miércoles, 4 de marzo de 2020

Hora Santa en reparación por el incendio de una iglesia en Francia 020320



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el incendio de una iglesia en la localidad francesa de Saint Trivier de Courtes. Para mayor información acerca del lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

         Reflexionando acerca del inestimable valor de la gracia, un autor se pregunta: “¿Con qué podrán pagar –las almas- el privilegio que les da la gracia, que con tantas buenas obras hacen los que la tienen? ¿En qué precio se puede estimar esta prerrogativa de la gracia, por la cual las obras no valían cosa alguna para satisfacer en esta vida y con la gracia lo valen para la vida eterna? Y no solamente valen, sino que valen con tanto exceso, que por una pena se satisfaga por muchas y por una obra de virtud que se hace en un momento, se paga por mucho tiempo de dolor, pues se acorta el Purgatorio”[1].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Quien está en gracia goza también de otro notable privilegio, porque tiene a su voluntad la disposición de la satisfacción de sus obras: de manera que cuando él no tuviese deudas de penas por sus pecados que pagar y aunque las tenga, si quiere hacer a otro esa misericordia, puede satisfacer también por quien quisiere y hacer bien a otros justos, vivos o difuntos, como le diere gusto, aplicándoles sus obras y satisfaciendo por ellos como si por sí satisfaciera[2].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         De todo esto carece quien está privado de gracia, porque según sus obras no pueden valerle para que satisfaga cosa alguna. De modo que, por mucho que padezca, por enfermedades que  tenga, por necesidades que sienta, por miserias que sufra, no puede pagar mientras está sin gracia, de las penas que debe. Y ya que por sí no puede satisfacer, menos puede por otros, con lo cual pierde más de lo que se puede pensar[3].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Si tal persona, que no tiene la gracia, luego se arrepiente y se salva, tendrá aquello más que penar cuanto pudiera haber satisfecho y no lo hizo en estado antecedente, cuando estuvo sin gracia; y si se condena, claro está que lo pagará todo en el Infierno. De manera que, aunque uno supiera que se había de condenar, había de procurar estar en gracia todo lo pudiese, porque cuanto más hubiese durado en este estado, tanto más habría satisfecho por las penas que debía y así tuviera eso menos que penar en el Infierno[4].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Si se consideran todos los bienes que causa estar en gracia, cuya dignidad es tanta, que pueda un hombre satisfacer totalmente a Dios en esta vida por todos sus pecados y no puede Dios pagarle en esta vida totalmente una obra hecha en gracia, aunque le diese todo el mundo y el señorío de los ángeles y cuantos bienes creados hay y puede haber. Sólo el mismo Dios, poseído eternamente con la gloria de la bienaventuranza, es digna paga de una obra hecha en gracia[5].

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.





[1] Cfr. JUAN EUSEBIO NIEREMBERG, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 349.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 349.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 349.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 349.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 350.

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