lo ordinario. Además, todos se
consideran honrados por la presencia de su rey o su presidente, quienes se
dignan dejar sus lugares de honor y poder, para ir a visitarlos. Algo similar,
pero en un plano espiritual y con una distancia infinita entre el Rey y sus
súbditos, ocurre cada vez que Cristo Rey se digna descender a un alma,
visitándola en su más íntimo ser, por medio de la Eucaristía. Los santos
comprendían la grandeza de tal visita, al punto de conmoverse y estremecerse de
alegría en todo su ser, antes de comulgar. San Gerardo Mayela, estando enfermo,
pidió y recibió el Viático con piedad angélica[1].
Habiendo escuchado la campanilla que anunciaba la llegada del Rey de los reyes
a su corazón por la comunión eucarística, exclamó: “He aquí que está viniendo a
encontrarme mi Señor… ¡Cuánta dignación y delicadeza me reserva!”.
Silencio para meditar.
Un Padre Nuestro, diez Ave Marías, un Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Aunque los santos se alimentaban como el común de las
gentes, sin embargo, consideraban a Jesús Eucaristía como a su alimento del
alma, sin el cual el otro alimento, el del cuerpo, no tenía sentido ni razón de
ser. Esto, durante toda su vida y mucho más, antes de morir. El Santo Cura de
Ars, estando ya moribundo, al sentir el toque de la campanilla que anunciaba la
llegada del Santo Viático, conmovido hasta las lágrimas, dijo: “¿Cómo
contenerse de llorar cuando Jesús viene a nosotros por última vez con tanto
amor?”[2]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que Jesús
Eucaristía sea nuestro Amor hecho alimento y que así, como Amor hecho alimento,
me convierta yo todo en Él y sea yo todo Suyo!
Silencio para meditar.
Un Padre Nuestro, diez Ave Marías, un Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Cuando
dos personas se aman, además de declararse el amor mutuamente, expresan y
desean estar todo el tiempo que les sea posible, juntos. Jesús nos ama con un
Amor infinito, eterno, celestial, inimaginable para nosotros y se ha quedado en
la Eucaristía, en el sagrario, para comunicarnos su Amor y para que nosotros
recibamos ese Amor en nuestras almas. Jesús, Pan de Vida eterna, se ha quedado
en el sagrario no porque tenga necesidad de nosotros, sino porque nos ama y
porque quiere que, cuando descubramos su Amor, tengamos un lugar adonde
recurrir para decirle que también nosotros lo amamos.
Silencio
para meditar.
Un Padre Nuestro, diez Ave Marías, un Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
En la
Eucaristía, Jesús es el alimento del alma, es el Maná bajado del cielo, que
alimenta el espíritu con la Vida y el Amor divinos. Es esto lo que Él quiere
significar cuando dice: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera
bebida” (Jn 6, 55). Quien se alimenta
de la Carne del Cordero de Dios y quien bebe de su Sangre, se alimenta con la
substancia misma de Dios Uno y Trino y de Él recibe su fuerza, su vida, su
fortaleza y, sobre todo, su Amor. Lamentablemente, muchos, en la tierra,
atraídos por los falsos atractivos del mundo, dejan de lado este divino
alimento, para alimentar sus almas con alimentos mundanos que sólo dejan sus
almas más y más vacías del verdadero Amor, el Amor de Dios. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que
siempre deseemos alimentarnos del Amor de Dios, contenido en el Sagrado Corazón
Eucarístico de Jesús!
Silencio
para meditar.
Un Padre Nuestro, diez Ave Marías, un Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
La
Eucaristía es el “Pan de Vida” (Jn 6,
35); es el “Pan bajado del cielo” (Jn
6, 58) que nutre, conserva, renueva e incrementa las fuerzas del alma. Si una
persona se alimenta exclusivamente con alimentos terrenos, solo alimentará su
cuerpo, pero no su alma. Su cuerpo podrá ser robusto e incluso no sufrir
ninguna enfermedad, pero si descuida su alma y no la nutre con el Maná bajado
del cielo, la Eucaristía, su alma se verá desnutrida hasta el punto de desfallecer
de hambre de Dios. La Eucaristía satisface el hambre del Amor de Dios que toda
alma tiene y quien se alimenta con la Eucaristía, tiene su alma colmada con
este Amor. San Pedro Julián Eymard decía: “La Comunión es tan necesaria para
nosotros para mantener nuestra vida cristiana como necesaria es a los Ángeles
la visión de Dios para mantener su vida gloriosa”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que aumente en nosotros, cada vez
más, el hambre y el deseo de alimentarnos con el Pan de Vida eterna, Jesús
Eucaristía!
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y
te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te
aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
[1]
Cfr. Stefano Maria Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de
Autores Escogidos, Madrid 2006, 80.
No hay comentarios:
Publicar un comentario