martes, 30 de abril de 2019

Hora Santa en reparación por asesinato de dos sacerdotes durante la Misa en Nigeria 240419



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado por la profanación de una iglesia y la muerte de dos sacerdotes durante el ataque. En realidad, se trata de una triple profanación: ataque a la Iglesia, muerte de dos consagrados y profanación de la Misa, pues el mortal ataque ocurrió durante la celebración de la Santa Misa. La información relativa a tan lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Tantum ergo, sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

Primer Misterio del Santo Rosario. 

Meditación.

Afirman autores como San Agustín[1] que un elemento del universo, por pequeño y vil que sea, como por ejemplo, una mosca –o un gusano- por el hecho de tener vida, es superior a todo el universo inerte, pues la vida es un don superior a todo lo que no tiene vida. Es decir, la vida, aun en seres pequeños y de escasa consideración es un don más perfecto y más estimable en sí misma, por ser vida, que todo lo que no tiene este don de la vida. Si esto es así, es decir, si cosas viles son perfectas y excelentes por el sólo hecho de tener vida, ¿qué será cuando aquello que tenga vida sea vida divina, como la que el alma recibe por participación por medio de la gracia?[2].

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Por la gracia, un ser vil y pecador, como el hombre, recibe un doble don: el serle quitado aquello que lo vuelve vil, que es el pecado, y además el recibir la vida divina por participación en la naturaleza divina. Por eso mismo, el alma del justo adquiere una grandeza y magnificencia que supera infinitamente a la de los ángeles más poderosos. Si los hombres estiman la vida como el valor más precioso y la fuente de donde brotan todos sus derechos, ¿cómo no habrían de estimar aquello que es la vida del alma, la gracia, el don más precioso que alma alguna pueda obtener en esta vida y fuente de todos sus derechos divinos como hijo adoptivo de Dios?

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Ahora bien, de todos los seres vivientes en el universo visible, es el hombre, que tiene vida por su alma, el más elevado de todas las creaturas, porque si por su cuerpo se asemeja a las bestias irracionales, por su alma, que es la vida del cuerpo, se asemeja a los ángeles y a Dios mismo, que es Espíritu Puro. El alma del hombre, que da vida al cuerpo, es tan valiosa, que San Crisóstomo[3] dijo: “Ninguna cosa hay que se pueda comparar con el alma; ni el mundo universo”. Es decir, el alma –una sola alma, de un solo hombre- es más valiosa que todo el universo visible e inerte. A su vez, San Ambrosio[4] dice, en el mismo sentido: “Es cosa pequeña toda la redondez de la tierra respecto de la pérdida de una sola alma”. Si la vida del hombre, es decir, el alma, es tan valiosa, porque es más perfecta que lo inerte y porque da vida humana al cuerpo, entonces la gracia, que da vida divina al alma, es superior a todo el universo visible e invisible, entendiendo por este último, el mundo angélico.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Para que apreciemos el valor del alma, veamos lo que el Redentor le dijo a Santa Brígida: “El alma es de mucho mejor naturaleza que el cuerpo, porque es de la virtud de mi divinidad e inmortal: tiene participación con los ángeles, es más excelente que el sol y la luna y los otros planetas y más noble que todo el mundo”[5]. Si esto es así para una sola alma, ¡cuánto más lo será para el alma que tenga en sí la gracia, porque por la gracia no solo se asemeja a Dios, sino que se hace Dios por participación! Si tenemos en gran consideración el alma, que da vida al cuerpo, cuánta más consideración debemos tener entonces con la gracia, que da vida divina al alma. Con la gracia se comunica la vida sobrenatural y divina y es por esa razón que la debemos tener en gran estima y esforzarnos por adquirirla, si no la tenemos, o por conservarla y acrecentarla, si ya la poseemos.

         Silencio para meditar. 

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Considerada en sí misma, tanto la filosofía como Nuestro Señor, la consideran como lo más preciado que el hombre tiene por naturaleza. En efecto, para la filosofía, el alma es más excelente que el cuerpo y para Nuestro Señor, el alma vale más que todo el mundo, según Él mismo lo dijo en el Evangelio: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?”[6]. Con esto nos hace ver que todo el mundo, con sus enormes riquezas, es menos valioso que una sola alma. El alma es, naturalmente, lo más excelente que tiene el hombre, porque en su esencia es espiritual; es inmortal; es hecha a imagen y semejanza de su Creador; es el principio y la forma de la vida del hombre, a quien le da muchas vidas como la nutritiva, la motiva, la sensitiva, la racional[7]. Si por esto apreciamos la vida en el plano natural, cuánto más entonces debemos apreciar, en el plano sobrenatural, a la gracia, que da vida divina al alma y la hace ser no sólo semejanza de Dios, sino Dios por participación. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que elijamos siempre perder la vida terrena, antes que perder la vida de la gracia!

         Un Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.



[1] Lib. 3, De Civit., cap. 2.
[2] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, 136.
[3] In Epist. 2 ad. Cor., cap. 1.
[4] Lib. De Bono mort., cap, 51.
[5] Cfr. Nieremberg, o. c., 137.
[6] Mt 16, 26.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 137.

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