viernes, 6 de marzo de 2020

Hora Santa en reparación por iglesia vandalizada por inmigrantes en Grecia 030320



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el acto vandálico cometido contra una iglesia ortodoxa en Grecia. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Afirma un autor que, por la gracia, “está uno en comunión con los santos, participando de todos sus bienes espirituales”[1]. Es decir, otro de los privilegios espirituales de la gracia es hacer al que la posee capaz de las obras satisfactorias de los santos y de todos sus bienes espirituales, gozando entera y cumplidamente del bien que hay en la comunión de los santos, participando de todas sus riquezas.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Esta participación en la comunión de los santos y su participación en sus riquezas espirituales, es la causa de la alegría que tenía David cuando dijo al Señor con gran gozo de su alma: “Participante soy de todos los que te temen y guardan tus Mandamientos”. Con razón se goza de esto el santo rey, porque es una cosa de grande honra y provecho ser uno participante de todos los bienes espirituales de los santos del cielo y de la tierra[2].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Ahora bien, con los pecadores, es decir, con los que no poseen la gracia, no sucede así, puesto que están excluidos de muchos de estos bienes y gran parte de ellos, excomulgados. Esto es así, porque el pecador carece del Espíritu Santo y de la comunión con los santos y justos. Por esto mismo, no hay mayor desdicha que, debiendo uno una gran deuda, no pudiera éste pagarla, ni aun cuando hubieren hombres dispuestos a saldar su deuda con sus riquezas, porque está este hombre inhabilitado para recibir estas riquezas. Esto es lo que sucede con el pecador[3].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En esta desdicha está quien carece de la gracia, el cual, debiendo a Dios pagar las penas de sus pecados, ni él puede mientras está en ése estado –el estado de pecado-, ni pueden otros ayudarle para esto; y repartiendo los siervos de Dios la satisfacción de sus obras liberalísimamente a quien quieren, a ellos –a los pecadores- no les dan, ni les pueden dar, una migaja de ellas, y ni aunque les dieran todas pudieran ayudarles a satisfacer por la más mínima de las penas que deben[4].

 Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Aunque aplicasen los mártires cuanta satisfacción tenían en sus tormentos, los patriarcas sus limosnas, los profetas sus ansias y deseos y los santos religiosos sus observancias y aun si la Virgen Santísima les ofreciera los inestimables tesoros de sus merecimientos para satisfacción de las penas que deben, no serían admitidos ni les aprovecharía cosa alguna toda la satisfacción de los santos. Y, lo que es más, ni la infinita satisfacción de Cristo fuera admitida, ni lo pudiera ser, para que se le perdonase al que está sin gracia, la deuda de las penas que debe, en cuanto por estar en pecado mortal merece de suyo ser castigado[5]. Esto nos lleva a ponderar cuán desgraciada es el alma que se encuentra en pecado mortal y cuánto debemos valorar el estado de gracia, para perseverar siempre en él. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca perdamos la gracia por el pecado y si eso llegara a suceder, que prontamente recuperemos el estado de gracia, acudiendo a la Santa Confesión!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 350.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 350.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 350-351.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 351.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 351.

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