viernes, 19 de abril de 2019

Hora Santa en reparación por decapitación de imagen de la Virgen en Francia 180419



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por la decapitación de una imagen de la Virgen en Francia. La información relativa al lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cristianos, venid, Cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

Primer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Afirman reconocidos autores[1] que quien está en gracia no solo tiene al Espíritu Santo, sino a toda la Santísima Trinidad, es decir, las Tres Divinas Personas moran en su corazón. Esta inhabitación trinitaria del alma, dada por la gracia, fue representada por el Señor en la parábola del grano de mostaza[2]: en esa parábola, la semilla pequeña que se convierte en árbol frondoso adonde van los pájaros a hacer sus nidos, es el alma que, primero pequeña sin la gracia, cuando adquiere la gracia, crece “en sabiduría y gracia”[3] hasta alcanzar la “estatura del Señor Jesús”[4], porque participa de su vida divina; a su vez, los pájaros de la parábola, que en nuestro caso son solo tres, que van a hacer nido en sus ramas, son las Tres Divinas Personas, que acuden presurosas al alma del que está en gracia para inhabitar en ellas, así como los pájaros acuden a sus nidos en los árboles.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         A la excelencia de la gracia de traer consigo a la Persona del Espíritu Santo, se le agrega también en quien la posee, el tener a las Tres Divinas Personas, que en él habitan y lo acompañan[5]. San Juan dice[6]: “En esto conoceremos que estamos en Dios y que Dios está en nosotros, porque nos dio de su Espíritu”. Debido a que el Espíritu es una sola esencia y un solo Acto de Ser Purísimo con el Padre y el Hijo, donde está una de las personas, allí están las otras. Al hablar de la gracia y de la caridad que el Espíritu Santo derrama en las almas, dice Alcuino[7]: “Por ella toda la Santísima Trinidad habita en nosotros”. A su vez, San Agustín dice: “Hace el Espíritu Santo, con el Padre y el Hijo, en los santos, morada interiormente, como Dios en su templo; Dios que es la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, vienen a nosotros cuando nosotros venimos a ellos”.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         En el Evangelio, Nuestro Señor Jesucristo, el Redentor de los hombres, se refirió a esta inhabitación de la Trinidad por la gracia cuando dijo[8]: “Si alguno me ama y guardare mi palabra, mi Padre le amará y vendremos a él y haremos en él morada”. Ahora bien, como el Padre y el Hijo no pueden amar sino es con el Amor del Espíritu Santo, el Amor con el que el Padre y el Hijo vienen a quienes aman a Cristo, es el Divino Amor, el Espíritu Santo, con lo cual es verdad que las Tres Divinas Personas se hacen presentes en el alma en gracia. Al hablar de la venida del Espíritu Santo, Jesús dice[9]: “En aquel día conoceréis cómo Yo estoy en el Padre y vosotros en Mí y Yo en vosotros”. De igual manera, la única forma en que el Hijo esté en el Padre, es en el Espíritu Santo, y si alguien está con el Hijo, entonces está también con el Padre y el Hijo. Una vez más, vemos la excelencia de la gracia, que trae al alma a las Tres Divinas Personas.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Otro autor, Orígenes, al comentar las palabras de San Juan[10]: “Nuestra compañía sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo”, advierte que ésta es la compañía del Espíritu, compañía de la cual habló San Pablo[11]: “¿Qué compañía puede haber de las luz con las tinieblas?”. San Pedro, hablando de la gracia, nos enseñó que por ella éramos partícipes de la naturaleza divina, esto es, compañeros, mientras que Orígenes dice[12]: “Pues si  nos han dado que estemos en compañía del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, obligación nos corre de mirar que no neguemos esta santa y divina compañía con algún pecado; porque si hiciéramos obras de tinieblas, cosa cierta es que hemos negado la compañía de la luz”.

         Silencio para meditar.  

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         San Agustín, declarando cómo Dios, que está en todas partes, se dice en la oración que nos enseñó Jesucristo, que está en los cielos, dice que estos cielos son los justos en la tierra y los ángeles que están en el cielo, en los cuales está por gracia con particularísima presencia; porque no hay cielos más puros ni corte donde resida toda la Santísima Trinidad con más gusto, que en una creatura que está en gracia[13]. De esto se deduce la grandeza de la gracia y cómo no hay nada con la que se la pueda comparar: Dios Uno y Trino, las Tres Divinas Personas, dentro de un alma. Es decir, la gracia proporciona no sólo la participación en la naturaleza divina –lo cual ya es en sí algo grandioso-, sino que están en Acto de Ser las Tres Divinas Personas, con la substancia divina que les pertenece. Es admirable la fuerza de la gracia, que trae consigo a toda la Santísima Trinidad al alma del justo.

         Un Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El trece de mayo en Cova de Iría”.



[1] Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 127.
[2] Mt 13, 31-58.
[3] Lc 2, 52.
[4] Ef 4, 13.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 127.
[6] 1 Jn 4.
[7] De Fide Trin., lib. 2, cap. 19.
[8] Jn 14, 23.
[9] Jn 14, 20.
[10] 1 Jn 1.
[11] 2 Cor 6.
[12] Homil. 4, in Levit.
[13] Cfr. Nieremberg, o. c., 128.

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