sábado, 27 de febrero de 2021

Hora Santa en reparación por gravísimo insulto contra Dios Padre 250221

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por un gravísimo insulto a Dios Padre, llevado a cabo por un sedicente grupo artístico, que es en realidad una expresión violenta del feminismo y homosexualismo de entre los más radicales que se puedan concebir. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/arttraoficial/photos/276198200563743

Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Los santos, quienes son aquellos que apreciaron en su justa medida a la gracia santificante, hicieron todo lo humanamente posible e imposible para adquirir, conservar y acrecentar la gracia. Los santos no dudaron ni por un instante en sacrificar bienes materiales e incluso hasta la propia vida, con tal de no perder la gracia: ellos aplicaron a la perfección el mandato de Jesús de que es preferible verse privado de algún miembro del cuerpo o incluso de la vida, antes que perder la gracia[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Abundan los ejemplos de los santos que prefirieron ver amputados sus miembros, antes que perder la gracia, renegando de Jesucristo: por ejemplo, San Quirino, dio pies y manos para que se los corten, pero no renegó de Jesucristo, conservando la gracia y el santo mártir Serapión, no solamente manos y pies, sino que sufrió la amputación de miembro por miembro, padeciendo tantas muertes como golpes recibía, sólo por no perder la gracia y así también el mártir José Luis Sánchez del Río, a quien le desollaron las plantas de los pies, antes de ejecutarlo. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que los santos y mártires sean nuestros guías y modelos para no perder nunca la gracia, aun a costa de la propia vida!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         A lo largo de la historia, los innumerables santos y mártires han padecido toda clase de tormentos y torturas, pero no renunciaron a Jesucristo y su gracia[2]. Así, padecieron horcas, cuchillos, clavos, cruces, sierras, ruedas, tenazas, fieras hambrientas y enfurecidas, plomo derretido, hogueras: todo lo sufrieron con santa paciencia y nada podrían haber soportado sino fuera por la asistencia del Espíritu Santo en Persona, quien es el que les dio la fortaleza sobrehumana para soportar tan crueles torturas. Si los santos tuvieran miles de vidas, darían miles de vidas y más, con tal de permanecer en estado de gracia y por lo tanto de ellos debemos aprender esta santa lección.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         Pero los santos nos dan otra lección: no sólo soportaron los tormentos infligidos por sus perseguidores y verdugos, sino que ellos mismos hacían voluntariamente grandes sacrificios, como por ejemplo San Martiniano quien, ante una terrible tentación, hizo una hoguera y contemplando el fuego dijo: “¿Qué te parece, Martiniano? Bueno es este fuego, con ser breve el tiempo que le lleva consumir tu cuerpo, pero al mismo tiempo, acuérdate del fuego del Infierno, que es eterno y que no consume, ardiendo para siempre; acuérdate del gusano que nunca muere y del crujir de dientes y que los demonios son crueles y nunca se cansan de atormentar a los condenados”[3]. También nosotros, al contemplar el fuego material, elevemos el espíritu y contemplemos el fuego que nunca se extingue, el fuego eterno y pidamos el don de no perder nunca la gracia, aun si nos cuesta esta vida terrena.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Los santos nos enseñan que no hay límites en la defensa de nuestro estado de hijos de Dios por la gracia y que debemos combatir el pecado, resistiendo hasta incluso derramar la sangre propia. Todo es poco por tener el bien de la gracia; todo es poco por no tener el mal del pecado; todo es poco por tener la gracia y no tener el pecado. Aprendamos los católicos cómo debemos resistir las tentaciones y no pensemos que los santos no las tuvieron, sino que las vencieron, con la ayuda del Santo Espíritu de Dios; las sintieron, pero no las consintieron y a costa de su carne guardaron el alma para la vida eterna[4]. En ellos se cumple a la perfección las palabras del Señor Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde el alma?” (Mt 16, 26).

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 453.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 453.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 454.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 455.

viernes, 26 de febrero de 2021

Hora Santa en reparación por profanación de la Santa Misa por pastor evangélico en Brasil 230221


 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Santa Misa y de la Santa Eucaristía cometida por un pastor protestante, que “concelebró” la Santa Misa y comulgó sacrílegamente la Sagrada Eucaristía. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/destituyen-de-parroquia-a-sacerdote-que-concelebro-misa-con-pastor-evangelico-12264

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor que “el pecado hace al alma malaventurada”[1]. Es decir, así como la gracia santificante convierte al alma en bienaventurada, porque la hace partícipe de la vida divina y por lo tanto le anticipa, aquí en la tierra, la eterna bienaventuranza del cielo, la que habrá de gozar si se mantiene y muere en gracia, así el pecado convierte al alma en “malaventurada”, porque desde esta vida la aparta del cielo y la coloca a las puertas del Infierno, haciéndola partícipe, en cierto modo, de la eterna desdicha de los ángeles caídos y de los condenados.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

En otras palabras, por la gracia se consigue la bienaventuranza de esta vida y sobretodo de la vida eterna, mientras que por el pecado, se adquiere la malaventuranza, además de la miseria temporal y eterna. En cuanto a la desdicha temporal, no hay mayor desventura que la del pecador, porque la voz de la conciencia, que le recrimina haber pecado, no lo deja en paz y así con este remordimiento llegan la envidia, la ira y multitudes de vicios que lo asaltan a cada momento y le quitan la paz interior[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

En el pecado solo hay desdicha e infelicidad, porque la dicha y felicidad que el pecador cree que se procura con el pecado, no son tales, sino su contrario. Además, es ya gran desdicha para el pecador el hecho de que Dios lo deje con su pecado a cuestas, y esta desdicha es suma y es grande, aun cuando el pecador esté rodeado de bienes materiales y de placeres terrenales. De esto se sigue, como dice Boecio, que para el pecador, el castigo es un gran bien, puesto que por el castigo se puede corregir, en cambio si queda sin castigo, se queda con el pecado y con la miseria y desdicha que éste conlleva[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Quien está en pecado, es desdichado en medio de las mismas dichas: es malaventurado, aun cuando esté en brazos de la fortuna, porque el pecador puede tener todos los bienes materiales que desee, pero no posee la gracia santificante de Nuestro Señor Jesucristo, que es el único y verdadero bien del alma al que debemos aspirar en esta vida terrena. El pecador es malaventurado porque tiene la culpa y es desdichado hasta que no reciba la Divina Misericordia, que por medio de una ligera corrección le quita el pecado y le devuelve la plena y verdadera felicidad[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Porque es la suma de las desgracias, tanto temporales como eternas, es que el alma debe temer cometer un solo pecado mortal o venial deliberado, porque estos privan al alma del Sumo, Eterno e Infinito Bien Increado, que es Dios Uno y Trino y su Mesías, Cristo Jesús. Es por esto que en esta vida se deben temer las culpas –esto es, el pecado- y no las penas, porque no hay pena en esta vida que no tenga mucho de bien y no hay culpa que no sea toda mala. La pena tiene siempre anexa algún bien, porque es Dios quien la envía y la envía para bien; en cambio el pecado es siempre veneno y gran ponzoña, porque es solo pestilencia y malicia y por ello es de temer siempre aunque sea tan solo su nombre. Los santos nos enseñan que todas las desgracias y calamidades del mundo no son de temer en comparación con el pecado: “Nombres son de calamidades solamente, la verdadera calamidad es ofender a Dios”[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 450.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 450.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 451.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 451.

[5] San Juan Crisóstomo, Homil. 5 ad Popul.

jueves, 25 de febrero de 2021

Hora Santa en reparación por quema de iglesia en Polonia por activistas pro-aborto en Polonia 230221

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque incendiario sufrido por la iglesia de la Santa Cruz en Polonia, a manos de militantes pro-abortistas. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://religionlavozlibre.blogspot.com/2021/02/queman-otra-iglesia-en-polonia.html

Canto inicial: “Oh Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Suele suceder, entre los hombres, que cuando estos pierden un bien, aun cuando sea de poca monta, se afanan y preocupan de tal modo que no se detienen hasta recuperarlo. Sin embargo, cuando se trata del bien infinito de la gracia, cuando esta se pierde a causa del pecado mortal, los hombres continúan sus vidas como si nada hubiera pasado, y continúan riendo y actuando como si nada hubieran perdido, cuando lo que han perdido es el Reino de los cielos[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Ahora bien, en el pecado hay todavía mayores males: además de privar al alma del Reino de Jesucristo, la convierte en esclava de sus pasiones y del demonio, el cual le depara al alma en esta vida innumerables tropiezos y tribulaciones, y en la otra, le prepara infinitos y eternos tormentos. El alma en pecado se comporta como un esclavo: así como un esclavo hace muchas veces lo que por ningún motivo quisiera hacer, así el pecado, por los vicios que causa y el poderío que le confiere a Satanás, hace que uno obre lo que no quisiera, porque queriendo no quiere y no queriendo quiere, queriendo eficazmente pecar, lo cual no quisiera hacer ni querer si estuviera en gracia[2].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         El demonio causa, por medio del pecado, innumerables daños a los hombres, como por ejemplo, obligando a los padres a que le ofrecieran a él y le sacrificaran en su honor sus propios hijos, abrasándolos vivos –culto pagano demoníaco a Moloch que continúa hoy a escala planetaria con las leyes del aborto-, o haciendo que entre ellos se enfrentasen y se despedazasen unos a otros[3]. Sin embargo, estos daños corporales son solo una sombra del mayor y más profundo daño que el pecado causa al alma y es el espiritual, porque por el pecado el alma pierde un bien infinito, el Reino de los cielos.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         Un autor, Ricardo Sorbonese, dice que “el pecador está en la misma puerta de la muerte y así dijo David: “Acercáronse hasta las puertas de la muerte” y no dista del Infierno más espacio que dos dedos. El demonio lo tiene en sus manos y en un momento bajaría a los infiernos; el demonio aprieta al pecador con la soga al cuello y esto es el pecado”[4]. Si se considera a uno que ya ha pecado y que por lo tanto está condenado a muerte eterna y que sólo basta un empujón para que caiga en el Infierno: ¿cómo puede reír y no pensar o pedir el perdón? ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca caigamos en las tinieblas del pecado y que siempre vivamos a la luz de la gracia de tu Hijo Jesús!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Otra consideración que se debe hacer, para caer en la cuenta de la terrible desgracia que es el pecado, es que, así como la gracia hace que todas las obras buenas del justo sean merecedoras de la eterna gloria, así el pecado es causa que todas las obras que nacen de él como de tan mala raíz, sean merecedoras de eternos tormentos. Estando en pecado, aun las obras buenas que haga el pecador no merecen premio alguno de gloria y así, en vez de merecer el cielo, como lo sería si fueran obras en gracia, se hace merecedor del fuego inextinguible del infierno[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que obremos siempre en la gracia de Dios, hasta el fin de nuestros días en la tierra, para hacernos merecedores del Reino de tu Hijo Jesucristo!

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 447.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 447.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 447.

[4] In Itinere Paradyse.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 449.

domingo, 21 de febrero de 2021

Hora Santa en reparación por ultraje contra la Virgen por parte de la banda satánica Behemoth, Polonia 170221

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje hacia la Madre de Dios cometido por la banda satánica “Behemoth”. Para mayores detalles acerca del lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://actualidad.rt.com/actualidad/383795-condenar-lider-behemoth-virgen-maria-pisoteada?fbclid=IwAR3plYlZYw7pLy4PUJxoLCWpV9wqTpB_Ajzk8GAAMf3qn7ueuQNlFmVqjGY

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

El pecado se puede comparar con la muerte, porque así como la muerte priva de la vida al cuerpo, separándola de su fuente de vida que es el alma, así el pecado priva de su vida al alma, privándola de su fuente de vida que es la gracia. Sin embargo, por esto mismo, se puede decir que el pecado es peor todavía que la muerte, porque por la muerte muere el cuerpo una vez y no muere el alma, pero por el pecado, una vez muere el cuerpo, muere el alma, si el alma murió en pecado mortal. Así, como afirma un autor, no hay tirano más cruel que el pecado[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La muerte corporal es solo ligeramente parecida a la muerte espiritual que produce el pecado: la muerte corporal sucede en un instante, lo que dura un golpe de espada; sin embargo, la muerte espiritual que provoca el pecado perdura siempre, aun después de pasada la muerte corporal y es por esto que, en comparación con la muerte del alma, la muerte del cuerpo no puede sino llamarse vida[2]. Y esto porque el pecado se ensaña, por así decirlo, con el alma, porque aun después de muerto el cuerpo, persiste y continúa en dar muerte al alma, al privarla para siempre de la gracia, haciendo morir al alma la segunda y definitiva muerte, la muerte eterna.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Son los santos los que se percataban acerca de esta inmensa diferencia entre la muerte corporal y la espiritual, instando a no temer tanto la muerte corporal, como sí a la espiritual. San Juan Crisóstomo, por ejemplo, decía que “tememos a la muerte corporal, que no es sino una figura de la muerte (espiritual) provocada por el pecado, el cual, después de la muerte del cuerpo, sabe dar otra muerte, la muerte eterna”[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

De esto mismo se sigue que, así como la gracia concede al alma grandes fuerzas espirituales, colmándola de habilidades, facultades y virtudes sobrenaturales y dones del Espíritu Santo, así el pecado la debilita y la enflaquece, quitándole el vigor y la fuerza, porque siendo muerte del alma, la priva de las fuerzas que por estar viva tenía; le quita las facultades de las virtudes morales infusas y le quita también las fuerzas naturales y la hace indigna de los auxilios divinos, siendo conducida por sus vicios y pasiones desenfrenadas a la maldad y a más pecado[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

A causa de esta debilidad agónica a la que la conduce el pecado, el alma del pecador se encuentra sin aliento casi para nada bueno, al mismo tiempo que posee fuerzas y capacidad para obrar el mal, que es connatural al pecado y es el pecado mismo. Esta falta o ausencia de fuerzas naturales y sobrenaturales es lo que explica que el alma, ciega por la pasión, no posea ni memoria de Dios, ni temor del Infierno, ni amor de Jesucristo, ni estima de la salud eterna, precipitándose a sus vicios sin remordimiento alguno de conciencia[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos de tu Hijo un profundo horror por el pecado y un gran amor por la gracia!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 445.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 446.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 446.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 446.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 447.