lunes, 24 de agosto de 2020

Hora Santa en reparación por vandalismo contra imagen de Nuestra Señora de Fátima en Kentucky 210820

 

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el acto vandálico sufrido por el grupo escultórico que representaba a Nuestra Señora de Fátima y a los tres Pastorcitos en Kentucky, EE. UU. Para mayor información acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://religionlavozlibre.blogspot.com/2020/08/la-estatua-de-nuestra-senora-de-fatima.html

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Afirma un autor que, en virtud de su maternidad divina, cuando recibimos a Jesús, sobre todo en la Eucaristía, también la recibimos a la Virgen, al menos implícitamente, por cuanto la Virgen es Madre de Dios Hijo encarnado: “Si pensamos que Jesús, fruto del seno inmaculado de María, es todo el amor, toda la dulzura, toda la intimidad, toda la riqueza, toda la vida de María, al recibirle no podemos dejar de recibir también a quien por los vínculos del sumo amor, además de los de la carne y la sangre, forma una cosa única, un solo todo con Jesús, siempre e indisolublemente, “apoyada en su Amado” (Cant 8, 5)”[1].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Así como los rasgos de la madre se encuentran, en cierta medida, en los rasgos del hijo, así sucede entre la Virgen y Jesús: “La ausencia de todo pecado en María, su virginidad, su ternura, su dulzura, el amor de María y hasta los mismos rasgos de la cara celestial de María, todo lo encontramos en Jesús, ya que la humanidad santísima asumida por el Verbo es toda y sólo ella la humanidad de María, por el misterio inefable de la Concepción virginal, obrada por el Espíritu Santo, que convirtió a María en Madre de Jesús, consagrándola eternamente Virgen intacta y esplendente en alma y cuerpo”[2].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

San Alberto Magno escribe así acerca de la relación entre Cristo-Eucaristía y la Virgen: “La Eucaristía crea los impulsos de amor angélico y posee la eficacia singular de poner en las almas un instinto sagrado de ternura hacia la Reina de los Ángeles. Ella nos ha dado la Carne de su Carne, los huesos de sus huesos y continúa dándonos en la Eucaristía este dulce y virginal manjar celestial”. Es por esto que, cuando recibimos a Jesús Eucaristía, en cierta manera, implícita e indirectamente, recibimos también a María, en cuanto es la Madre de Dios Hijo encarnado.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En la generación eterna del Verbo, en el seno de la Trinidad, el Padre se da todo al Hijo, quien es así llamado “Espejo del Padre”; de manera análoga, en la generación temporal del mismo Verbo, en el seno de humanidad, la Madre Divina se da toda al Hijo, a su Jesús, “la flor virginal de la Madre”, como dice Pío XII y el Hijo, a su vez, se da todo a la Madre, asimilándose a Ella y haciéndola “toda deificada”, como afirma San Damián[3].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Afirma un autor que “San Pedro Julián Eymard, el santo que era todo amor a la Eucaristía, afirmaba que ya en esta tierra, después de la Ascensión de Jesús al cielo, la Beata Virgen “vivía en el Santísimo Sacramento, vivía de él” y, por eso, a él le gustaba llamarla “Nuestra Señora del Santísimo Sacramento”. Y San Pío de Pietralcina decía a veces a sus hijos espirituales: “Pero, ¿no veis a Nuestra Señora siempre junto al Sagrario? Y ¿cómo Ella podría no estar, Ella que en el Calvario, Corredentora universal, estaba “junto a la Cruz de Jesús” (Jn 19, 25)?”[4]. Por esta razón, cuando vayamos a adorar a Jesús Eucaristía, no olvidemos de venerar y saludar, con amor filial, a la Virgen que está junto al Sagrario, Nuestra Señora de la Eucaristía.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. 150.

[2] Cfr. Manelli, ibidem, 151.

[3] Cfr. Manelli, ibidem, 151.

[4] Cfr. Manelli, ibidem, 152.

jueves, 13 de agosto de 2020

Hora Santa en reparación por robo sacrílego de Hostias consagradas en Francia 120820

 

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego de Hostias consagradas en Francia. Para mayores datos acerca del lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

http://www.aciprensa.com/noticias/vandalos-roban-hostias-consagradas-durante-ataque-a-iglesia-96013?fbclid=IwAR2N5OZ0jypWJ1n3w5oK7A1p77-yaOHb2rHBD2RMaNPr7IB5KifUWrzhSsQ

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Oh, Buen Jesús”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Es verdad que Dios es Misericordia Infinita, pero también es Justicia Divina y como parte de esta justicia, castiga a quienes desprecian las gracias actuales[1], tal como afirma un autor. Por esta razón, debemos hacer caso y aceptar los auxilios divinos con los que el Espíritu Santo nos avisa de lo bueno y santo que Él nos concede, para que de esta manera seamos capaces de amarlo, adorarlo y servirlo, que es el fin para el que hemos sido creados.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El Apóstol afirma (Rom 1, 18) que Dios, a aquellos que desaprovecharon las gracias para conocerlo -y, por lo tanto, amarlo y servirlo-, los entregó a sus sentimientos errados y a las concupiscencias indecentes de sus pervertidos corazones, quedando así llenos de toda maldad. De este ejemplo vemos cómo el desprecio de la gracia no le es indiferente a Dios, sino que Dios da al perverso lo que éste quiere: despreciar la gracia, esto es, lo bueno, lo virtuoso y lo santo, y dejarlo a merced de la perversión de sus corazones corruptos[2]. Es lo que le sucede, en el Evangelio, a aquel que, en vez de hacer rendir el talento -es decir, hacer fructificar la gracia-, lo enterró -o también, despreció la gracia-.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Las vírgenes necias del Evangelio[3], que se quedan fuera del banquete del esposo, son ejemplo de las almas que mueren sin la gracia por despreciarla a esta. Por esto mismo, no nos descuidemos en lograr la gracia con buenas obras y con el acceso a los sacramentos -sobre todo la Confesión Sacramental y la Eucaristía-, porque si posponemos la adquisición de la gracia, corremos el riesgo severo de morir sin ella y por lo tanto de quedar privados del Cielo. Y sin la gracia de Dios, todo es perdición, pecado e Infierno[4].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Dios, que es Misericordia Divina e Infinita, no duda en amenazar a quienes desprecian la gracia, que es el pasaporte al Cielo. En Proverbios 1, 24, dice así: “Porque os llamé y no quisisteis corresponder; Yo extendí mi mano y no hubo quien mirase; despreciasteis todo mi consejo y menospreciasteis mis reprensiones; pues Yo también me reiré de vuestra perdición. Yo haré mofa cuando os sucediere lo que temíades”. ¿Quién no ha de estremecerse con estas amenazas de la Divina Misericordia? Porque siendo Dios tan misericordioso y compasivo con nosotros, sin embargo, aun así, se reirá de la condenación eterna de quienes no oyeron y despreciaron sus santas inspiraciones y hará burla de su eterna perdición[5]. Lo dice Él mismo en las Escrituras, como acabamos de comprobarlo.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

La razón por la cual Dios mismo despreciará a quienes en esta vida despreciaron su gracia, es porque la gracia es algo que no es de poca importancia, ya que es la puerta al Cielo y, por otra parte, le costó muchísimo a Dios conseguirla para nosotros: le costó la Vida y la Sangre del Cordero de Dios, su Hijo Unigénito, que nos la consiguió para nosotros al altísimo precio de su Sangre Preciosísima en la Cruz[6]. Por esta razón, Dios no se ve ya obligado para con aquel que desprecia, hasta el fin de esta vida, el gran don de su Amor misericordioso, la gracia divina.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

 

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 376.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem.

[3] Cfr. Mt 25, 1-13.

[4] Cfr. Nieremberg, 377.

[5] Cfr. Nieremberg, 377.

[6] Cfr. Nieremberg, 377.

domingo, 2 de agosto de 2020

Hora Santa en reparación por incendio intencional de iglesia en España 020820


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el incendio intencional provocado contra una iglesia parroquial en España. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/incendio-provoca-danos-al-interior-de-iglesia-en-espana-60320

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          Todas las apariciones de la Virgen, aprobadas por la Iglesia, tienen un denominador común: en todas, la Virgen pide, entre otras cosas, rezar el Santo Rosario. Esto se debe a que, como la misma Virgen le dice al Padre Gobbi, la oración predilecta de Ella es el Santo Rosario: “La oración que Yo amo con predilección es la del Santo Rosario”[1]. Como somos hijos de la Virgen, engendrados al pie de la Cruz, recemos el Santo Rosario con devoción, amor y fervor, todos los días.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Puesto que estamos rodeados de peligros, ya que vivimos en “tinieblas y sombras de muerte”, la Virgen nos pide en sus apariciones que recemos el Santo Rosario, para que Ella nos proteja con su amor maternal: “Por esto, en mis numerosas apariciones, os invito siempre a recitarlo, me uno a los que lo rezan, se lo pido a todos con ansia y preocupación materna”[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          De entre todas las santas oraciones de la Santa Madre Iglesia, el Rosario es “el más eficaz”, dice la Virgen, en la lucha contra el mal y por adquirir las virtudes de Cristo. Dice así la Virgen: “¿Por qué el Santo Rosario es tan eficaz? Porque es una oración sencilla, humilde y os formo espiritualmente en la pequeñez, en la mansedumbre, en la simplicidad del corazón”[3].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Por el Rosario, el alma se configura a los Sagrados Corazones de Jesús y María y así, unidos a ellos y participando de sus virtudes, combate al mal y gana un lugar en el Reino de los cielos. Es importante rezar el Rosario, porque nos inculca las virtudes de Cristo, sobre todo su humildad y su amor a Dios, que es lo opuesto a lo que enseña el Enemigo de las almas, por eso es que son los pequeños de espíritu los que deben rezar esta oración con mayor fervor: “Hoy Satanás logra conquistarlo todo con el espíritu de soberbia y de rebelión contra Dios, y tiene terror a todos los que siguen a vuestra Madre Celeste por el camino de la pequeñez y de la humildad. Mientras los grandes y los soberbios desprecian esta oración, la recitan con mucho amor y alegría mis pequeños: los pobres, los niños, los humildes, los que sufren y muchísimos fieles que han acogido mi invitación”[4].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Por el rezo del Santo Rosario, la soberbia de Satanás queda vencida, al tiempo que el alma, armada con la poderosa arma del Rosario, crece en la humildad: “La soberbia de Satanás será una vez más vencida por la humildad de los pequeños, y el Dragón rojo se sentirá definitivamente humillado y derrotado, cuando Yo lo ate, no sirviéndome de una gruesa cadena, sino de una fragilísima cuerda: la del Santo Rosario”[5]. Además, mucho más que vencer al Dragón infernal, el alma, al rezar el Rosario, contempla y participa del misterio de la Redención de Cristo Jesús y así se pone en grado de alcanzar los designios divinos, que no son otros que la salvación eterna de las almas: “Con la contemplación de sus misterios, llegan a comprender el plan de Jesús que se traza a lo largo de toda su vida desde la Encarnación hasta el cumplimiento de su Pascua gloriosa y así penetran cada vez más en el misterio de la Redención”[6].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

 



[2] Fort Lauderdale, Florida, USA, 7 de Octubre de 1983, Nuestra Señora del Rosario.

[3] Cfr. ibidem.

 [4] Cfr. ibidem.

[5] Cfr. ibidem.

[6] Cfr. ibidem.


Hora Santa en reparación por profanación eucarística en Nicaragua 300720


          Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación eucarística ocurrida en Nicaragua, a manos de elementos pertenecientes al Partido Comunista nicaragüense. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/profanan-con-sana-y-odio-capilla-en-nicaragua-49074

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          Además de la Santa Misa y de la Adoración Eucarística, hay en la Iglesia una oración poderosísima y muy importante y es el Santo Rosario. La Virgen se lo dice así al Padre Gobbi, comparando al Rosario con una cadena, con la cual Ella ata e inmoviliza a Satanás. Dice la Virgen: “La Cadena, con la que el gran Dragón debe ser atado, está formada por la oración hecha Conmigo y por medio de Mí. Esta Oración es la del Santo Rosario”[1].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Una cadena, dice la Virgen, tiene la misión de limitar la acción del que es atado con ella; además, lo aprisiona y por último, le limita todo tipo de actividad. Esta función ejerce el Santo Rosario sobre Satanás y sus legiones diabólicas: lo aprisiona y le limita todo tipo de actividad maligna y así el Adversario de la Virgen queda inmovilizado. El Rosario se convierte así en una magnífica y poderosísima arma que nos da el Cielo para circunscribir, limitar y anular la acción del Enemigo de las almas, el Demonio.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Ahora bien, el Rosario debe ser rezado en unión con el Inmaculado Corazón de María; debe ser rezado por María, para María y en María y así el Rosario adquiere su máxima eficacia. Dice así la Virgen: “Cada Rosario, que recitáis Conmigo, tiene el efecto de restringir la acción del maligno, de substraer las almas de su maléfico influjo y de dar mayor fuerza a la expansión del bien en la vida de muchos hijos Míos”[2].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Cada vez que se reza el Santo Rosario, se propina un duro golpe al reino de las tinieblas y se limita su accionar perverso y maligno sobre las almas, al aprisionar a Satanás: “La cadena del Santo Rosario tiene también el efecto de aprisionar a satanás, esto es, de hacer impotente su acción y de disminuir y debilitar cada vez más la fuerza de su diabólico poder. Por esto cada Rosario bien recitado es un duro golpe dado a la potencia del mal, es una parte su reino que es demolida”[3].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Los hijos de la luz combaten, cada día y todo el día, contra los hijos de las tinieblas, pero en esta desigual lucha, poseen un arma que no solo los equipara a los hijos de las tinieblas, sino que los vuelve más poderosos que ellos y es la oración del Santo Rosario. Dice así la Santísima Virgen: “Hijos míos, en la batalla en que cada día estáis empeñados contra Satanás, y sus insidiosas y peligrosas seducciones contra el poderoso ejército del Mal, además del auxilio especial que os prestan los Ángeles del Señor, tenéis necesidad de usar un arma segura e invencible. Esta arma es vuestra oración. Con la oración podéis siempre arrebatar al enemigo el terreno que os ha conquistado; podéis hacer brotar renuevos del bien en el desierto del mal y del pecado: sobre todo, podéis rescatar un número inmenso de almas, que Satanás ha logrado hacer sus prisioneras. La oración tiene una fuerza poderosa y suscita en el bien, reacciones en cadena más potentes que las mismas reacciones atómicas”. Recemos todos los días el Santo Rosario y digamos, junto a la Virgen: “¡Ven, Señor Jesús!”.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del Cielo”.

 

 



[2] Fort Lauderale (Florida –USA) 7 de Octubre de 1983 Nuestra Señora del Rosario

[3] Cfr. ibidem.