jueves, 18 de enero de 2024

Hora Santa en reparación por incitación a la profanación eucarística por parte de bruja en programa televisivo peruano 090124

 


Inicio: El uso de la Sagrada Eucaristía para cualquier fin que no sea el exclusivamente la Comunión Sacramental, para la unión espiritual en el amor, la fe, la piedad, y mucho más en un acto de horrible acto de brujería y ocultismo como el propuesto por esta bruja wiccana, en un programa televisivo, con una liviandad y superficialidad tan propia de nuestros oscuros días, constituye un gravísimo acto de sacrilegio hacia la Presencia Real, Verdadera y Substancial de Nuestro Señor Jesucristo. Nos sentimos ofendidos como católicos, pero a Quien ofenden en primer lugar es al Rey de reyes y Señor de señores, Jesús Eucaristía y eso no lo vamos a dejar pasar. Para mayores detalles, consultar las declaraciones del Arzobispo de Lima, en la página CatholicNewsAgency.com

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Son los santos, como siempre, quienes nos dan ejemplo y lección de cómo amar a Nuestro Señor Jesucristo y, por supuesto, también a la Virgen. En este caso en concreto, nos dan ejemplo de cómo amar a Jesús a través de la Comunión espiritual. Por ejemplo, San Francisco Javier Cabrini decía: “Cuanto más Te amo, menos Te amo, porque más querría amarte. No puedo más con esto… Ensancha, ensancha mi corazón”[1]. Que la Virgen, Nuestra Señora de la Eucaristía, interceda para que Nuestro Señor se digne ensanchar nuestros pobres corazones, para que su Divino Amor reine en ellos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

A su vez, Santa Bernardita, en los períodos en los que no se despertaba por la noche, llegó a pedir a una compañera que la despertase. ¿Por qué? “Porque querría hacer la Comunión espiritual”. Cuando San Roque de Montpellier pasó encarcelado cinco días, retenido como un peligroso vagabundo, estaba siempre en la cárcel con la mirada fija en el ventanuco, rezando. El carcelero le preguntó: “¿Qué miras?”. El santo le contestó: “Miro el campanario de la Parroquia”. Lo que en realidad miraba el santo, en dirección al campanario, era el Sagrario, en donde estaba Jesús Eucaristía, pues estaba haciendo su Comunión espiritual.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El Santo Cura de Ars decía a sus fieles: “A la vista de un campanario podéis decir: Allí está Jesús porque un sacerdote ha dicho Misa allí”. Y el Beato Luis Guanella, cuando acompañaba en el tren a los peregrinos a los Santuarios, les recomendaba siempre que dirigieran el pensamiento y el corazón a Jesús cada vez que vieran un campanario desde las ventanillas del tren. “Todo campanario -decía- nos señala una iglesia en la que hay un sagrario, se celebra la Misa, está Jesús”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Los santos desean comunicarnos la llama de amor que los consume en el Reino de los cielos, la Llama de Amor del Sagrado Corazón de Jesús, que los arrebata en el Santo y Purísimo Amor de Dios Tres Veces Santo. Imitándolos a ellos, hagamos el esfuerzo, auxiliados por la gracia, de concentrarnos al momento de la Comunión sacramental, o cuando hagamos la Comunión espiritual, para que esa Llama de Amor de Jesús -o al menos, una pequeñísima chispa de ese Inmenso Horno de Amor que es el Corazón Eucarístico de Jesús- se desprenda de su Corazón y encienda nuestros secos y pobres corazones en el Santísimo Amor de Dios.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

San Leonardo de Puerto Mauricio decía: “Si hacéis al día varias veces el santo ejercicio de la Comunión espiritual, os doy un mes de tiempo para ver vuestro corazón cambiado”. En solo un mes, el santo nos promete el cambio, para nuestro bien, para nuestra santificación, si hacemos la Comunión espiritual, repetidas veces durante el día. ¿Qué nos impide hacerlo?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 92.

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