sábado, 29 de febrero de 2020

Hora Santa en reparación por profanación de la Santa Misa y agresión a un sacerdote en EE. UU. 260220



         Inicio: Ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado como doble reparación por una doble profanación cometida en un mismo acto: la agresión a un sacerdote y la interrupción de la Santa Misa. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

         Un hecho que nos hace valorar la gracia es que no sólo da valor a las obras realizadas en gracia, para alcanzar la vida eterna, sino que también les da virtud para satisfacer por las penas que por nuestros pecados merecemos, lo cual no tienen las obras de los que carecen de la gracia. En otras palabras, la gracia hace que las obras buenas satisfagan por las penas de los pecados[1]. Por los pecados que cometemos, somos dignos de penas y tormentos, en castigo por habernos apartado de Dios y haberle dado las espaldas, al tiempo que poníamos en las creaturas nuestro corazón. Es por esto que, aunque se nos haya perdonado la culpa, no se suele perdonar toda la pena que por la culpa merecíamos, por la cual hemos de satisfacer en esta vida y si no, Dios tomará de ella satisfacción en el Purgatorio, si uno se salva, o la castigará en el Infierno, si uno se condena.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Si dos hombres se hacen enemigos por el agravio de uno al otro, provocándole daño e injusticia, si después se hacen amigos, no por eso se quita que el agraviador, aun después de reconciliado, quede con la obligación de satisfacer el daño que hizo, porque el agraviado puede perdonarle la ofensa, pero lo mismo queda la deuda del daño que causó[2]. De la misma manera ocurre entre nosotros y Dios: aunque a uno se le perdona la ofensa que hizo a Dios, no por eso se perdona toda la pena que de allí se originó y por lo tanto debe pagar. Y esto se paga con obras de misericordia, con penitencia, con ayunos, con paciencia en las enfermedades, dolores y tribulaciones que Dios le envía.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Quien carece de gracia, se puede decir que es desdichado y malaventurado, porque cuanto hace y padece no satisface por la pena de sus pecados; no sólo por la que debe por los que actualmente tiene que confesar, sino también por la pena que quedó a deber por cuentas antiguas, esto es, de los pecados pasados que ya había confesado y se le habían perdonado. Si alguien que carece de gracia padeciese cuanto padecieron los mártires e incluso el mismo Cristo, no pagaría con todo por la pena más mínima, aun de los pecados ya perdonados. De suerte que cuanto mal padeciere y cuanto bien hiciere, no le puede hacer que satisfaga en nada. Es al contrario de quien está en gracia, que cuanto bien hace y cuanto mal sufre, se le va descontando la pena que debe por sus pecados antiguos. De manera que con todas sus buenas obras va satisfaciendo y disminuyendo y extinguiendo lo que en el Purgatorio debía pagar[3]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, ayúdanos para que obremos obras buenas en esta vida, en estado de gracia para así acortar nuestro Purgatorio en la otra vida!

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         San Bernardo dice que en la otra vida se han de pagar con creces las negligencias que se cometen en esta vida[4] y esto es así, porque quien debe diez mil, no puede pretender saldar la deuda pagando sólo cien. San Gregorio dice que son más grandes las penas del Purgatorio que las penas más crueles de los mártires. Santo Tomás explica y aumenta más esto, diciendo que las penas del Purgatorio no sólo son mayores que las de todos los mártires, sino también que las que padeció el Salvador en su Pasión y Muerte dolorosísimas. Y San Agustín afirma que aquel fuego es penosísimo, porque excede todas las penas que jamás sufrió algún hombre en esta vida[5].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Según afirman los teólogos, el fuego del Purgatorio es el mismo en especie que el fuego del Infierno y por eso son tan terribles las penas, pues se dan con consideración a la gloria para que purifiquen y a la gravedad de los pecados por que satisfacen[6]. También se considera la eternidad horrible del Infierno, cuyas penas eternas se conmutan en las temporales del Purgatorio.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

        
        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 344.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 345.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 346.
[4] Serm. De Orbitu Humberti.
[5] Lib. De Cura pro mortuis, cap. 8.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 347.

viernes, 28 de febrero de 2020

Hora Santa en reparación por ultraje a imagen de la Virgen de Guadalupe en Jalisco, México 270220



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje cometido contra una imagen de la Virgen de Guadalupe en Jalisco, México. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Si el alma se acostumbra a una vida santa y devota, conforme al Evangelio de Cristo, viviendo con fervor y caridad, a medida que pasa el tiempo, será cada vez más fervorosa y evitará la tibieza[1]. No da lo mismo ser fervoroso que tibio, porque cuanto más fervor, mayor grado de gracia. Y puesto que la gracia no se gasta ni se puede hurtar, es el tesoro que se acumula en el cielo y así quien más fervoroso es, si se mantiene así hasta el final de la vida, habrá ganado mayor grado de gloria que aquel que por tibieza dejó pasar la gracia.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Los santos son quienes se esforzaron por vivir toda la vida en gracia, evitando el pecado y la tibieza y por eso dicen con el Apóstol: “Por ti nos mortificamos todo el día”, de modo tal que merecieron tanta mayor gloria en el cielo cuanta mayor gracia obtuvieron, conservaron y acrecentaron en esta vida[2]. Al morir a esta vida terrena, los santos entraron en el cielo con gran majestad y enormes riquezas de gracia y por eso nos animan a que seamos uno de ellos, porque con la ayuda de Dios todo es posible.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El alma que quiera vivir en gracia y acrecentar la gloria, debe buscar de hacer más y no menos, en lo que se refiere a obras de caridad, o el dar limosna, o el hacer penitencia y es así que si puede, por ejemplo, ayunar viernes y sábado, no se debe contentar con ayunar sólo los viernes, sino que lo hará los días que pueda, para acrecentar la gracia y por lo tanto los grados de gloria[3].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Dicha alma –la que ama la gracia y hace todo el esfuerzo que está a su alcance para conservarla y acrecentarla-, puesto que ama tanto a Dios, preferirá que se pierda mil veces el mundo, antes que perder la gracia por el más ligero pecado. Esta alma está muy atenta a no sólo no ofender a Dios exteriormente, sino que, como vive siempre en presencia de Dios, se cuida en extremo de no ofender a Dios ya no solo evitando el pecado mortal o venial deliberado, sino evitando en todo hasta el más mínimo afecto desordenado[4].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Quien desee vivir en gracia y acrecentar la gloria, debe considerar la mortificación interior como muy necesaria, porque si no se merece gracia mortificando la pasión que sobresale, se merece pena con el desorden de la voluntad y se ofende con ello a Dios. Ahora bien, se puede no hacer una mortificación exterior, y el alma no tendrá culpa, pero si el alma se muestra, por ejemplo, impaciente y presuntuosa, tiene culpa, como así también si consiente a un deseo desordenado, aunque sea venial[5]. Por eso el alma no se debe engañar pensando que hace mucho al mortificarse interiormente, porque en esta mortificación interior se juega el no ofender a Dios y ganar más gracia. Es por esto que las almas fervorosas y piadosas prefieren la muerte antes que cometer un pecado mortal o un pecado venial deliberado.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.





[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 342.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 342.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 342.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 343.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 343.

jueves, 27 de febrero de 2020

Hora Santa en reparación por profanación de iglesia y quema de altar en Felguera España 230220



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación y quema del altar de una iglesia en la localidad de Felguera, España. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

         Si alguien está en gracia y peca por temeridad –pensando que luego de pecar se habrá de confesar porque Dios es misericordioso-, no se da cuenta del inmenso bien que pierde y del inmenso mal que gana, pues pierde el camino al cielo y gana el camino al Infierno[1]. Por otra parte, agrega otro pecado al que comete y es el de tentar a Dios, porque si bien Dios es misericordioso, también Dios es infinitamente justo y quien se arriesga a la temeridad, debería tener bien en cuenta lo que dice la Escritura: “Con Dios no se juega”[2].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Quien peca temerariamente, se pone en estado de pecado mortal; es decir, es mucho lo que pierde –el estado de gracia- y se arriesga a quedar sin nada que lo auxilie en su camino al cielo. La situación de tal alma cambiará sólo si Dios, con su infinita misericordia, pone remedio al asunto, infundiendo la gracia del arrepentimiento sincero que ponga fin al estado de condenación en el que libremente se puso el alma temeraria[3]. Sin la ayuda de Dios, es imposible que el alma salga de la situación de pecado en la que libre y voluntariamente se colocó ella misma. Cuidémonos mucho de no ser esa clase de almas temerarias.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Quien pierde la gracia, aun cuando haga obras buenas, no merece la gloria; por el contrario, quien está en gracia, no sólo gana con la gracia más gloria, sino que recibe todavía más gracia, más caridad, más aumento de virtudes infusas y de dones del Espíritu Santo, en una especie de círculo virtuoso que parece no tener fin[4]. Con cada obra buena se merece la gloria que se ha de dar en el cielo y es gracia que se da de contado, con lo cual crece la posesión de mayor gracia y caridad y demás virtudes sobrenaturales.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         San Agustín afirma que el Espíritu Santo por la gracia habita en unos más que en otros; que no es por otra razón sino porque en unos está mayor gracia y como por la mayor caridad y obras mejores se dice uno más santo que otro, así también se dice que habita en él Dios más que en otros y por consiguiente, que tiene actualmente más gracia que otros[5]. Esto sucede, por ejemplo, en quien ante una ofensa personal no contesta sino que calla, ya que así recibe más gracia y luego más gloria, al contrario de quien peca con respuesta agraviante, pues así se queda sin la gracia[6].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Si alguien se acostumbra a una vida devota y santa, conforme al Evangelio de Cristo y sus Mandamientos, viviendo con fervor y caridad, tendrá más gracia no sólo al fin del día, sino al fin de sus días, cuando le llegue la hora de partir al otro mundo[7]. Por esta razón, no da lo mismo ser fervoroso que tibio, pues quien más obras buenas hace en estado de gracia, más grados de gloria merece en el cielo. Procuremos, por lo tanto, tener en mente las palabras del Señor en el Apocalipsis: “Porque no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” y recordando que a los tibios Dios los aleja de sí, vivamos una vida santa, fervorosa y piadosa, según la Ley de Dios, siguiendo a Cristo por el Camino Real de la Santa Cruz.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 341.
[2] Cfr. Gál 6, 7.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 341.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 342.
[5] Epist. 57, Ad Dardanum.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 343.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 343.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Hora Santa en reparación por burla blasfema contra Nuestro Señor Jesucristo en Carnaval de Brasil 240220



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la burla blasfema contra Nuestro Señor Jesucristo llevada a cabo en los carnavales de Río de Janeiro, Brasil. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

         Es muy importante, para el alma cristiana, conservar la gracia y no interrumpirla con pecado mortal: si esto sucediere, es para llorar con lágrimas de sangre. Esto puede suceder en almas presuntuosas que, estando en gracia, se largan a pecar, pensando: “¡Dios me perdonará porque pronto me confesaré!”. Pero, ¿se puede estar seguro de esto? ¿Llegaremos con vida para confesarnos a tiempo? No debemos olvidar que Dios es misericordioso, pero también es justo y muchos están en el Infierno por haber pensado y obrado de esta manera, es decir, por despreciar el estado de gracia y largarse temerariamente a pecar sin más[1]. Debemos mucho de cuidarnos de tentar a nuestro Dios.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Puede suceder que alguien piense que perder la gracia por un día o una semana no es asunto para preocuparse, puesto que piensan que no es mucho lo que se pierde[2]. Quien así piensa, debería pensarlo dos veces, pues aunque se confiese y se salve, cuando se pierde la gracia, es mucho, muchísimo, lo que se pierde, porque desde que uno peca hasta que se confiesa, en las obras que hace no merece gloria alguna y esto sí es un pérdida inmensa.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Si alguien está en gracia, merecería la gloria por todas las obras buenas y cuando no está en gracia, no la merece, ni con la Misa que oye, ni con las limosnas que da, ni con la paciencia que tiene, ni con el ayuno que observa. Y la gloria que había de merecer por estas obras queda perdida eternamente. Pero no por esto ha de dejar de obrar bien y hacer todo el bien que pueda, porque si bien el pecador no puede merecer con sus obras la gloria, merecerá perdón congruamente y se dispone para que Dios se apiade de él, lo cual es un gran bien[3].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         No se puede decir que no ha perdido nada quien por un mes y aun por menos, ha perdido la gracia, aunque después se la restituyan. Porque al cabo de un mes, cuando la vuelva a recibir, se hallará con mucho menos derecho a la gloria que se hallara si hubiera perseverado en gracia, porque un solo átomo de gracia vale más que todo el universo. Por esta razón es que no cuenta decir: “Me confesaré, no importa que peque ahora”[4].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         La creatura que está en gracia y temerariamente peca, porque piensa que luego se confesará, es desagradecida con su Creador, con su Dios y Señor, porque sí importa que Dios no sea ofendido; sí importa que el alma no sea esclava de Satanás; sí importa el hecho de que el alma pierde mucho y que hasta lo puede perder todo[5]. Si Dios no lo remedia con su brazo omnipotente y misericordioso, el alma que peca temerariamente corre el riesgo de perderlo todo, no sólo en esta vida, sino ante todo, corre el riesgo de perder la vida eterna.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 340.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 340.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 340.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 341.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 341.