Mostrando entradas con la etiqueta vandalización. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta vandalización. Mostrar todas las entradas

martes, 20 de octubre de 2020

Hora Santa en reparación por vandalización de imagen de la Virgen con pañuelos verdes pro-aborto Chile 181020

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el acto vandálico sufrido por una imagen de la Virgen en Chile, al ser cubierta con pañuelos verdes feministas y consignas pro-abortistas. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/vandalizan-imagen-de-la-virgen-maria-con-lemas-proaborto-y-panuelo-verde-en-chile-fotos-48970?fbclid=IwAR1Ih_m3njnmydDQlR85YNfHmEXtRCI4ojVYLPlnlBJVD8L7n21NyyCkLzA

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Postrado a vuestros pies, humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

La acción de la gracia santificante en el alma, que entre otras cosas, apaga las hogueras de las pasiones desenfrenadas, es motivo de admiración y de acción de gracias. En efecto, dice un autor: “¿Quién no alaba y bendice a Dios, viendo que aquel fuego deshonesto que ardía en el pecho y que parecía que no se iba a acabar nunca, se haya aplacado y disminuido hasta no sentir para nada el apasionamiento carnal?”[1].

  Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Continúa el mismo autor: “¿Cómo no se admirará el que ve que hombres que eran la misma cólera e ira, se hayan convertido en mansas ovejas, que incluso desean el ser despreciados y vilipendiados en nombre de Cristo? ¿Quién no reconoce a Dios y el poder de su gracia, viendo convertido a uno de soberbio en humilde, de glotón en abstinente, de afeminado en robusto y fuerte varón?[2]. Estas son verdaderamente obras de Dios, en que se deleita el alma y cuyos deleites, una vez conocidos, no los quiere abandonar.

 Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

San Juan Crisóstomo llama a la gracia “muro inexpugnable” y dice: “Si una vez alcanzáremos la gracia de Dios, nadie prevalecerá contra nosotros, antes seremos nosotros más poderosos que todas las cosas”. Continúa el mismo santo: “Cuando la gracia de Dios es nuestra ayudadora, las cosas difíciles se hacen fáciles y las pesadas, ligeras”.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

La misma fuerza que tiene la gracia para convertir a un pecador en un santo, la tiene con toda alma: basta con la disposición de la misma, para que el alma se vea en grado de emprender todas las tareas encomendadas por Dios, aun aquellas que humanamente parecen imposibles. Y esto porque la Divina Gracia dona y engrandece la virtud, de manera que ésta la hace obrar al alma pronta y fácilmente[3].

 Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El Profeta Isaías dice que “los que confían en el Señor mudarán la fortaleza y tomarán alas de águila y volarán, correrán y no trabajarán, ni se cansarán”. Pues, ¿qué más hay que desear que no sea la gracia? A su vez, el Profeta Abacuc llama a Dios su “fortaleza en todos los peligros”, porque de la manera que el sol clarifica el aire, así el cristiano usa de la gracia de Dios, que le clarifica el alma y le quita toda oscuridad y es así que el alma puede llamar a Dios “mi fortaleza”. Si vivimos en gracia, Dios peleará por nosotros nuestras batallas y nos conducirá por el camino de la perfección, cantando y con gran alegría y paz[4].

 Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

 



[1] 392.

[2] 393.

[3] 394.

[4] 395.

miércoles, 24 de junio de 2020

Hora Santa en reparación por la vandalización de la imagen de la Virgen en Holanda 240620



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la vandalización de una imagen de Nuestra Señora de Chesztokowa ocurrida en Holanda. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          La necesidad de la gracia por parte del género humano se puede constatar por el estado de decaimiento moral y espiritual en el que quedó luego del pecado original de Adán y Eva. Después de este pecado, nuestra naturaleza quedó tan contaminada por el pecado, que de suyo no tenía ni tiene otra cosa sino mentira, maldad, corrupción y muerte. Quedó ciega con la ignorancia, encorvada con la mala inclinación al mal, sin brazo para obrar el bien, tullida para no avanzar en la virtud y corrupta hasta las entrañas y huesos[1]. De esto se ve la necesidad absoluta que de la gracia tenía y tiene la naturaleza humana.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Nuestra naturaleza, luego del pecado original, quedó como un hombre ciego, sin manos y sin pies y enfermo, sin poder valerse por sí mismo. Un tal hombre no tiene de suyo sino miseria, enfermedad y muerte. De la misma manera, nuestra naturaleza no tiene de suyo obra alguna meritoria, sino sólo pecado y miseria y muerte eterna; no se puede valer por sí, si no la asiste Dios, pero siendo enemiga de su Creador y aborrecida por el mismo que la puede valer, no puede presumir de nada ni tampoco puede confiar de sí. La gracia de Dios solamente la puede ayudar, aunque esta gracia no la merece.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Después del pecado de Adán y Eva, la naturaleza humana quedó en tal estado, que si no fuera por nuestro Redentor Jesús, cuya Sangre es la que sólo puede socorrerla y vivificarla y sanarla, sólo habría tenido un futuro de desesperanza y muerte. El que tengas un buen pensamiento, un afecto santo y una obra de misericordia, es por obra de la Sangre y la gracia de Cristo. No está en el hombre el tener fe, ni el tener padres que lo eduquen en el temor de Dios y maestros que le enseñen el camino del cielo. Por eso dicen los santos: “Todo es gracia de Dios”.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Dios es tan bondadoso y misericordioso, que todo lo mueve para nuestro bien y así por ejemplo, de Dios y su gracia dependen que tengamos pensamientos y afectos no sólo buenos sino santos, que nos lleven a obras meritorias para el cielo. La naturaleza humana, estando tan inficionada por el pecado, no puede disponer ni hacer nada bueno ni mucho menos santo, porque de suyo no tiene más que mentira, pecado y corrupción. Todo lo bueno y santo viene de Dios y su gracia: Dios empieza nuestro bien, con Dios cooperamos a él y sin Dios no lo podemos consumar[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          El hombre, nada bueno tiene de sí: la hacienda y la cosecha es engaño y mentira; la verdad y la virtud son de Dios y en Él tienen principio, en cambio en el hombre sólo tiene principio la perdición. Los buenos y santos pensamientos y sentimientos, más las ocasiones que son su causa, provienen de Dios, así como el quitar los impedimentos que han de estorbar para la obra virtuosa. Sólo Dios puede disponer todo lo bueno y santo que tenemos en esta vida; por esto, no tenemos de qué ensoberbecernos, porque nada tenemos que no hayamos recibido y si lo recibimos de Dios, ¿por qué hemos de gloriarnos?

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 370.
[2] Cfr. ibidem, 371.

miércoles, 10 de junio de 2020

Hora Santa en reparación por vandalización de templos católicos en marcha de protesta en México 080620


Imagen


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la vandalización sufrida por algunos templos católicos durante una marcha de protesta en México. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          Varios teólogos de renombre y autoridad, afirman acerca de la eficacia de nuestras oraciones, que esta es ahora mayor que antes de Cristo y la razón es que son hechas en Cristo, por Cristo y por Cristo. Es decir, Dios socorre ahora -en el tiempo después de Cristo- con mayores auxilios que antes de Cristo y favorece con más benignidad a los justos que tienen la gracia por Cristo. En otras palabras, por ser gracia dada por Jesucristo, es privilegiada con mayores favores y para más heroicas obras. Ésa es la razón por la cual en muy pocos años ha habido mayores santos que en el estado de inocencia[1].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          El hombre debe conocer su dignidad y la dignidad que le confiere la gracia de Cristo, para así conocer más y mejor a su Redentor; debe estimar más su gracia merecida por Cristo, pues Dios mismo la estima en más. El hombre que está en gracia es como el sarmiento unido a la vid: no se arranque de esta vid, en donde está injertada y por la cual produce abundantes frutos de santidad. Que el justo, el que está en gracia, ame mucho a su Redentor, pues por Él somos más amados por Dios Trino. Por la misma razón, debe el que está en gracia honrar mucho a Jesucristo, quien por nuestra salvación dio su vida en la Cruz[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Un monje doctísimo, llamado Jovio, admiró las excelencias y privilegios de nuestra gracia por encima de la de los ángeles, afirmando que “tiene por más dicha haber sido creado hombre -y haber recibido el bautismo- que ángel”. Este monje afirma lo siguiente: “¿Cómo nos pudiera ser más conveniente haber sido creados ángeles que hombres, pues el pecado de los ángeles no fue admitido a penitencia y así carece de todo perdón; pero nuestro linaje de hombres mortales, aunque peque, se levanta otra vez por la penitencia?”[3].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Afirma este autor que “después de la venida de Cristo Nuestro Señor, se ven mayores obras en los hombres, que cualesquiera otras que los ángeles hacen. Por lo cual dice San Pablo: “Mirad lo que os digo: aunque un ángel del Cielo os evangelice otra cosa fuera de lo que os he predicado, sea anatema”. Y San Judas Tadeo afirma: “El Arcángel Miguel no se atrevió a juzgar blasfemando al diablo; pero nosotros hemos recibido potestad para hollar y pisar sobre las serpientes y escorpiones y toda la virtud del enemigo”. No ha habido un ángel que se haya osado llamar a sí o a otro Dios o Hijo de Dios; pero los hombres se llaman dioses e hijos de Dios. Y como dijese Lucifer que había de ser semejante al Altísimo y que había de poner su solio en el Cielo, perdiendo todos los bienes que tenía, fue infamado, escarnecido y condenado para siempre; pero a nosotros la misma Verdad de Dios nos ha dado tan grande potestad, que nos hagamos semejantes al Padre y que con el Hijo nos sentemos en tronos”[4].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          “Es verdad -continúa el monje Jovio- que los hombres pecamos con facilidad, pero cuanto más fácilmente faltamos, tanto más fácil nos reparamos si queremos, porque nuestro sapientísimo Protector y Patrón Jesucristo nos abrió mil caminos para salvarnos y hacer penitencia. Por otra parte, los hombres poseen un bien mayor que los ángeles, porque ya son hechos parientes de Cristo, aun según la carne, y esto por el prodigio de la Encarnación del Verbo de Dios”[5].

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.
         


[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 360.
[2] Cfr. ibidem, 360.
[3] Cfr. ibidem, 361.
[4] Cfr. ibidem, 361.
[5] Cfr. ibidem, 361.

lunes, 9 de marzo de 2020

Hora Santa en reparación por vandalización de la Catedral de México en marcha pro-abortista 080320



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque vandálico sufrido por la Catedral de la Ciudad de México en la marcha feminista y pro-abortista del 8 de marzo de 2020. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

          Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          La Divina Presencia Real de Jesús en nuestros sagrarios siempre ha sido objeto de inmensa reverencia por parte de los santos. Su delicadeza amorosa, virginal, por las “cosas de Jesús” (1 Cor 7, 32) era una de las expresiones más evidentes de su gran amor que no admitía reservas, que consideraba todo de gran importancia, incluso una cosa de simple rito externo por la que Santa Teresa y San Alfonso decían estar dispuestos a sacrificar la vida misma[1]. Como los santos, debemos aprender a amar y reverenciar la Casa de Jesús, su Iglesia.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Es de los santos también de quien debemos aprender a amar a Jesús, rodeando de atenciones afectuosas los santos sagrarios, los altares y las iglesias, que son “Sus” casas (Mc 11, 17). Todo debe expresar decoro. Todo debe inspirar devoción y adoración. También las cosas pequeñas, hasta lo accidental. Nada será demasiado cuando se trata de amar y de honrar al “Rey de la Gloria” (Sal 23, 10). Si se piensa en rituales antiguos, por ejemplo, exigían agua perfumada para el lavatorio de los dedos del sacerdote en la Santa Misa[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Jesús mismo quiso instituir el Sacramento del Amor en un lugar noble y bello: el Cenáculo, una gran sala con adornos y alfombras (cfr. Lc 22, 12). Y los santos han sido siempre muy celosos del decoro de la Casa de Dios, porque como enseña Santo Tomás de Aquino, hace falta primero cuidar del Cuerpo Real de Jesús y después, de su Cuerpo Místico[3].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          San Francisco de Asís llevaba consigo una escoba, para barrer las iglesias que no encontraba limpias; después de predicar al pueblo reunía al clero y les recomendaba el celo por el decoro de la Casa del Señor; encargaba a Santa Clara los manteles sagrados para los altares y enviaba copones, cálices y toallas a las iglesias pobres y abandonadas. Cuando San Pedro Julián Eymard debía empezar la Adoración Eucarística en una casa pobre y abandonada, sentía siempre tanta pena por ello que exclamaba enseguida: “¡Oh! ¡Cuánto me ha costado alojar al Señor tan pobremente!”[4].

           Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

De la vida de San Juan Bautista De La Salle sabemos que el santo quería ver la capilla limpia y adornada siempre, el atar en perfecto orden, la lámpara eucarística siempre encendida. Las toallas sucias, los ornamentos rotos, los vasos poco limpios, no le agradaban en nada al santo. Ningún gasto le parecía excesivo cuando se trataba del culto de Jesús. Y San Pablo de la Cruz quería tan limpios los ornamentos y objetos sagrados, que no usaba, por ejemplo, corporales que no estuvieran lo suficientemente limpios[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

         


[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 120.
[2] Cfr. Manelli, ibidem, 120.
[3] Cfr. Manelli, ibidem, 121.
[4] Cfr. Manelli, ibidem, 121.
[5] Cfr. Manelli, ibidem, 121.