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miércoles, 15 de mayo de 2024

Hora Santa en reparación por sacrilegio cometido en Alemania al ofrecer música satánica (Heavy Metal) como “servicio religioso” 030524

 



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrilegio cometido contra la Iglesia en Alemania, al ofrecer como “servicio religioso” una música explícitamente satánica como el “Heavy Metal”. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://gloria.tv/post/yPDUmptyiVrd2j6mXBYPfegon

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         En el transcurso de la Santa Misa, al llegar el Prefacio, la Esposa Mística de Cristo, la Iglesia, expresa un “explosión de reconocimiento” a la sublime majestad del Acto de Ser divino trinitario y esto se puede observar en el contenido de los Prefacios, en su composición e incluso en su nombre[1]. En estos se expresa, a través del sacerdote ministerial que los recita, la elevación del alma a las más grandes alturas sobrenaturales jamás imaginadas, para adorar al Padre, en el Hijo, por el Amor del Espíritu Santo.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Los Prefacios, como así también el “Gloria” y otras oraciones de la Misa, colocan en primer lugar la acción de gracias eucarística. Recitados como preludio de la acción sacrificial que el sacerdote va a realizar -ejerciendo su poder sacerdotal participado del Sumo y Eterno Sacerdote Jesucristo-, comienzan todos con esta frase admirable: “Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todas partes, Señor, Padre Santo, Dios Eterno y Todopoderoso”[2]. Aquí se expresan, por un lado, los nombres de Dios -Señor, Padre Santo, Eterno, Todopoderoso- y las obligaciones que tenemos hacia Dios de darle verdaderamente gracias por el don de su Hijo Jesucristo en la Eucaristía.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         De esta manera la Iglesia quiere que nosotros, en cuanto hijos adoptivos de Dios, estemos impregnados y seamos conscientes de nuestra total dependencia de Dios Uno y Trino[3]. Y los dos adverbios, “siempre y en todas partes”, indican que debemos dar gracias a Dios siempre y en todo lugar, por sus beneficios pasados, presentes y futuros, beneficios, dones, gracias, milagros, todos contenidos en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Ahora bien, sea en el “Gloria” como en el Prefacio, la intención de la Iglesia es que nosotros debemos dar gracias a Dios por Ser Quien Es, Dios de eterna majestad y todopoderoso, infinitamente santo -mejor todavía, Tres veces Santo-; es decir, debemos dar gracias a Dios por los innumerables dones materiales y espirituales que nos concede, pero sobre todo por Ser Quien Es, es decir, por causa de la infinitud de sus perfecciones[4].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Para la Iglesia, es más importante que demos gracias a Dios, antes que por los bienes recibidos, por su trascendente plenitud eterna de infinitas perfecciones, procedentes todas de su Acto de Ser divino trinitario. Esto se cumple en el “Gloria” y en el Prefacio, aunque hay una diferencia entre ambos: en el “Gloria”, damos gracias a Dios por causa de su infinita gloria divina; en el Prefacio, por causa de la gloria que Él posee a través de la Encarnación del Verbo, Encarnación que se prolonga y continúa en la Eucaristía, de ahí que sea la Eucaristía la suprema Acción de gracias de la Iglesia para su Esposo Místico, el Cordero de Dios, Jesucristo, la “Lámpara de la Jerusalén celestial” (Ap 21, 239.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré, y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Francois Charmot, S. J., La Messe, source de sainteté, Editorial Spes, París 1958, 37.

[2] Cfr. ibidem, 37.

[3] Cfr. ibidem, 37.

[4] Cfr. ibidem, 37.

viernes, 23 de junio de 2023

Hora Santa en reparación por ultraje y sacrilegio contra Nuestro Señor Jesucristo en Indonesia 180623

 



Hora Santa en reparación por ultraje y sacrilegio contra Nuestro Señor Jesucristo en Indonesia 180623


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje cometido contra Jesús crucificado en Indonesia. El ultraje consistió en un inaceptable sincretismo pagano, mostrando irreverentemente a un “Jesús danzante”, que danza para agradecer a los dioses paganos la fertilidad y las buenas cosechas; además, se ofendió a Nuestro Señor al colocársele una bufanda amarilla en señal de respeto a Alá, colocando claramente a Nuestro Señor, Segunda Persona de la Trinidad, en una posición inferior a “Alá”, el falso dios musulmán.


Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.


Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).


         Al ser crucificado Jesús, los Apóstoles lo abandonaron, dejándolo solo y este abandono fue muy difícil de soportar para Jesús, porque se sentía tan solo, que hasta le parecía que incluso Dios Padre lo había abandonado, aun cuando Dios Padre no lo abandonó en ningún momento y este abandono tan difícil de sobrellevar fue lo que lo llevó a decir: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”.


         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.


Segundo Misterio.


Meditación.


         Sin embargo, si los Apóstoles lo abandonaron y si Dios Padre no lo abandonó, pero no hizo sentir su Presencia al punto de pensar Jesús que el Padre lo había abandonado, había Alguien que no lo abandonó nunca, Alguien que lo acompañó por todo el Via Crucis y que estuvo con Él todo el tiempo, al pie de la Cruz y ese Alguien fue María Santísima, la Virgen de los Dolores.


         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.


Tercer Misterio.


Meditación.


         Por esta razón, todos los católicos, que se consideran hijos de la Virgen, deben estar, junto con Ella, arrodillados al pie de la Cruz, adorando la Preciosísima Sangre del Señor y besando sus pies clavados al madero. Pero no solo debemos adorar a Nuestro Señor, junto a la Virgen, sino que también debemos asociarnos a Ella para beber, junto con la Virgen, el amargo cáliz del gran abandono de Jesús[1].


         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.


Cuarto Misterio.


Meditación.


         Al pie de la Cruz, no están los amigos y los discípulos, no están todos aquellos que, de una u otra manera, recibieron dones, milagros, gracias y toda clase de bienes de parte de Jesús[2]. Es la Virgen la que busca, con su mirada dolorosa de Madre, a alguno que pueda ofrecérsele para aplacar su dolor: “He buscado consoladores, pero no los he encontrado”. Ofrezcámonos, por medio de la Virgen, para ser los que, con su pequeñez y con su nada, unidos a la Virgen, demos consuelo a Jesús Crucificado.


         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.


Quinto Misterio.


Meditación.


         Al pie de la Cruz no están las multitudes que con sus “hosannas” aclamaban a Jesús, tampoco la muchedumbre que lo recibía con alegría porque resucitaba sus muertos, les expulsaba los demonios, les multiplicaba los panes y peces. Pero sí están sus enemigos, cegados por el odio deicida, alimentado por los jefes religiosos, por aquellos que debían recibirlo con amor y humildad y en cambio lo crucifican con odio y crueldad. Acompañemos a la Virgen, arrodillados ante la Cruz, para consolar a Jesús con el pobre consuelo de la nada de nuestro corazón humano.


         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).


“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.


Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.


Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.


 



[1] Cfr. Stefano Gobbi, A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen, Editorial Nuestra Señora de Fátima 1992, 204.


363.


[2] Cfr. Gobbi, ibidem, 363.


miércoles, 26 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por convención satánica masiva y pública en Boston, EE. UU. 280423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el gravísimo ultraje y sacrilegio a la Santísima Trinidad, a Nuestro Señor Jesucristo y a María Santísima, que implica la adoración blasfema a Satanás, programada por la secta satánica “Templo Satánico” en Boston, a realizarse públicamente los días 28, 29 y 30 de abril de 2023. Nos unimos en la oración y en la adoración a la Arquidiócesis de Boston, que ha pedido que “asaltemos el cielo” (sic) en esos días, con oración de reparación. También pedimos por cristianos perseguidos por los satanistas, como la alcaldesa de Boston, quien inicialmente se opuso a la convención satánica, siendo duramente atacada por los seguidores de Satanás. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/2023/04/11/la-archidiocesis-de-boston-arenga-a-sus-fieles-de-cara-a-la-convencion-satanica-que-tendra-lugar-en-la-ciudad-a-finales-de-abril/

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Una imagen de la grandeza del cuerpo como “templo del Espíritu Santo”, nos la da el cuidado que Dios mismo puso en que el Templo y el Tabernáculo sean hermosos. Toda la materia con la que se habría de construir, quiso Dios que fuese elegida, limpia y preciosa: oro y plata, ricos brocados, hermosas telas, piedras preciosas, madera escogidísima, que era de Setin, muy estimada, incorruptible y limpísima y no contento con eso, aunque era madera tan pura y rica, la mandó a cubrir con oro[1]. Esto nos da una idea de la grandeza y magnificencia espiritual que la gracia santificante concede al cuerpo, para que sea templo del Espíritu Santo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Además de esto, tuvo particular cuidado para que no hubiese en todo él ni una mancha y así, habiendo mandado hacer un candelero y velón con siete lámparas que ardiesen en él, ordenó que fuese todo de oro purísimo y para que no se manchase, ni cayese ni una gota de aceite en el suelo o alguna pavesa humease, lo previno con muchas vasijas y despabiladeras, todo con tanta curiosidad y aseo, que hasta los pábilos de las luces que se despabilaban quiso que se echasen en vasijas de oro purísimo y para mayor limpieza, quiso que aquel aceite fuese preparado con varios olores y aromas[2]. Todo esto que se lleva a cabo en el plano material, lo lleva a cabo la gracia santificante en el alma y en el cuerpo, dotándolos de una riqueza incomparablemente más grandiosa que cualquier riqueza material.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Para que no se ensuciase el Tabernáculo ni cayese en él un poco de polvo, mandó hacerle una y otra cubierta, para cuando estaba armado y después para cuando se deshacía: cada parte de él debía tener su cobertor para que no la pudiesen tocar con las manos. Toda la obra quiso que fuese tan prima y hermosa, que por sí mismo dio el Señor la traza, no sólo de palabra, sino después de haber instruido en ella al santo Moisés, le remitió el modelo y planta que de todo le mostró y para que se ejecutase mejor, infundió milagrosamente arte y ciencia de ello a algunos oficiales. Del mismo modo, el templo del Espíritu Santo que es el cuerpo, no debe estar mancillado con la más mínima mancha de pecado venial y para ello la gracia santificante lo purifica y lo santifica, concediéndole la hermosura inigualable de la santidad divina.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Ahora bien, si para depositar la Ley fue menester tanto aparato, riqueza, aseo y limpieza, para recibir y conservar la gracia, ¿qué pureza será necesaria? Dos tablas de la Ley fue menester que se guardasen en un arca riquísima de madera incorruptible y más precioso de todos: la gracia, guardarse en un cuerpo incorrupto y limpio, más precioso y puro que el oro. Toda esta lindeza y aseo tan limpio del Tabernáculo, nos dice cuán puro debe ser, aun en él al Espíritu Santo y que, para conservar su gracia, es menester mucha limpieza de cuerpo y alma[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El cristiano, siendo templo del Espíritu Santo por la gracia santificante, debe conservar en su carne una pureza exquisita y grande, sin hacer pecado, aunque fuese el más pequeño en esta materia; cuán preciosa debe ser la castidad de su cuerpo, que es el templo del Dios Vivo. Por esto mismo, el cristiano debe aprender del rigor con que Dios mandó se guardase limpieza en todas las cosas que tocaban a aquel templo muerto, amenazando con pena capital de muerte, no solo a los que contaminasen los vasos del santuario, pero aun el tocarlos y el mirarlos descubiertos: de la misma manera, el cristiano debe conservar el estado de gracia santificante, para que el alma y el cuerpo sean dignos templos del Divino Amor, el Espíritu Santo.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 564.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 565.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 565.

martes, 11 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por presentación sacrílega de ofrendas de pan y vino en envases plásticos descartables 110423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la gravísima ofensa, blasfemia y sacrilegio que supone la “venta” de hostias y vino en envases plásticos, como si se tratara de un producto de supermercado. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.amazon.com/-/es/celebraci%C3%B3n-hostias-vasos-prellenados-unidades/dp/B001GOLW0Q

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Una sola Santa Misa, escuchada con devoción, con piedad y con amor, nos obtiene méritos infinitos para el Cielo, muchos más que cualquier otra obra buena que seamos capaces de hacer. Dice así San Bernardo: “Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Que la Santa Misa nos proporcione gracias infinitas, no puede ser de otra manera, siendo el mismo Hombre-Dios quien se ofrece con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad por la salvación de mi alma. El Santo Cura de Ars decía: “El martirio no es nada en comparación con la Santa Misa, porque el martirio es el sacrificio del hombre a Dios, mientras que la Misa es ¡el sacrificio de Dios por el hombre!”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Deberíamos preferir mucho más la Santa Misa sobre cualquier diversión, la cual si bien es necesaria y debe ser sana y santa, nos hace sin embargo perder tiempo y no nos trae ninguna ganancia a nuestras almas. San Luis IX, Rey de Francia, asistía a Misa todos los días y algunos días, dos o tres veces. Un ministro del gobierno se quejó, sugiriéndole que debería dedicar ese tiempo a las cosas del reino. El santo rey le hizo notar: “Si me gasto el doble de ese tiempo en diversiones como la cacería, nadie pondría ninguna objeción”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Como afirma un autor, “seamos generosos y hagamos sacrificios voluntarios a fin de no perder tan gran beneficio. San Agustín decía a los fieles: “Todos los pasos que uno da para ir a oír una Santa Misa, son contados por un Ángel y así cada uno recibirá de Dios una incomparable recompensa en esta vida y en la eternidad”. El Cura de Ars agrega: “¡Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que acompaña al alma cuando va a Misa!”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Una vez que uno se da cuenta del valor infinito de la Santa Misa, no se sorprende del ardor de los Santos y del cuidado que ponían en oírla. San Pío de Pietrelcina dijo a un penitente: “Si los hombres comprendiesen el valor de la Santa Misa, sería necesario que hubiera guardias en todas las Misas para mantener en orden a la multitud en las iglesias”.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005 32.

viernes, 31 de marzo de 2023

Hora Santa en reparación por sacrilegio cometido en la Santa Misa ofrecida por los tatuajes en la piel que son consagración al Demonio 140423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por las misas sacrílegas, como la llamada “misa de los tatuajes”, en la que se bendecirán los instrumentos para hacer tatuajes y luego de eso, se ofrecerán tatuajes gratis con motivos cristianos. Deben entender, quienes cometen este sacrilegio, que la Santa Misa NO ES un “evento cultural”, abierto a la manifestación de otros “eventos culturales”: la Santa Misa es la renovación, incruenta y sacramental, del Santo Sacrificio de la Cruz y con eso no se juega. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://religionlavozlibre.blogspot.com/2023/03/la-misa-de-los-tatuajes.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Solamente en el Cielo comprenderemos la divina maravilla que es la Santa Misa e incluso no nos alcanzará la eternidad para ni siquiera comenzar a comprender a la Santa Misa y la razón es que se trata de un misterio tan grande, tan absolutamente maravilloso, tan infinitamente grandioso, que hasta las mentes y corazones de los ángeles se quedan estupefactos ante el misterio de la Santa Misa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Si Dios Uno y Trino quisiera hacer una obra más grande, más sabia, más amorosa, más grandiosa, que la Santa Misa, no podría hacerlo, porque la Santa Misa encierra todo el Poder, toda la Sabiduría y todo el Amor divinos, de manera que nada puede haber, ni en este mundo ni en la vida eterna, que demuestre más la omnipotencia, la omnisciencia y el Amor infinitamente Misericordioso de la Trinidad Santísima, que la Santa Misa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Un día le preguntaron al Padre Pío de Pietralcina: “Padre, por favor explíquenos la Santa Misa”. “Hijos míos -replicó el Padre Pío-, ¿cómo puedo yo explicárselas? La Misa es infinita como Jesús; pregúntenle a un Ángel lo que es la Misa y Él les contestará en verdad: “Yo entiendo lo que es y por qué se ofrece, sin embargo, no puedo entender cuánto valor tiene. Un ángel, mil ángeles, todo el Cielo, saben esto y piensan así”. Es imposible entender cómo la Misa sea la representación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio del Calvario, pero aunque no lo entendamos, así debemos creerlo, porque es eso en la realidad y así nos lo ha enseñado la Iglesia en su Magisterio, en la Tradición y en los Santos de todos los tiempos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Alfonso de Ligorio llegó a afirmar: “El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa”. ¿Por qué? Porque la Santa Misa es, se puede decir, la síntesis; porque la Santa Misa se puede decir que suma la Encarnación y Redención y contiene el Nacimiento, Pasión y Muerte de Jesús, misterios que Dios realizó por nuestra causa[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Con relación a la Santa Misa, el Concilio Vaticano II enseña: “Durante la Última Cena, la noche en que fue traicionado, Jesús instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre para perpetuar el Sacrificio de la Cruz a través de los siglos, hasta Su regreso”[2], es decir, hasta su Segunda Venida en la gloria, en el Día del Juicio Final.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré, y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005, 27.

[2] Sacrosanctum Concilium, La Constitución de la Liturgia, n. 47.

domingo, 19 de marzo de 2023

Hora Santa en reparación por exposición blasfema y sacrílega en Universidad Nacional de Cuyo 170323

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el horrible ultraje y sacrilegio cometido en la Universidad Nacional de Cuyo, disfrazado bajo el banal pretexto de “muestra de arte”. Para mayor información acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://docs.google.com/.../1FAIpQLSexyecWap.../formResponse

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         La más grande presunción del hombre es creer que todo lo puede él mismo, sin ayuda de Dios; así, no se detiene a pensar lo que nos dice Nuestro Señor Jesucristo: “Sin Mí, nada podéis hacer” (Jn 15, 5). Este “nada”, es literal, porque debido a que Jesús nos mantiene en el ser segundo a segundo, no seríamos capaces de respirar ni de vivir ni un solo segundo, si no fuera por su continua asistencia.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Es verdad que, por nuestra propia condición humana, agravada por el pecado original, somos frágiles en todo sentido, pero precisamente, si somos frágiles, acudamos a Él, a Jesús Eucaristía, y le digamos y le pidamos sin demora su auxilio, su sostén y hasta su propia fortaleza. Con la Eucaristía, que es Jesús en Persona, lo podemos todo, puesto que Jesús, por así decirlo, nos fusiona con Él y nos hace uno solo con Él. Dice así San Agustín: “No somos nosotros los que transformamos a Cristo en nosotros, como hacemos con el alimento acostumbrado, sino que es Jesucristo quien nos transforma en Él”[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Jesús mismo nos invita y nos anima a ir a Él: “Venid a Mí (…) y Yo los aliviaré” (Mt 11, 28). Visitemos a Jesús Eucaristía a menudo, con tanta frecuencia como la que nos sea posible, arrodillémonos ante el Tabernáculo y postrémonos no solo con el cuerpo, sino con el corazón y el alma. Los santos, todos sin excepción, tuvieron una grandísima devoción a Jesús Eucaristía, imitemos su ejemplo, si queremos ir al cielo para seguir adorando a Jesús por la eternidad.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         A Pier Giorgio Frassati, un amigo que era compañero en la universidad, en Turín, lo invitó: “Vamos a tomar un aperitivo”. Pier Giorgio aprovechó la ocasión y replicó, señalando a su amigo la cercana iglesia de Santo Domingo: “Pero, por supuesto, vamos a tomarlo en ese café”. Entrando a la Iglesia, rezaron un momento cerca del Tabernáculo; luego se acercaron a la caja de las ofrendas y Pier Giorgio dijo: “Aquí está el aperitivo”. Y de los bolsillos de los dos jóvenes salieron ofrendas para los pobres.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Pensando en la Eucaristía durante un sermón, San Juan Crisóstomo preguntó en una prédica: “¿Cómo podemos hacer de nuestros cuerpos una Hostia?”. Y él mismo dijo: “No permitan que sus ojos vean cosas malas y habrán ofrecido un sacrificio; no permitan que sus lenguas ofrezcan palabras inadecuadas y habrán hecho una ofrenda; no permitan que sus manos cometan pecado y habrán ofrecido un holocausto”. También podríamos agregar: no permitamos que en nuestros corazones ingrese ningún amor impuro y pidamos la gracia que sean tabernáculos vivientes en donde sea adorado, día y noche, Jesús Eucaristía.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré, y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, 21.