miércoles, 1 de noviembre de 2023

Hora Santa en reparación por la profanación de la Catedral de San Luis Argentina 011123

 


¿Umbandistas y espiritistas pidiendo por la paz? ¿Cómo el demonio puede dar la paz? 
Es una incoherencia total y absurda.

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Catedral de San Luis, Argentina, ocurrida en el marco de la Jornada Mundial por la Paz impulsada por el Vaticano. En dicho encuentro “interreligioso” se convocó a referentes de cultos y credos como los umbandistas, los espiritistas de la Escuela Científica Basilio (cuyo “culto” consiste en el trato con espíritus infernales, únicos que pueden responder a sus invocaciones, al igual que los umbandistas) y un representante del bahaísmo (secta que propugna la unidad de las religiones al estilo masónico). Además de la incoherencia radical que significa invocar a demonios para pedir la paz, en la bendición final a cargo de un prelado católico, se omitió deliberadamente el Nombre Tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo, por lo que esta Hora Santa es también para reparar esta afrenta cometida contra Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, el Único que puede dar la verdadera y única paz del espíritu, la paz de Dios. Para mayores detalles acerca de esta profanación, consultar el siguiente enlace:

https://www.infocatolica.com/blog/caritas.php/2310290452-338-obispado-de-san-luis-paz

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor que con relación a la gracia se debe considerar que solo esta se puede “tener”, porque a quien le es concedida la gracia, por parte de Dios, se le es concedida sin dependencia de otro hombre nacido. Esto porque los demás bienes no solo están en las manos de sus poseedores el tenerlos, porque el ladrón puede quitar los bienes aunque uno no lo quiera, o porque la desgracia puede terminar con dichos bienes, o porque la muerte puede apartarnos de los mismos, haciendo que no los tengamos, de lo que se sigue que ni el conservarlos a ellos ni incluso nuestra propia vida, está en nuestras manos, sino únicamente la gracia santificante[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Entonces, solo la gracia santificante es de tal condición, que está en la mano -voluntad- del hombre solamente tenerla y aunque le falte la vida, no le faltará la gracia si el hombre no lo quiere, pues Dios le concederá lo que le pide su corazón, si es para su eterna salvación y es de suyo que la gracia concede la eterna salvación.

 Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Es decir, independientemente de cómo sea la vida que el hombre lleve, no le faltará la gracia si el hombre no lo quiere, porque Dios Nuestro Señor se la concederá. La gracia no está sujeta ni al ladrón, ni al injuriador, ni a la desgracia, ni al tiempo, ni al demonio. La gracia santificante se la debe tener y con ella el hombre tendrá lo que tiene, porque a ella sola tiene y a ella sola se la puede querer, pues ella depende solo de si el hombre quiere conservarla consigo o no: si quiere conservarla, se apartará de toda ocasión de pecado; si quiere perderla, hará lo contrario.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Afirma un autor, en relación a la gracia: “Ten, pues, lo que tienes y mira qué tienes con la gracia: tienes el ser más que toda la naturaleza; tienes un ser divino; tienes ser más hermoso que los cielos; tienes ser hijo del Altísimo; tienes ser amigo de Dios; tienes la vida eterna; tienes los bienes necesarios para lo temporal; tienes verdadera hermosura; tienes al Espíritu Santo dentro de ti; tienes más que el mundo y tienes todo lo que se puede tener en el mundo. Cosas son estas para tenerlas y para no dejártelas sacar de las manos. Mira, pues, (el tesoro divino) lo que tienes y tenlo diligentemente”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Continúa este autor: “Lo segundo que se ha de considerar es la razón que dio Nuestro Redentor, por qué has de tener lo que tienes; la cual es porque no reciba otro tu corona. No pensemos que hemos de tomar a Dios por necesidad, como si a Dios le hicieran falta otros para llenar el Reino de los cielos. Si tú le faltas y no quisieras salvarte, tiene Dios muchos a quien elegir y en quien depositar sus dones. Si tú no te aprovechas de sus gracias, te las quitará y dará a quien se aproveche con ellas y se salve en tu lugar. Dios Nuestro Señor no nos da su gracia para que nos quedemos ociosos, sino para que la logremos y obremos con ella, e incluso la multipliquemos”[3], como el siervo “bueno y diligente”, que recibiendo diez talentos los multiplicó y así acrecentó su gloria en la vida eterna. Conservemos y acrecentemos la gracia santificante, si fuera necesario, al precio de nuestra propia vida terrena. Y haz todo esto en el Nombre tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo, engendrado eternamente en el seno del Padre, Dador del Espíritu Santo junto con el Padre.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 582.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 583.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 583.