miércoles, 26 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por convención satánica masiva y pública en Boston, EE. UU. 280423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el gravísimo ultraje y sacrilegio a la Santísima Trinidad, a Nuestro Señor Jesucristo y a María Santísima, que implica la adoración blasfema a Satanás, programada por la secta satánica “Templo Satánico” en Boston, a realizarse públicamente los días 28, 29 y 30 de abril de 2023. Nos unimos en la oración y en la adoración a la Arquidiócesis de Boston, que ha pedido que “asaltemos el cielo” (sic) en esos días, con oración de reparación. También pedimos por cristianos perseguidos por los satanistas, como la alcaldesa de Boston, quien inicialmente se opuso a la convención satánica, siendo duramente atacada por los seguidores de Satanás. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/2023/04/11/la-archidiocesis-de-boston-arenga-a-sus-fieles-de-cara-a-la-convencion-satanica-que-tendra-lugar-en-la-ciudad-a-finales-de-abril/

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Una imagen de la grandeza del cuerpo como “templo del Espíritu Santo”, nos la da el cuidado que Dios mismo puso en que el Templo y el Tabernáculo sean hermosos. Toda la materia con la que se habría de construir, quiso Dios que fuese elegida, limpia y preciosa: oro y plata, ricos brocados, hermosas telas, piedras preciosas, madera escogidísima, que era de Setin, muy estimada, incorruptible y limpísima y no contento con eso, aunque era madera tan pura y rica, la mandó a cubrir con oro[1]. Esto nos da una idea de la grandeza y magnificencia espiritual que la gracia santificante concede al cuerpo, para que sea templo del Espíritu Santo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Además de esto, tuvo particular cuidado para que no hubiese en todo él ni una mancha y así, habiendo mandado hacer un candelero y velón con siete lámparas que ardiesen en él, ordenó que fuese todo de oro purísimo y para que no se manchase, ni cayese ni una gota de aceite en el suelo o alguna pavesa humease, lo previno con muchas vasijas y despabiladeras, todo con tanta curiosidad y aseo, que hasta los pábilos de las luces que se despabilaban quiso que se echasen en vasijas de oro purísimo y para mayor limpieza, quiso que aquel aceite fuese preparado con varios olores y aromas[2]. Todo esto que se lleva a cabo en el plano material, lo lleva a cabo la gracia santificante en el alma y en el cuerpo, dotándolos de una riqueza incomparablemente más grandiosa que cualquier riqueza material.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Para que no se ensuciase el Tabernáculo ni cayese en él un poco de polvo, mandó hacerle una y otra cubierta, para cuando estaba armado y después para cuando se deshacía: cada parte de él debía tener su cobertor para que no la pudiesen tocar con las manos. Toda la obra quiso que fuese tan prima y hermosa, que por sí mismo dio el Señor la traza, no sólo de palabra, sino después de haber instruido en ella al santo Moisés, le remitió el modelo y planta que de todo le mostró y para que se ejecutase mejor, infundió milagrosamente arte y ciencia de ello a algunos oficiales. Del mismo modo, el templo del Espíritu Santo que es el cuerpo, no debe estar mancillado con la más mínima mancha de pecado venial y para ello la gracia santificante lo purifica y lo santifica, concediéndole la hermosura inigualable de la santidad divina.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Ahora bien, si para depositar la Ley fue menester tanto aparato, riqueza, aseo y limpieza, para recibir y conservar la gracia, ¿qué pureza será necesaria? Dos tablas de la Ley fue menester que se guardasen en un arca riquísima de madera incorruptible y más precioso de todos: la gracia, guardarse en un cuerpo incorrupto y limpio, más precioso y puro que el oro. Toda esta lindeza y aseo tan limpio del Tabernáculo, nos dice cuán puro debe ser, aun en él al Espíritu Santo y que, para conservar su gracia, es menester mucha limpieza de cuerpo y alma[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El cristiano, siendo templo del Espíritu Santo por la gracia santificante, debe conservar en su carne una pureza exquisita y grande, sin hacer pecado, aunque fuese el más pequeño en esta materia; cuán preciosa debe ser la castidad de su cuerpo, que es el templo del Dios Vivo. Por esto mismo, el cristiano debe aprender del rigor con que Dios mandó se guardase limpieza en todas las cosas que tocaban a aquel templo muerto, amenazando con pena capital de muerte, no solo a los que contaminasen los vasos del santuario, pero aun el tocarlos y el mirarlos descubiertos: de la misma manera, el cristiano debe conservar el estado de gracia santificante, para que el alma y el cuerpo sean dignos templos del Divino Amor, el Espíritu Santo.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 564.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 565.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 565.

jueves, 20 de abril de 2023

Hora Santa por islamización forzada y encubierta de niños cristianos en Australia 200423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario en reparación por la brutal islamización de niños cristianos, llevada a cabo de forma forzada y encubierta en Australia. Los niños cristianos, los que han recibido el Bautismo sacramental católico, son hijos adoptivos de Dios Uno y Trino y NO de Alá, por lo que islamizarlos es un claro intento de apropiarse de almas que le pertenecen a la Santísima Trinidad. Para mayores datos acerca de esta aberración, consultar el siguiente enlace:

https://media.gab.com/system/media_attachments/files/135/748/397/playable/fe5d50907e926744.mp4

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Sagrada Escritura nos revela que, por la gracia del Bautismo sacramental, nuestro cuerpo es “templo del Espíritu Santo” (1 Cor 3, 17); por esta razón, el cristiano debe luchar, en primer lugar, contra sí mismo y luego contra el mundo y el demonio, para mantener la pureza, tanto del alma, como la del cuerpo. La pureza del alma la concede la gracia y consiste, ante todo, en una fe limpia, pura, inmaculada -la Virgen Pura e Inmaculada es el modelo a seguir-, sin contaminación con errores, herejías, y mucho menos sacrilegios y blasfemias.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Ahora bien, a la pureza del alma se le debe agregar, de forma concomitante, la pureza del cuerpo. Dice así San Pedro Damián: “El alma del hombre no está a propósito para el don de la gracia divina, si no es que primero esté seca de todo humor de gusto carnal”. Y San Crisóstomo dice: “La vida impura extingue el espíritu”. Más claramente lo dice San Bruno: “Si no se apagare el fuego inferior, no podrá lucir el superior. La lujuria es el fuego interior; pero el superior, ¿qué otra cosa es sino la gracia del Espíritu Santo?”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Para recibir a la Tercera Persona del Espíritu Santo, el alma debe estar en estado de gracia, porque es la única forma en que puede recibir al Divino Amor de modo digno. Pero también el cuerpo debe ser santo y no solo el alma; es decir, la santidad del cuerpo debe acompañar a la del espíritu y así como la santidad del alma es la gracia, así la santidad de la carne es la castidad y pureza, según nos enseñan los Padres de la Iglesia.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

El Apóstol dice a los cristianos que han recibido la gracia: “Sepa cada uno poseer el vaso de su cuerpo en santificación y honra, no con la pasión de su deseo, como lo hacen los gentiles, que no conocen a Dios” (1 Tes 4). Llama “santificación y honra del cuerpo” el guardarle puro y casto, así la castidad es la santidad de la carne y la honra del hombre[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

La razón por la que los cristianos se han de esmerar no solo en la santidad del alma, sino en la pureza del cuerpo, sin cometer ni aun los menores pecados en esta materia, la da el mismo Apóstol, que es hacerse con la gracia recibida. Escribiendo a los cristianos de Corinto dice: “¿No sabéis cómo vuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo que habita dentro de nosotros?” (1 Cor 3, 17). Y también otra vez: “¿No sabéis que sois templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, el mismo Dios le destruirá” (6, 19).

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 563.

[2] Cfr. 564.

martes, 18 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por burla blasfema contra la Virgen del Rocío en Cataluña, España 110423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la gravísima ofensa y el horrendo sacrilegio cometido contra la Madre de Dios en España, en el curso de un espantoso programa de televisión (al cual auguramos su pronto cierre). Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.religionenlibertad.com/polemicas/118618551/obispos-catalanes-andaluces-manifiestan-profunda-indignacion-mofas-virgen-tv3.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Son los Santos los que nos enseñan a valorar y apreciar ese tesoro de valor inconmensurable como es la Santa Misa. San Agustín decía lo siguiente respecto a su madre, Santa Mónica: “Ella no dejó pasar un día sin estar presente en el Divino Sacrificio ante Tu Altar, Oh Señor”. Por su parte, San Francisco de Asís asistía dos veces al día a la Santa Misa y cuando estaba enfermo, le pedía a un fraile sacerdote que celebrara la Misa para él, en su celda, a fin de no quedarse sin ella[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Santo Tomás de Aquino, después de celebrar la Santa Misa, cada mañana, ayudaba en otra como acción de gracias. A su vez, San Pascual Baylón, cuando era pastor de oficio, no podía ir a la Iglesia para asistir a todas las Misas que hubiera deseado, porque tenía que llevar a pastar al rebaño. Entonces, cada vez que oía las campanas de la Iglesia llamando a Misa, se arrodillaba en el pasto entre las ovejas, frente a una gran cruz de madera que él había hecho y así podía, aunque fuera de lejos, seguir al sacerdote en el ofrecimiento del Sacrificio Divino.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

En su lecho de muerte, San Pascual Baylón sacó fuerzas para susurrar a sus hermanos: “Soy feliz al unir al Sacrificio de Jesús, el sacrificio de mi pobre vida”. ¡Y murió en el momento de la Consagración! San Juan Berchmans, que murió muy joven, siendo muchacho, salía todos los días de casa a primera hora para ir a la iglesia. Una vez la abuela le preguntó porqué salía tan temprano y le respondió: “Para atraer las bendiciones de Dios, he conseguido que me dejen ayudar en tres misas antes de ir a la escuela”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Pedro Julián Eymard encontraba sus delicias ya desde pequeño, en ayudar como monaguillo en la Santa Misa. La costumbre de su tiempo en el pueblo era que ayudase a la Santa Misa el muchacho que a la mañana temprano estuviese durante un cuarto de hora haciendo sonar la campanilla por el pueblo para avisar a los fieles. Así, muchas veces el pequeño Pedro Julián escondía la campanilla por la tarde, de modo que por la mañana estuviese seguro de servir él en la Misa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Una madre de ocho hijos, Santa Margarita Reina de Escocia iba a Misa todos los días y llevaba con ella a sus hijos y con maternal cariño les enseñaba a atesorar el misalito que había adornado con piedras preciosas.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005, 34.

martes, 11 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por presentación sacrílega de ofrendas de pan y vino en envases plásticos descartables 110423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la gravísima ofensa, blasfemia y sacrilegio que supone la “venta” de hostias y vino en envases plásticos, como si se tratara de un producto de supermercado. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.amazon.com/-/es/celebraci%C3%B3n-hostias-vasos-prellenados-unidades/dp/B001GOLW0Q

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Una sola Santa Misa, escuchada con devoción, con piedad y con amor, nos obtiene méritos infinitos para el Cielo, muchos más que cualquier otra obra buena que seamos capaces de hacer. Dice así San Bernardo: “Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Que la Santa Misa nos proporcione gracias infinitas, no puede ser de otra manera, siendo el mismo Hombre-Dios quien se ofrece con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad por la salvación de mi alma. El Santo Cura de Ars decía: “El martirio no es nada en comparación con la Santa Misa, porque el martirio es el sacrificio del hombre a Dios, mientras que la Misa es ¡el sacrificio de Dios por el hombre!”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Deberíamos preferir mucho más la Santa Misa sobre cualquier diversión, la cual si bien es necesaria y debe ser sana y santa, nos hace sin embargo perder tiempo y no nos trae ninguna ganancia a nuestras almas. San Luis IX, Rey de Francia, asistía a Misa todos los días y algunos días, dos o tres veces. Un ministro del gobierno se quejó, sugiriéndole que debería dedicar ese tiempo a las cosas del reino. El santo rey le hizo notar: “Si me gasto el doble de ese tiempo en diversiones como la cacería, nadie pondría ninguna objeción”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Como afirma un autor, “seamos generosos y hagamos sacrificios voluntarios a fin de no perder tan gran beneficio. San Agustín decía a los fieles: “Todos los pasos que uno da para ir a oír una Santa Misa, son contados por un Ángel y así cada uno recibirá de Dios una incomparable recompensa en esta vida y en la eternidad”. El Cura de Ars agrega: “¡Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que acompaña al alma cuando va a Misa!”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Una vez que uno se da cuenta del valor infinito de la Santa Misa, no se sorprende del ardor de los Santos y del cuidado que ponían en oírla. San Pío de Pietrelcina dijo a un penitente: “Si los hombres comprendiesen el valor de la Santa Misa, sería necesario que hubiera guardias en todas las Misas para mantener en orden a la multitud en las iglesias”.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005 32.

sábado, 8 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por robo sacrílego de Eucaristía en México 080423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego -con toda probabilidad, para ser usada en misas negras o satánicas- de la Hostia consagrada en una parroquia de México. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=K-ddeRMVVKA

Canto de entrada: “Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Con relación a la Santa Misa, Nuestro Señor le dijo a Santa Gertrudis: “Puedes estar segura de que quien asistió a la Santa Misa devotamente. Yo le mandaré durante los últimos momentos de su vida tantos de mis Santos a que lo consuelen y lo protejan, como Misas haya oído bien”[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         ¡Cuánto consuelo traen estas palabras! Por esta razón decía el Santo Cura de Ars: “Si supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, ¡qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella!”. Y San Pedro Julián Eymard decía: “Sepan, oh cristianos, que la Misa es el acto de religión más sagrado. No pueden hacer nada para glorificar más a Dios, ni para mayor provecho de su alma, que asistir a Misa devotamente y tan a menudo como sea posible”.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Por esto, debemos considerarnos afortunados cada vez que tengamos la oportunidad de asistir a la Santa Misa; y a fin de no perder la oportunidad, no debemos nunca echarnos atrás frente a cualquier sacrificio para asistir, especialmente los días de precepto (Domingos y días de fiesta), en los que la obligación de participar de la Misa es grave y quien no asiste, comete pecado mortal.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Son los Santos de todos los tiempos, los que nos dan ejemplo de amor a la Santa Misa. Por ejemplo, Santa María Goretti, quien para ir a Misa los domingos, viajaba veinticuatro kilómetros a pie para ir y regresar a su casa. O también Santina Campana, quien iba a Misa aun cuando tenía altísima fiebre. San Maximiliano María Kolbe ofrecía la Santa Misa incluso cuando su salud estaba en tan lastimoso estado, que uno de sus hermanos en religión tenía que sostenerlo en el altar para evitar que cayera. Y muchísimas veces el Padre Pío de Pietrelcina celebró la Santa Misa, aun cuando le sangraban las manos y ardía en fiebre.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Ahora bien, si a algún santo la enfermedad le hacía verdaderamente imposible el asistir personalmente a Misa, se unían al menos espiritualmente a los Sacerdotes celebrantes en todas las iglesias de la tierra. Así hacía por ejemplo Santa Bernardita cuando debía estar en el lecho durante mucho tiempo. Decía a sus hermanas: “Las Misas son perpetuamente celebradas de una a la otra parte del globo: yo me uno a todas estas Misas, sobre todo durante las noches que paso a veces sin poder dormir”.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005 31.

miércoles, 5 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por sacrílega “misa-tecno” en Alemania 050423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la planificación para Pascuas de una misa sacrílega denominada “misa tecno” en Alemania. Para obtener mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.katholisch.at/aktuelles/143274/vorarlberg-kirche-laedt-jugendliche-zu-techno-osternacht

Canto de entrada: “Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Con relación a los efectos saludables de la Santa Misa en el alma del fiel que ama a Jesús Eucaristía, San Lorenzo Justiniano decía: “Ninguna lengua humana puede enumerar los favores que se correlacionan con el Sacrificio de la Misa. El pecador se reconcilia con Dios; el hombre justo se hace aún más recto; los pecados son borrados; los vicios eliminados; la virtud y el mérito crecen y las estratagemas del demonio son frustradas”[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         A su vez, San Leonardo de Porto Mauricio decía: “¡Oh, gente engañada, ¿qué están haciendo? ¿Por qué no se apresuran a ir a las iglesias a oír tantas Misas como puedan? ¿Por qué no imitan a los ángeles, quienes cuando se celebra una Misa, bajan en escuadrones desde el Paraíso y se estacionan alrededor de nuestros altares en adoración, para interceder por nosotros?”. Nosotros podríamos agregar: ¿Qué puede haber que sea mejor que adorar al Cordero de Dios en la Eucaristía?

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         San Felipe Neri solía decir: “Con oraciones pedimos gracias a Dios; en la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda”. Y en verdad, todos y cada uno de nosotros, necesitamos infinidades de gracias para salvar nuestras almas y todas esas gracias nos la puede conceder la Santísima Trinidad a través de la Santa Misa, Fuente inagotable de gracias. La oración ofrecida durante la Santa Misa, implica todo nuestro sacerdocio, ya sea el sacerdocio ministerial, exclusivo del sacerdote particular en el altar, y el sacerdocio común de los fieles. En la Santa Misa, nuestras oraciones se unen a la plegaria de la agonía de Jesús, al sacrificarse Él mismo por nosotros.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         De una manera especial durante el Canon, que es el corazón de la Santa Misa, la oración de todos nosotros se convierte también en la oración de Jesús, presente entre nosotros. Los dos Mementos del Canon Romano, durante los cuales se recuerda a los vivos y a los muertos, son momentos preciosos para que nosotros presentemos nuestras necesidades, podemos encomendar a nuestras personas queridas, vivas y difuntas, justamente en el instante supremo de la Pasión y Muerte de Jesús entre las manos del sacerdote. Sepamos aprovechar esto: los Santos lo estimaron muy importante y cuando se encomendaban a las oraciones de los sacerdotes, pedían que se les recordara sobre todo en el Canon.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

En la hora de nuestra muerte, en el momento de pasar de esta vida terrena y temporal a la vida eterna, entonces será el momento en el que las Misas que hemos oído devotamente, nos traerán nuestro más grande consuelo y esperanza y una Misa oída por nosotros mismos durante nuestra vida, nos traerá más réditos que las muchas oídas por otros en nuestra memoria, después de muertos. San José Cottolengo garantizaba una santa muerte a quien participa frecuentemente de la Santa Misa. San Juan Bosco considera un signo de predestinación escuchar muchas Misas.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005, 28.