sábado, 27 de enero de 2024

Hora Santa en reparación por misa negra satánica en Catemaco Méjico 2024

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la gravísima ofensa y el infinito ultraje cometidos contra Nuestro Señor Jesucristo en la localidad de Catemaco en México, en donde individuos impíos y seguidores de Satanás se atreven a desafiar a Nuestro Señor, realizando sacrílegas misas negras, en las que los brujos invocan, adoran y hacen ofrendas al Ángel caído, el Príncipe de las tinieblas, al mismo tiempo que ofenden gravemente al Único y Verdadero Dios, Nuestro Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, Cristo Jesús.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Presencia Real, Verdadera y Substancial del Rey de reyes y Señor de señores, Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, el Verbo de Dios encarnado en el seno purísimo de María Santísima, es un misterio absoluto[1], sobrenatural, que supera absoluta y totalmente nuestra capacidad humana racional, por lo cual, para poder creer en dicha Presencia, es necesario que, además de la Fe sobrenatural infusa en el Bautismo, nuestra razón humana sea iluminada por la luz de la gracia santificante.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La Presencia del Señor Jesús se traslada, por así decirlo, desde los cielos, en donde reside eternamente en el seno del Padre, unido a Él por el Espíritu Santo, por medio de la Santa Misa, oficiada en la tierra por el sacerdote ministerial, no importa si este es el más humilde de todos o si es un príncipe de la Iglesia (cardenal, obispo, Papa).

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

La Presencia Real del Señor en el altar eucarístico es posible debido al milagro de la Transubstanciación, que ocurre en la Santa Misa, cuando el sacerdote ministerial pronuncia las palabras de la Consagración sobre las ofrendas del pan y del vino –“Esto es mi Cuerpo, Éste es el cáliz de mi Sangre”-, palabras pronunciadas por el mismo Sacerdote Eterno, Nuestro Señor Jesucristo, en la Última Cena, que fue al mismo tiempo la Primera Misa de la historia.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Por las palabras de la Consagración se produce el milagro de la Transubstanciación, es decir, las substancias del pan y del vino se convierten, por el poder del Espíritu Santo, en la Substancia del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, de manera que, antes de la Consagración, el pan era solo pan y el vino era solo vino y después de la Consagración, el pan es el Cuerpo de Jesús y el vino es la Sangre de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Esto es posible porque cuando el sacerdote ministerial, en la tierra, durante la Misa, pronuncia las palabras, no actúa en propia persona, sino in Persona Christi, es decir, es el mismo Señor Nuestro Jesucristo quien pronuncia las palabras y les confiere el poder divino, porque Él les concede a las palabras el poder del Espíritu Santo, quien es el que convierte las substancias creaturales y terrenas del pan y del vino en las substancias divinas del Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús. Ante los sentidos humanos, todo pareciera que permanece igual -el tacto, el sabor, el color, el peso- en cuanto a las especies eucarísticas, pero la fe nos dice que ya no son más pan y vino, sino el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en Persona en la Sagrada Eucaristía. Postrémonos en adoración ante el milagro eucarístico y nunca dejemos de dar gracias por el don de la Sagrada Hostia, el Milagro de los milagros, el Milagro que derrama en nuestras almas el océano infinito de Amor de la Divina Misericordia.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 99.

jueves, 18 de enero de 2024

Hora Santa en reparación por incitación a la profanación eucarística por parte de bruja en programa televisivo peruano 090124

 


Inicio: El uso de la Sagrada Eucaristía para cualquier fin que no sea el exclusivamente la Comunión Sacramental, para la unión espiritual en el amor, la fe, la piedad, y mucho más en un acto de horrible acto de brujería y ocultismo como el propuesto por esta bruja wiccana, en un programa televisivo, con una liviandad y superficialidad tan propia de nuestros oscuros días, constituye un gravísimo acto de sacrilegio hacia la Presencia Real, Verdadera y Substancial de Nuestro Señor Jesucristo. Nos sentimos ofendidos como católicos, pero a Quien ofenden en primer lugar es al Rey de reyes y Señor de señores, Jesús Eucaristía y eso no lo vamos a dejar pasar. Para mayores detalles, consultar las declaraciones del Arzobispo de Lima, en la página CatholicNewsAgency.com

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Son los santos, como siempre, quienes nos dan ejemplo y lección de cómo amar a Nuestro Señor Jesucristo y, por supuesto, también a la Virgen. En este caso en concreto, nos dan ejemplo de cómo amar a Jesús a través de la Comunión espiritual. Por ejemplo, San Francisco Javier Cabrini decía: “Cuanto más Te amo, menos Te amo, porque más querría amarte. No puedo más con esto… Ensancha, ensancha mi corazón”[1]. Que la Virgen, Nuestra Señora de la Eucaristía, interceda para que Nuestro Señor se digne ensanchar nuestros pobres corazones, para que su Divino Amor reine en ellos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

A su vez, Santa Bernardita, en los períodos en los que no se despertaba por la noche, llegó a pedir a una compañera que la despertase. ¿Por qué? “Porque querría hacer la Comunión espiritual”. Cuando San Roque de Montpellier pasó encarcelado cinco días, retenido como un peligroso vagabundo, estaba siempre en la cárcel con la mirada fija en el ventanuco, rezando. El carcelero le preguntó: “¿Qué miras?”. El santo le contestó: “Miro el campanario de la Parroquia”. Lo que en realidad miraba el santo, en dirección al campanario, era el Sagrario, en donde estaba Jesús Eucaristía, pues estaba haciendo su Comunión espiritual.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El Santo Cura de Ars decía a sus fieles: “A la vista de un campanario podéis decir: Allí está Jesús porque un sacerdote ha dicho Misa allí”. Y el Beato Luis Guanella, cuando acompañaba en el tren a los peregrinos a los Santuarios, les recomendaba siempre que dirigieran el pensamiento y el corazón a Jesús cada vez que vieran un campanario desde las ventanillas del tren. “Todo campanario -decía- nos señala una iglesia en la que hay un sagrario, se celebra la Misa, está Jesús”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Los santos desean comunicarnos la llama de amor que los consume en el Reino de los cielos, la Llama de Amor del Sagrado Corazón de Jesús, que los arrebata en el Santo y Purísimo Amor de Dios Tres Veces Santo. Imitándolos a ellos, hagamos el esfuerzo, auxiliados por la gracia, de concentrarnos al momento de la Comunión sacramental, o cuando hagamos la Comunión espiritual, para que esa Llama de Amor de Jesús -o al menos, una pequeñísima chispa de ese Inmenso Horno de Amor que es el Corazón Eucarístico de Jesús- se desprenda de su Corazón y encienda nuestros secos y pobres corazones en el Santísimo Amor de Dios.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

San Leonardo de Puerto Mauricio decía: “Si hacéis al día varias veces el santo ejercicio de la Comunión espiritual, os doy un mes de tiempo para ver vuestro corazón cambiado”. En solo un mes, el santo nos promete el cambio, para nuestro bien, para nuestra santificación, si hacemos la Comunión espiritual, repetidas veces durante el día. ¿Qué nos impide hacerlo?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 92.

Hora Santa en reparación por profanación de iglesia por parte de un musulmán 110124



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación cometida por un musulmán, quien oró y predicó en una iglesia católica, ante la presencia, la aprobación y el aplauso de eclesiásticos y laicos católicos, que de esta manea aprobaron implícitamente la profanación. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=WF-B6lJTzL0

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

San Pío de Pietralcina aconsejaba así a una hija espiritual suya, en relación a la Comunión espiritual: “A lo largo del día, cuando no te dejan hacer otra cosa, llama a Jesús, incluso en medio de todas tus ocupaciones, con un gemido resignado del alma y Él vendrá y se quedará unido siempre con el alma mediante Su gracia y Su santo amor. Con el espíritu vuela al Sagrario cuando no puedas hacerlo con el cuerpo y allí desahoga los deseos ardientes y abraza al Amado de las almas mejor que se te hubiera dado si lo hubieras recibido sacramentalmente”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

También nosotros debemos aprovechar de este gran don que es la Comunión espiritual. Sobre todo en los momentos de una gran prueba o tribulación por la que estemos atravesando, puesto que ¿qué puede ser más precioso que la unión con Jesús Eucaristía mediante la Comunión espiritual? Este santo ejercicio puede llenar de amor un día entero, aun en medio de las tribulaciones, dolores y aflicciones más profundas; puede hacernos vivir con Jesús en un abrazo de amor, dependiendo de nosotros hacerlo todas las veces que queramos, hasta incluso no interrumpirlo casi nunca.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Santa Ángela Merici tenía pasión amorosa por Comunión espiritual. No solamente la hacía con frecuencia y animaba a los demás a hacerla, sino que llegó a dejarla a sus hijas espirituales para que la practicasen perpetuamente.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Francisco de Sales tenía como propósito hacer al menos una Comunión espiritual cada cuarto de hora, por eso podemos decir que toda su vida no es otra cosa que la concatenación de una Comunión espiritual tras otra, de una unión espiritual con Jesús Sacramentado tras otra. ¿Quién puede ser más feliz que este santo? Ahora bien, si este gran santo lo hizo, ¿no podemos nosotros, al menos tratar de imitarlo, siquiera mínimamente en el mismo propósito? Y es un propósito que también hizo otro santo, desde joven, San Maximiliano María Kolbe.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El Beato Andrés Beltrami vivió una vida de Comunión espiritual ininterrumpida. Dice así en su diario personal: “Dondequiera que me encuentre pensaré con frecuencia en Jesús en el Sacramento. Fijaré mi pensamiento en el Santo Sagrario incluso cuando me despierte de noche, adorándolo desde donde me encuentre, llamando a Jesús en el Sacramento, ofreciéndole las acciones que esté haciendo. Instalaré un hilo telegráfico desde el estudio hasta la iglesia, otro desde la habitación, un tercero desde el comedor y con la frecuencia que pueda enviaré mensajes de amor a Jesús en el Sacramento”. ¡Qué continua corriente de amor por esos queridos hilos telegráficos! ¿Por qué no nos proponemos hacer lo mismo, imitando al santo?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico. Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 91.


sábado, 6 de enero de 2024

Hora Santa en reparación por masacre de cristianos en Nigeria en Navidad 2023

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el cruel asesinato de ciento cuarenta católicos fieles nigerianos que asistían a los servicios litúrgicos de Nochebuena. Para mayores datos acerca de este horrible atentado contra la fe, consultar el siguiente enlace:

https://aica.org/noticia-navidad-sangrienta-en-nigeria-unos-160-muertos-en-ataques-a-aldeas-cristianas

          Canto de entrada: “Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Nuestro Señor Jesucristo le manifestó a Santa Clara de Siena en una visión lo preciosa que es la Comunión espiritual. La Santa temía que la Comunión espiritual no tuviera ningún valor respecto de la Comunión sacramental. Jesús se le apareció con dos cálices en la mano y le dijo: “En este cáliz de oro pongo tus Comuniones Sacramentales; este cáliz de plata pongo tus Comuniones espirituales. Las dos me son igualmente agradables”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Y a Santa Margarita María de Alacquoque, quien frecuentemente lanzababa a Jesús ardientes jaculatorias en el sagrario, le dijo una vez Jesús: “Me es tan querido el deseo de un alma de recibirme, que me precipito hacia ella cada vez que me llama con sus deseos”.

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

No hace falta mucho para intuir cuánto amaban los santos la Comunión espiritual. Ésta satisface, al menos en parte, el anhelo ardiente de ser siempre “uno” con quien se ama. Jesús lo ha dicho: “Permaneced en Mí y Yo permaneceré en vosotros” (Jn 15, 4). Y la Comunión espiritual nos ayuda a quedar unidos a Jesús, aunque lejos de que more en nosotros.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

          No hay otro medio para aplacar los anhelos de amor que consumen los corazones de los santos. “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma, te busca a ti, mi Dios” (Sal 41, 2).  “Oh, Esposo mío amado -exclama Santa Catalina de Génova-, deseo tanto la alegría de estar contigo que me parece que si estuviera muerta resucitaría para recibirte en la Sagrada Comunión”. Y Santa Ángela de la Cruz experimentaba de una manera tan fervorosa el deseo de vivir siempre unida a Jesús Eucarístico, que tuvo que decir: “Si el confesor no me hubiera enseñado a hacer la Comunión espiritual no habría podido vivir”[2]. ¡Aprovechemos a hacer no solo la Comunión Sacramental, sino la Comunión espiritual y esta, tantas veces cuantas el amor a Jesús Eucaristía nos lo solicite!

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          Para Santa María Francisca de las Cinco Llagas, la Comunión espiritual era igualmente el único alivio para el dolor agudo que sentía al estar recluida en casa, lejos de su Amor, especialmente cuando no se le concedía hacer la Comunión sacramental. Entonces subía a la terraza de la casa y mirando a la iglesia suspiraba entre lágrimas: “Dichosos los que hoy te han recibido en el Sacramento, Jesús. Afortunados los muros de la iglesia que guarden a mi Jesús. Felices los sacerdotes que están siempre cerca de Jesús amabilísimo”. Y solamente la Comunión espiritual podía aliviarla un poco.

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucaristico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 89.

[2] Cfr. ibidem, 90.