martes, 18 de abril de 2023

Hora Santa en reparación por burla blasfema contra la Virgen del Rocío en Cataluña, España 110423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la gravísima ofensa y el horrendo sacrilegio cometido contra la Madre de Dios en España, en el curso de un espantoso programa de televisión (al cual auguramos su pronto cierre). Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.religionenlibertad.com/polemicas/118618551/obispos-catalanes-andaluces-manifiestan-profunda-indignacion-mofas-virgen-tv3.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Son los Santos los que nos enseñan a valorar y apreciar ese tesoro de valor inconmensurable como es la Santa Misa. San Agustín decía lo siguiente respecto a su madre, Santa Mónica: “Ella no dejó pasar un día sin estar presente en el Divino Sacrificio ante Tu Altar, Oh Señor”. Por su parte, San Francisco de Asís asistía dos veces al día a la Santa Misa y cuando estaba enfermo, le pedía a un fraile sacerdote que celebrara la Misa para él, en su celda, a fin de no quedarse sin ella[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Santo Tomás de Aquino, después de celebrar la Santa Misa, cada mañana, ayudaba en otra como acción de gracias. A su vez, San Pascual Baylón, cuando era pastor de oficio, no podía ir a la Iglesia para asistir a todas las Misas que hubiera deseado, porque tenía que llevar a pastar al rebaño. Entonces, cada vez que oía las campanas de la Iglesia llamando a Misa, se arrodillaba en el pasto entre las ovejas, frente a una gran cruz de madera que él había hecho y así podía, aunque fuera de lejos, seguir al sacerdote en el ofrecimiento del Sacrificio Divino.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

En su lecho de muerte, San Pascual Baylón sacó fuerzas para susurrar a sus hermanos: “Soy feliz al unir al Sacrificio de Jesús, el sacrificio de mi pobre vida”. ¡Y murió en el momento de la Consagración! San Juan Berchmans, que murió muy joven, siendo muchacho, salía todos los días de casa a primera hora para ir a la iglesia. Una vez la abuela le preguntó porqué salía tan temprano y le respondió: “Para atraer las bendiciones de Dios, he conseguido que me dejen ayudar en tres misas antes de ir a la escuela”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Pedro Julián Eymard encontraba sus delicias ya desde pequeño, en ayudar como monaguillo en la Santa Misa. La costumbre de su tiempo en el pueblo era que ayudase a la Santa Misa el muchacho que a la mañana temprano estuviese durante un cuarto de hora haciendo sonar la campanilla por el pueblo para avisar a los fieles. Así, muchas veces el pequeño Pedro Julián escondía la campanilla por la tarde, de modo que por la mañana estuviese seguro de servir él en la Misa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Una madre de ocho hijos, Santa Margarita Reina de Escocia iba a Misa todos los días y llevaba con ella a sus hijos y con maternal cariño les enseñaba a atesorar el misalito que había adornado con piedras preciosas.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005, 34.

No hay comentarios:

Publicar un comentario