viernes, 26 de abril de 2019

Hora Santa en reparación por robo de Hostias consagradas en Brasilia 250419



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego de un sagrario que contenía setenta Hostias consagradas en su interior. Según consta en la información, el robo ocurrió en horas de la madrugada, en el mismo Domingo de Resurrección. La noticia acerca del lamentable suceso se encuentra en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Tantum ergo, sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

Primer Misterio del Santo Rosario. 

Meditación.

         Quienes están en gracia reciben, como uno de los efectos más grandiosos de la misma, un don especialísimo y es la inhabitación de las Tres Divinas Personas en el alma del justo, del que está en gracia. Sin embargo, hay otros efectos, también admirables, como consecuencia de estar el alma en gracia. Uno de estos efectos es que da vida al alma[1], haciéndola pasar de la muerte a la vida, es decir, resucitándola, de una vida de pecado, a una vida de gracia. Por eso cada comunión eucarística debe ser vivida como una Pascua, en el sentido de que como Pascua significa “paso”, cada comunión eucarística es un “paso” de esta vida terrena a la vida divina, por la mediación de la gracia. Por la gracia, el alma pasa de la muerte a la vida, pero no a una vida como la vida terrena, sino a la vida de la gracia, que es participación en la vida divina.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Se dice que el alma da vida al alma, pero no en un sentido figurado, sino en un sentido real, así como no en sentido figurado sino en sentido real, se dice que el pecado es muerte del alma: entonces, así como el pecado es muerte del alma, la gracia es vida del alma y vida divina. Ésta vida divina es la “vida en abundancia”[2] que Jesús nos promete darnos en el Evangelio. Al respecto, un santo dice: “El hombre por la maldad mata su alma”, y en el Apocalipsis el Señor dice a un pecador: “Bien conozco tus obras y que estás en opinión que vives, pero estás muerto”[3]. Al decirle al alma que está “muerta”, Jesús no se refiere a la muerte terrena, sino a la muerte espiritual, que es la muerte que se produce en el alma por el pecado. Quien está en pecado, aun cuando camine, hable, respire, etc., está muerto a la vida de Dios; es decir, quien está en pecado, aunque aparente estar vivo, en realidad está su alma muerta porque no tiene la vida de la gracia.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Por el pecado de Adán, todos los hombres fuimos muertos en el alma, porque así como se le había dado a Adán la vida de la gracia para que se comunicara a su descendencia, así al serle retirada la gracia por el pecado original, todos los hombres nacemos con este pecado original, es decir, paradójicamente, nacemos muertos, es decir, nacemos y vivimos con la vida natural, pero con el alma muerta a la vida de la gracia y esto, hasta que con el Bautismo –y luego con la Confesión Sacramental- se quita el pecado del alma y se restituye la vida de la gracia. San Pablo llama a la gracia “vida eterna” y San Agustín[4] dice: “La muerte del alma se causa cuando Dios la deja, como la del cuerpo cuando el alma le deja”. Es decir, así como la muerte corporal se produce cuando el alma se separa del cuerpo, así la muerte del alma se produce cuando se separa la gracia del alma, dejándola muerta y sin vida de Dios, por causa del pecado cometido libremente.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         De esto se deduce cuán grande sea el bien de la gracia, que concede al alma la participación en la vida divina, es decir, le concede participar, no de una vida terrena santa, sino de la vida de Dios Uno y Trino, que es la Santidad Increada. Por esta razón es que se dice que la gracia es la vida del alma. Ahora bien, el don de la gracia se aprecia más cuando se reflexiona en lo siguiente[5]: en que, como acabamos de decir, la gracia no concede una extensión o aumento de la calidad de vida de una vida terrena, sino que concede la participación en la misma vida de la Trinidad y así el alma vive la vida divina por la gracia; otra consideración que se debe hacer y así se estimará más la gracia, es a qué condición es elevada el alma en gracia, una condición superior a la de los ángeles, porque por la gracia el alma tiene en sí la vida de Dios Uno y Trino.

         Silencio para meditar. 

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         De todos los derechos del hombre, el derecho a la vida es el más básico y elemental de todos[6]: en efecto, si no hay vida, no hay sujeto de derechos, no hay en quién ejercer los derechos; si hay vida, sí hay un sujeto, la persona humana, que es la que puede ejercer derechos. Es tan perfecto el don de la vida, que dice San Agustín que un insecto repulsivo –como por ejemplo, una mosca- sólo por el hecho de tener vida, es más perfecta que las hermosas estrellas[7]. Es decir, el tener ser y vivir, es más que todo, por la sola perfección de la vida. Lo más imperfecto en la naturaleza, que vive y que siente, es más perfecto que todo el firmamento, por lo que algunos autores afirmaron que la vida era lo extremo y sumo de la vida. Ahora bien, si estas cosas viles son tan perfectas y excelentes por el sólo hecho de poseer la vida: ¿qué será cuando la vida es más excelente que la vida natural, como sucede con la gracia, que más que vida natural, es participación a la vida de la Trinidad? Aristóteles[8] dijo así, refiriéndose a la vida: “La misma vida, aunque no consiga otro bien, con todo eso por sí sola se ama, se desea y se codicia”. Parafraseando a Aristóteles, podemos decir, refiriéndonos a la vida de la gracia: “La misma gracia, aunque no consiga otro bien, con todo eso por sí sola se ama, se desea y se codicia”.

         Un Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

        
        


[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 134.
[2] Jn 10, 10.
[3] 3, 1.
[4] Lib. 3, De Civit., cap. 2.
[5] Cfr. Nieremberg, o. c., 135.
[6] Cfr. Nieremberg, o. c., 135.
[7] Cfr. Nieremberg, o. c., 136.
[8] Rhetor., lib. 1, cap. 6.

No hay comentarios:

Publicar un comentario