lunes, 9 de marzo de 2020

Hora Santa en reparación por vandalización de la Catedral de México en marcha pro-abortista 080320



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque vandálico sufrido por la Catedral de la Ciudad de México en la marcha feminista y pro-abortista del 8 de marzo de 2020. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

          Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          La Divina Presencia Real de Jesús en nuestros sagrarios siempre ha sido objeto de inmensa reverencia por parte de los santos. Su delicadeza amorosa, virginal, por las “cosas de Jesús” (1 Cor 7, 32) era una de las expresiones más evidentes de su gran amor que no admitía reservas, que consideraba todo de gran importancia, incluso una cosa de simple rito externo por la que Santa Teresa y San Alfonso decían estar dispuestos a sacrificar la vida misma[1]. Como los santos, debemos aprender a amar y reverenciar la Casa de Jesús, su Iglesia.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Es de los santos también de quien debemos aprender a amar a Jesús, rodeando de atenciones afectuosas los santos sagrarios, los altares y las iglesias, que son “Sus” casas (Mc 11, 17). Todo debe expresar decoro. Todo debe inspirar devoción y adoración. También las cosas pequeñas, hasta lo accidental. Nada será demasiado cuando se trata de amar y de honrar al “Rey de la Gloria” (Sal 23, 10). Si se piensa en rituales antiguos, por ejemplo, exigían agua perfumada para el lavatorio de los dedos del sacerdote en la Santa Misa[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Jesús mismo quiso instituir el Sacramento del Amor en un lugar noble y bello: el Cenáculo, una gran sala con adornos y alfombras (cfr. Lc 22, 12). Y los santos han sido siempre muy celosos del decoro de la Casa de Dios, porque como enseña Santo Tomás de Aquino, hace falta primero cuidar del Cuerpo Real de Jesús y después, de su Cuerpo Místico[3].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          San Francisco de Asís llevaba consigo una escoba, para barrer las iglesias que no encontraba limpias; después de predicar al pueblo reunía al clero y les recomendaba el celo por el decoro de la Casa del Señor; encargaba a Santa Clara los manteles sagrados para los altares y enviaba copones, cálices y toallas a las iglesias pobres y abandonadas. Cuando San Pedro Julián Eymard debía empezar la Adoración Eucarística en una casa pobre y abandonada, sentía siempre tanta pena por ello que exclamaba enseguida: “¡Oh! ¡Cuánto me ha costado alojar al Señor tan pobremente!”[4].

           Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

De la vida de San Juan Bautista De La Salle sabemos que el santo quería ver la capilla limpia y adornada siempre, el atar en perfecto orden, la lámpara eucarística siempre encendida. Las toallas sucias, los ornamentos rotos, los vasos poco limpios, no le agradaban en nada al santo. Ningún gasto le parecía excesivo cuando se trataba del culto de Jesús. Y San Pablo de la Cruz quería tan limpios los ornamentos y objetos sagrados, que no usaba, por ejemplo, corporales que no estuvieran lo suficientemente limpios[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

         


[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 120.
[2] Cfr. Manelli, ibidem, 120.
[3] Cfr. Manelli, ibidem, 121.
[4] Cfr. Manelli, ibidem, 121.
[5] Cfr. Manelli, ibidem, 121.

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