domingo, 29 de agosto de 2021

Hora Santa en reparación por burla demoníaca al Sagrado Corazón México 240821

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la burla satánica contra Nuestro Señor Jesucristo, bajo la advocación del Sagrado Corazón, cometida en México. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/advierten-que-burla-de-luisito-comunica-al-sagrado-corazon-es-diabolica-40860

Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Para poder apreciar el valor inestimable de la contrición perfecta del corazón –por la cual se concede la gracia santificante que salva el alma de la eterna condenación-, consideremos lo que afirma un autor acerca de la contrición: “Es tan eficaz la contrición, que si uno tuviera todos los pecados de Arrio, Mahoma, Lutero, el Anticristo y juntamente todos los pecados que hicieron Lucifer, con sus secuaces, con sólo un acto de contrición verdadero se le perdonaran todos y quedara hermoso como un ángel”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Al ser tan provechosa la contrición, la devoción más provechosa que podemos tener es acostumbrarnos a hacer muy a menudo actos de contrición, con verdadero amor de Dios. Esto se debe hacer, por ejemplo, por la mañana, para que, reconciliados con Dios, se asegure en toda las obras del día el mérito de la gloria eterna. Porque las obras del pecador, que fueran muertas sin merecimiento de gloria, ya después de la contrición las hará merecedoras de contrición y gloria[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Otra cosa que se debe hacer, para sacar provecho a la contrición, es hacer un acto de contrición por la noche –acompañando a este acto la devoción de las Tres Avemarías antes de dormir, más el uso del agua bendita, rociándola sobre la propia cama-, para así estar prevenidos contra una muerte repentina, lo cual puede suceder, ya que “nadie sabe ni del día ni la hora” en que habremos de comparecer ante el Terrible Juez, lo cual sucederá no sólo en el Día del Juicio Final, sino también en el Juicio Particular, es decir, en el momento de nuestra muerte personal y para este momento es que debemos estar en estado de gracia santificante y para ello es la contrición.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Lo tercero que se debe hacer es que, si por desgracia se comete un pecado mortal –debemos pedir la gracia de morir, literalmente, a la vida terrena, antes de cometer un pecado mortal o venial deliberado-, es realizar un acto de contrición, para no permanecer ni por un segundo más en estado de pecado mortal, es decir, como enemigo de Dios y también para no continuar cometiendo pecados mortales. Lo cuarto que debemos hacer es empezar a orar, porque ésta es una muy buena disposición para comenzar a hablar con Dios. Es decir, no se puede hablar o conversar familiarmente con Dios, siendo un enemigo suyo, sino que se debe hacerlo siendo su amigo, estando en estado de gracia y hay que saber que las alabanzas divinas no están decentemente en la boca de un enemigo de Dios[3].

 Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Lo quinto que se debe hacer es que, estando en peligro de muerte, realizar un acto de contrición, para así asegurar la salvación; lo sexto, realizar el acto de contrición ante cualquier grave tentación, para fortificarse el alma con la contrición. Lo séptimo, en todo negocio grave y arduo que se emprenda, o de cualquier modo se haya de implorar el socorro divino, porque con la contrición nos disponemos para que Dios nos asista y enderece y oiga nuestras peticiones. Por último, lo octavo es cuando uno se acerca a los Sacramentos, porque es una disposición admirable para recibirlos con más provecho. Y en algunos casos es necesario hacer un acto de contrición o mejor aún, acercarse al Sacramento de la Penitencia, para el cual es convenientísima la contrición[4].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 500.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 501.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 501.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 501.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Hora Santa en reparación por el asesinato de dos religiosas en Sudán 150821

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrílego y cruel asesinato a sangre fría de dos religiosas en Sudán, África. Para mayores datos acerca de tan lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-08/dolor-del-papa-por-brutal-asesinato-dos-religiosas-en-sudan-sur.html

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Después de la confianza, otra disposición que se necesita para alcanzar la gracia es lo que se conoce como “contrición del corazón” o “contrición verdadera”[1]. ¿En qué consiste? Consiste en el dolor del corazón –un dolor espiritual, por así decirlo- que sobreviene al pecador cuando, luego del pecado e iluminado por el mismo Dios, toma conciencia de la malicia del pecado y de la Bondad y del Amor Misericordioso, Eterno e Infinito, que es Dios, a quien ha ofendido con el pecado y es tan grande este dolor, de naturaleza filial, que se decide de ahora en adelante a “morir antes que pecar”, como decían los santos.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         En otras palabras, la contrición nace del amor hacia Dios, a quien ahora se ve como lo que Es, un Padre amoroso, un Amigo Fiel, a quien con nuestra malicia hemos ofendido grandemente y como este dolor es como el dolor de un hijo cuando se arrepiente de haber ofendido a sus progenitores, el pecador decide pedir la gracia de morir a la vida terrena antes que volver a ofender a Dios con el pecado, por pequeño que sea[2]. Por la contrición, el dolor, que nace del amor a Dios, atraviesa de pena el corazón del pecador, por haber sido tan malo, ante un Dios que es infinita Bondad, Dulzura y Amor, al tiempo que toma la decisión de no volver a pecar y de amar a Dios por ser quien Es, Dios de infinito amor.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         A la disposición llamada “contrición del corazón”, le sigue la gracia, de manera que en el momento mismo en el que el pecador tiene la contrición del corazón por sus pecados, ahí recibe la gracia. Cuando la contrición es perfecta, verdadera, se le perdonan los pecados y se le comunica la gracia, con lo cual el pecador deja de ser hijo del demonio para pasar a ser hijo de Dios. Es lo que sucedió por ejemplo con David, quien en el momento en el que con verdadera contrición reconoció haber pecado, en ese momento le respondió el profeta Natán que Dios le había perdonado su pecado (2 Re 12, 13)[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         La contrición es algo admirable; es una obra excelente de la divinidad en nuestra voluntad y en sus fuerzas, a las cuales aumenta con la misma fuerza divina, a la que se le suma la caridad, es decir, el amor sobrenatural a Dios y al prójimo y regresa al alma a la vida de la gracia, convirtiéndola y entregándola a Dios, haciéndola heredera del Reino de los cielos. La contrición es obra maravillosa de Dios Trino porque hace que el alma, ennegrecida por el pecado, quede resplandeciente con la blancura de la gracia[4].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Por la contrición, el alma se convierte, de imagen deforme similar al demonio, en algo más resplandeciente que el sol, más hermosa que los cielos, más preciosa que el oro y lo que es aún más sorprendente y maravilloso, es que el alma, de muerta que estaba a la vida de la gracia por causa del pecado, vuelve a la vida de los hijos de Dios. Esta obra maravillosa la lleva a cabo la contrición, no en el cuerpo, sino el alma, siendo un prodigio más grande que el de dar la vida a un cuerpo muerto, porque por la contrición perfecta, el alma vuelve a la vida de la gracia[5].

           Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 498.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 499.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 499.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 500.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 500.

martes, 24 de agosto de 2021

Hora Santa en reparación por el asesinato de un sacerdote en Francia 090821


 

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el cruel asesinato de un sacerdote católico, ocurrido en Francia. Para mayores datos acerca del lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.infobae.com/america/mundo/2021/08/09/asesinaron-a-un-sacerdote-catolico-en-francia-y-el-sospechoso-seria-el-responsable-del-incendio-en-la-catedral-de-nantes-de-2020/

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Para alcanzar la gracia, es necesaria la virtud de la esperanza, no solo para compensar el temor que puede causar la contemplación de los efectos de su pérdida para siempre –la eterna condenación-, como para recibir el celestial aliento que supone ingresar en el Reino de los cielos si morimos en estado de gracia. Ahora bien, es necesario tener en cuenta las palabras de Jesús: “Sin Mí, nada podéis hacer” (Jn 15, 5) y esto es literal, porque sin Él, que es la Gracia Increada y Fuente de toda gracia, no podemos recibir la gracia, pero tampoco podemos, sin Él, recibir la esperanza, porque se trata de una virtud sobrenatural que tiene que ser infundida desde lo alto sobre nuestra voluntad[1].

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Puesto que la gracia proviene de Dios Uno y Trino, Fuente Increada de la Gracia y la Gracia en sí misma, es imposible, tanto para el hombre como para el ángel, adquirirla por sus propias fuerzas, por lo que es necesario que, indefectiblemente, sea donada por la Trinidad y esto sucede a través de los Sacramentos de la Santa Iglesia, quienes nos proporcionan la gracia que nos ganó Jesucristo con su sacrificio en cruz. Es por esto que, si bien no podemos caer en el pecado de soberbia luciferina, de pensar que la podemos obtener por nosotros mismos, tampoco debemos caer en la desconfianza de que Dios no habrá de otorgárnosla, si a Él nos confiamos y a Él se la pedimos[2].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Es voluntad de Dios que salgamos del pecado, si en él por desgracia hemos caído, porque “Dios quiere que todos nos salvemos” (1 Tim 2, 4) y sólo podemos salvarnos si recibimos la gracia santificante que brota del Costado traspasado del Señor Jesús. El pecador, por su culpa, por su libre albedrío, cae en un abismo de oscuridad y de tinieblas espirituales, del cual le es imposible salir con sus propias fuerzas, pero es entonces cuando interviene Dios con su gracia, a la que concede sin miramientos a todo aquel que humildemente se la implora, por los méritos del Hombre-Dios Jesucristo en su misterio salvífico de Pasión, Muerte y Resurrección.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         El hombre en general y con más razón en particular, el hombre redimido, el católico, el que ha recibido la gracia de la adopción filial, debe procurar en no aferrarse a las cosas de la tierra; debe recordar que “vive en el mundo pero no es del mundo” (cfr. Jn 15, 19), porque es ya ciudadano del Reino de los cielos, llamado al Banquete de bodas del Cordero en los cielos. Si el hombre se ayuda a sí mismo, procurando con todas sus fuerzas desapegarse del mundo y sus vanos atractivos, Dios Trino no tardará ni un instante en otorgarle la gracia que necesita para alcanzar el Reino de la Jerusalén celestial, “cuya Lámpara es el Cordero” (cfr. Ap 21, 23)[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Dios no niega su amistad y su gracia a nadie, pues Él mismo nos llamó “amigos” en la Última Cena y es por esto que si alguien hace lo necesario para merecerla, mucho más se la concederá, prontamente. A través de Zacarías dice: “Convertíos a Mí y Yo me convertiré a vosotros” (1, 3); a través de Ezequiel dice: “La maldad del malo no le dañará en cualquier día que se convirtiere” (33, 12) y también dice: “Cuando se apartare el malo de su maldad, vivificará su alma”. Dios está tan pronto en darnos su gracia y con ella su vida eterna, que cuando nos disponemos a ella, no demora ni un segundo en darnos la inestimable gracia santificante[4].

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 496.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 497.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 497.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 498.

viernes, 6 de agosto de 2021

Hora Santa en reparación por robo sacrílego del Santísimo Sacramento en Cuernavaca Méjico 040821

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego del Santísimo Sacramento del altar, ocurrido en la localidad de Cuernavaca, en Méjico. Para mayores detalles acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/blogs/sursum-corda/perdonales-porque-no-saben-lo-que-hacen-obispo-de-cuernavaca-lamenta-profanacion-de-templos/

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Con respecto a la eterna salvación de los cristianos, afirma un autor que no son pocos, porque la eficacia de los Sacramentos de Cristo es grande. Dice así: “De los cristianos no es poca parte los que se salvan, porque es grande la eficacia de los Sacramentos de Cristo. Y si San Juan Crisóstomo dijo que en una ciudad tan populosa como Antioquía apenas se salvarían cien, sería porque no era sólo de cristianos sino porque también había en ella muchos gentiles idólatras”[1]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre tengamos un gran aprecio por los Sacramentos del Señor, que nos conceden su gracia santificante!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Por otra parte, continúa este mismo autor, “si ha habido días en que se han condenado millares, también ha habido días en que se han salvado millares”[2]. Además, hay un motivo que mueve más a la Misericordia Divina a perdonar y salvar a los pecadores arrepentidos, que a la Justicia Divina a castigarlos y es la Sangre Preciosísima del Redentor, derramada en el Calvario y cada vez en el cáliz de la Santa Misa. Es esta Sangre Preciosísima la que lleva a que en nuestro peregrinar terreno, predomine la Misericordia Divina por encima de la Justicia Divina.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         La muerte en cruz de Nuestro Señor Jesucristo no fue para que Dios fuese riguroso, sino misericordioso; no hay, en la Divina Justicia, los tesoros que tiene la Divina Misericordia y esos tesoros son la Sangre Preciosísima del Cordero de Dios, derramada en su Santa Pasión[3]. Nuestro Señor no sufrió la Pasión para que Dios fuese severo, sino piadoso; a la Justicia nadie le  habla al oído, nadie la aviva, pero a la Misericordia Divina da voces y clama el Hijo de Dios en Persona, desde su Trono Bendito, la Santa Cruz y así aviva y despierta a la Misericordia de Dios.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

La Justicia Divina sólo tiene de su parte el aborrecimiento que Dios tiene de los pecados, pero este mismo aborrecimiento le tiene la Misericordia de la suya, pues por el mismo caso que Dios no puede ver el pecado, le hemos de pedir nos le perdone[4]. Más aborrece Dios a los pecados, que el hombre les puede aborrecer y tanto es así, que Dios quiere ver destruidos y desechados los pecados de los hombres. Si la Justicia arroja a uno al Infierno, no destruye al pecado, puesto que queda eternamente, pero con perdonar la Misericordia al pecador, destruye al pecado para siempre.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Para alcanzar la gracia santificante, es necesaria la esperanza en Dios Uno y Trino, para así compensar lo que causa el temor de la severidad de la Justicia Divina. Hay que tener en cuenta que “todo es don y gracia de Dios”, porque la obra de la justificación es tan ardua y sobrenatural, que no hay fuerza en la naturaleza humana ni angélica, que puedan alcanzarla por sí misma[5]. Entonces, por el hecho de que para perdonarnos y justificarnos, es que Dios Padre ha enviado a su Hijo Dios a morir en la cruz, donándonos el Espíritu Santo por medio de su Sangre Preciosísima, es en esto en lo que radica nuestra esperanza de salvación eterna, por el Santo Sacrificio de Cristo en la cruz.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 494.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 494.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 494.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 495.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 496.