miércoles, 29 de enero de 2025

Hora Santa en reparación por ofrenda satánica a dragón demoníaco en el Santo Altar del Sacrificio Eucarístico AD 2025

 





Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la adoración satánica al Dragón demoníaco en el Altar del Sacrificio Eucarístico. AD 2025.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

El Santo Altar Eucarístico es el lugar más sagrado, sublime, grandioso y sobrenatural que existe en la tierra, puesto que en él, los sacerdotes ministeriales, participando del poder sacerdotal del Sumo y Eterno Sacerdote, el Hombre-Dios Jesucristo, se confecciona el Supremo Sacramento Celestial, el Manjar de los Ángeles, el Verdadero Maná Celestial, el Pan Vivo bajado del Cielo, el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios, la Sagrada Eucaristía. Nada ni nadie que no esté consagrado, puede acercarse a él, sin que caiga sobre el profano una severa advertencia del Cielo y mucho menos puede cometerse un sacrilegio en este Sagrado Altar, pues sería el equivalente a cometer el mismo pecado de soberbia satánica cometida por la Serpiente Antigua en los Cielos, pecado que le valió el ser expulsado para siempre, junto a las legiones de ángeles rebeldes, de la Presencia Sacrosanta de la Santísima Trinidad.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Un tal acto de abominación satánica se ha cometido, sin embargo, ante los ojos de todo el mundo, especialmente de quienes profesamos la sagrada Fe Católica, puesto que ante el Sacrosanto Altar Eucarístico se ha llevado a cabo una horrenda práctica demoníaca, consistente en la ofrenda abominable de manjares inmundos, ofrecidos a la Serpiente Antigua, el Dragón, por medio de danzas demoníacas. La Santa Fe Católica considera a la realización de danzas en honor al Dragón y el ofrecimiento de alimentos inmundos, ante el Sagrado Altar Eucarístico, sumamente inapropiado, altamente injurioso a las Personas de la Santísima Trinidad y cargados de una temeridad satánica tan grande, que no deja lugar a dudas que quien está detrás de esta abominable práctica es el mismo Demonio. Diversas razones nos llevan a estas gravísimas consideraciones, todas las cuales no hacen otra cosa que reafirmar nuestro más profundo rechazo a esta abominable práctica demoníaca, disfrazada en vano como “sincretismo cultural”, porque quien confunde “cultura” con “religión” y, peor aún, con “religión revelada por el Hombre-Dios Jesucristo”, no sabe ni siquiera de lo que está hablando.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Esta práctica es satánica por diversas razones; la primera de todas, por la Santidad de la Santa Iglesia Católica y del Sagrado Altar Eucarístico, en donde se lleva a cabo, cada vez que se celebra la Santa Misa, la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio del Cordero. La Iglesia Católica, la Esposa Mística del Cordero, es en Sí misma un lugar consagrado, puesto que ha nacido del Costado traspasado de Nuestro Señor Jesucristo y como tal, ha sido reservada desde su nacimiento para ser un lugar exclusivo para la adoración exclusiva del Cordero y de la Santísima Trinidad, sin lugar para falsos dioses, mucho menos para la Serpiente Antigua. El Altar Eucarístico en particular, es en donde se ofrece el Santo Sacrificio de la Misa y es el lugar en donde Cristo Dios se hace verdaderamente Presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Sagrada Eucaristía. Por lo tanto, cualquier práctica que no esté enraizada y dirigida hacia esta adoración propiamente Católica, o que de alguna manera desvíe la atención y la dirección de la adoración exclusiva a Nuestro Señor Jesucristo, constituye una gravísima violación de la santidad del Altar Eucarístico y, muchísimo más grave aún, una gravísima afrenta a la Santísima Trinidad y al Cordero.



Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Otro motivo por el cual esta práctica es satánica es por el simbolismo que el Dragón posee en el Catolicismo, basado en la Tradición, en el Magisterio y en las Escrituras. Mientras la cultura china ve al dragón como un símbolo de fuerza y prosperidad, la Biblia Católica identifica al Dragón como un símbolo de Satanás, el Diablo, la Serpiente Antigua y todos sus ángeles rebeldes: “El gran Dragón fue arrojado fuera y la Antigua Serpiente, quien es llamada el Diablo y Satanás” (Ap 12, 9); “Y el Ángel tomó al Dragón, que la Serpiente Antigua, que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil años” (Ap 20, 2). Como vemos, dado este simbolismo bíblico tan explícito, el conceder al Dragón una danza dentro de la Iglesia Católica y todavía más, delante del Altar del Sacrificio, el Altar Eucarístico, es un acto de gran temeridad y de grandísimo peligro espiritual y peor aún, constituye un insulto explícito a la Santísima Trinidad. Se introduce un elemento pagano y diabólico en un lugar que está consagrado y dedicado solo pura y exclusivamente a Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, Nuestro Salvador y Redentor. Otra razón por la cual esta práctica es absolutamente inadecuada, es porque el ofrecimiento de alimentos consagrados a los ídolos es una práctica pagana e idolátrica, práctica que se encuentra en las antípodas de la espiritualidad católica. El ofrecer alimentos ante el altar de la iglesia no forma parte de la adoración de la Santa Iglesia Católica y sí lo es, en cambio, en la totalidad de las religiones paganas, las cuales se caracterizan por llevar a cabo estas prácticas abominables, dirigidas a sus ancestros -espiritismo-, a los espíritus, o a los falsos dioses -demonios-. La única ofrenda agradable que puede y debe ser colocada en el Sagrado Altar Eucarístico es el Santo Sacrificio de la Misa, en donde la Iglesia, la Esposa Mística del Cordero, no ofrece pan y vino, sino que el pan y el vino, por el poder del Espíritu Santo efundido en la consagración, realizando el milagro de la transubstanciación, convierte al pan y al vino en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Solo la Sagrada Eucaristía y nada más que la Sagrada Eucaristía, es la única ofrenda agradable a la Santísima Trinidad y es la única ofrenda digna, dignísima, de ser depositada sobre el Santo Altar. El Concilio Vaticano II, en el Documento “Sacrosanctum Concilium” (1963) enfatiza que la liturgia debe estar centrada en Cristo, es decir, debe ser solo pura y exclusivamente Cristo-céntrica y por lo tanto libre absolutamente de cualquier inmunda contaminación pagana y/o práctica supersticiosa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

También el Magisterio de los Papas es muy claro al respecto; por ejemplo, el Papa Pío XII, sobre la Adoración Sagrada, en “Mediator Dei” (1947), advierte acerca de introducir prácticas culturales o seculares en detrimento de la doctrina Católica; enfatiza que la liturgia debe permanecer pura, libre de distorsiones que pueden conducir a los fieles a la confusión a una falsa adoración, que es lo que sucede precisamente con la idolátrica adoración al Dragón. Por último, estas prácticas conducen o mejor son el producto de un peligroso y anti-católico sincretismo religioso, que enturbia la pureza cristalina de la Santa Fe Católica. El sincretismo religioso es la mezcla de la adoración Católica con prácticas religiosas no-cristianas, lo cual está condenado por la Iglesia, debido a que diluye la verdadera Fe Católica, mezclándola con creencias supersticiosas y paganas (por ejemplo, Gauchito Gil, San La Muerte, Difunta Correa y tantos otros ídolos demoníacos más), lo cual termina por alejar a los fieles de la verdadera adoración que solo el Cordero de Dios, Cristo Jesús en la Eucaristía, se merece en los cielos y en la tierra. Así lo dice la Sagrada Escritura: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis ser partícipes de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios” (1 Cor 10, 21). Permitir la Danza del Dragón y el ofrecimiento de alimentos inmolados a los ídolos dentro de la Iglesia y peor aún, delante del Altar del Sacrificio, constituye una gravísima violación de la santidad de la Adoración Católica y una ofensa infinita a la Trinidad Beatísima y al Cordero de Dios, Cristo Jesús. El Altar Eucarístico solo le pertenece al Único Dios Verdadero y la Iglesia como Esposa Mística del Cordero debe permanecer pura e inmaculada, libre de toda influencia pagana, idolátrica, supersticiosa y demoníaca. Cualquier práctica que distorsione la Verdadera Santa Fe Católica acerca del Sagrado Altar Eucarístico debe ser firmemente rechazada, como única forma de permanecer fieles a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, la Iglesia nacida de la Sangre y Agua que brotaron del Costado traspasado del Cordero.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 


sábado, 25 de enero de 2025

Hora Santa en reparación por acto de idolatría cometido por rector de seminario católico en España 191124

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el acto de idolatría cometido por el rector de un seminario católico en el sur de España, al participar de un culto idolátrico ofrecido en homenaje de ídolos paganos hindúes. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/2024/11/19/polemica-en-el-encuentro-de-seminarios-del-sur-de-espana-por-la-participacion-en-un-acto-de-adoracion-hinduista/

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Ocurre con demasiada frecuencia que nuestros sentidos nos conceden una idea invertida de la realidad: nos proporcionan una idea demasiado alta del valor de los bienes perecederos de este mundo, al mismo tiempo que nos dan un conocimiento sumamente superficial de los bienes eternos[1]. Por esta razón, debemos esforzarnos por reparar este error, con el fin de poder apreciar en su justa medida el inapreciable valor de la gracia santificante, obtenida para nosotros al precio altísimo de la Sangre del Cordero.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Quien primero nos ayudará a apreciar el valor de la gracia es el mismo Dios Uno y Trino, por eso a Él, junto a San Bernardo, se lo pedimos en la siguiente oración, comenzando por Dios Padre: “Dios todopoderoso y bueno, Padre de las luces y de las misericordias, de quien procede todo don, Tú que, según el designio de tu voluntad, nos has adoptado por la gracia, que desde el principio del mundo escogiste y predestinaste para nosotros a tu Hijo para que como hijos tuyos seamos santos e inmaculados en tu presencia con un santo amor, concédenos el espíritu de sabiduría y de revelación, aclara los ojos de nuestro corazón y así conoceremos “la esperanza de tu elección, las riquezas de la gloria de tu herencia en tus santos”. Dame tu luz y fuerza para que consiga no disminuir con mis palabras este don de la gracia, por la cual tú arrancas a los hombres del polvo de su raza mortal y los adoptas en tu divina familia”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Luego pedimos la luz al Hijo de Dios Padre, Jesús de Nazareth: “Señor Jesucristo, Salvador Nuestro, Hijo de Dios vivo, por tu Sangre divina derramada para salvarnos y restituirnos la gracia, haz que logre mostrar, según mis débiles fuerzas, el valor inestimable de esa gracia comprada por ti a semejante precio. También recurrimos a Dios Espíritu Santo: “Y tú, Espíritu supremo y santo, sello y prenda del Divino Amor, huésped santificador de nuestra alma, por quien la gracia y la caridad se derraman en nuestro corazón; tú que mediante los siete dones las nutres y las sostienes y que jamás das la gracia sin que te des a ti mismo, revélanos su esencia y su valor inapreciable”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Acudimos también a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, por quien nos vienen las gracias que Cristo Dios nos consiguió con su muerte en cruz y por quien nos viene la gracia de comprender y apreciar el valor de la gracia santificante: “Santa Madre de Dios, Madre de la Divina Gracia, haz que pueda mostrar a los hombres, convertidos por la gracia en hijos de Dios e hijos tuyos, los tesoros por los cuales ofreciste a tu Divino Hijo”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Finalmente, acudimos a los Santos Ángeles de Dios, quienes por la gracia, a la cual no renunciaron, gozan eternamente de la visión beatífica de la Trinidad y también a los Santos de Dios, quienes alcanzaron la gloria divina al haber perseverado en la gracia: “Santos Ángeles, espíritus glorificados por el resplandor de la gracia divina y vosotras, almas santas, que pasasteis de este destierro al seno del Padre celestial, todos cuantos allá arriba gozáis del fruto de la gracia, ayudadme con vuestras plegarias para que, disipadas las nubes que ocultan a mis ojos y a los ojos de los demás el sol de la gracia, luzca éste en todo su brillo y por su resplandor, despierte en nuestros corazones el amor y la nostalgia de la vida imperecedera”.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Matías Josef Scheeben, Las maravillas de la gracia divina, 19.

jueves, 16 de enero de 2025

Hora Santa en reparación por la obra blasfema pro-LGBT “María Maricón” auspiciada por la Pontificia Universidad del Perú 140125

 



Inicio: Ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario en reparación por la obra escénica testimonial pro-LGTB blasfema y sacrílega titulada “María Maricón”, la cual habría de presentarse con el auspicio de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Si bien, debido a la presión ejercida por numerosos grupos católicos la inmunda obra no se presentó, igualmente ofrecemos esta Hora Santa en doble reparación, por el doble sacrilegio: por el sacrilegio del grupo LGBT que realizó la obra blasfema, y por la inaudita e increíble cobardía y traición de las autoridades “católicas” de la universidad “católica” que permitieron y dieron auspicio a semejante aberración, por lo cual dichas autoridades deberían quitarse el nombre de “católicas” y llamarse en adelante “autoridades cobardes y traicioneras”. Para mayores datos acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace: https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=51390

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Si en un supuesto caso, un hombre cualquiera, por procurarse un breve deleite pasajero, tuviera el poder de hacer desaparecer el sol del mundo y de hacer caer las estrellas del firmamento, lo menos que podría llamársele es “insensato” y “temerario” y deberíamos preguntarnos si seríamos capaces de encontrar en el mundo alguien capaz de sacrificar el mundo a un capricho tan bajo. Ahora bien, en relación a la gracia, esto sucede, lamentablemente, con toda facilidad y con muchísima frecuencia y no solo a diario, sino a cada instante y no solo en un hombre, sino en muchísimos hombres, siendo casi nulos quienes se esfuerzan por impedir esta desgracia, sea en sí mismos, sea en otros[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Cuando se produce un eclipse solar, es decir, cuando el sol se oscurece por un instante, nos estremecemos; también cuando se sacude la tierra con intensidad, cuando se produce un terremoto y éste provoca la devastación de toda una ciudad; lo mismo cuando una epidemia arrasa con la vida de hombres y animales de regiones enteras, haciéndonos ver la fragilidad de la vida terrena. Sin embargo, hay algo mucho más terrible y triste que se repite a diario sin que se nos conmueva el corazón y es el que tantos hombres pierdan de continuo el estado de gracia -y por lo tanto se encuentren en estado de eterna condenación- y desprecien además las condiciones de recuperarla, de procurarla y de acrecentarla[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El profeta Elías, ante la conmoción de la montaña, temblaba; el profeta Jeremías se encontraba inconsolable en vista de la destrucción de la Ciudad Santa; el derrumbe del bienestar de Job sumergió a sus amigos durante siete días en un agudo dolor. ¡También nosotros debemos llorar nuestra desdicha, la más grande de todas, la pérdida de la gracia! Nuestro duelo nunca será suficientemente grande si llegamos a perder el tesoro invalorable de la gracia, porque así perdemos la caridad y con ella los dones del Espíritu Santo y al mismo Espíritu Santo; rechazamos el don de la filiación divina, de la amistad con Dios, de la herencia del Reino de los cielos; rechazamos a Dios, a su gracia y a todos sus invalorables tesoros[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Al alma que pierde la gracia se le puede aplicar la lamentación de Jeremías sobre Jerusalén: “¿Cómo el Señor en su cólera, ha cubierto de una nube a la hija de Sión?” Ha precipitado del cielo sobre la tierra la magnificencia de Israel; en el día de su cólera no se acordó del escabel de sus pies. El Señor ha destruido sin piedad la morada espléndida de Jacob” (Lam 2, 1-2). ¿Dónde podemos encontrar a quien reflexione en su infortunio, al que se lamente, al que se ponga en guardia contra nuevos pecados? “Toda la tierra fue cubierta de destrucción, porque no se encontró una persona que se inquietara” (Jer 12, 11).

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Es una verdad manifiesta que escasamente reconocemos el amor infinito con que Dios nos previene y los tesoros que nos ofrece. Nos comportamos como los israelitas a los que Dios quería sacar de la esclavitud de Egipto y del árido desierto, para llevarlos a la Tierra Prometida: despreciaron la mano que Dios les tendía en el camino, le volvieron la espalda y desearon regresaron para gozar de “las ollas de carne de Egipto” (Éx 16, 3). La Tierra Prometida era imagen del Cielo; el maná significaba la gracia de que debemos alimentarnos y tomar fuerzas en el camino de la patria celestial. Si ya entonces “levantó Dios su mano vengadora contra los que despreciaban un país tan bello, tan apetecible y los hizo perecer en el desierto” (Sal 105, 24), ¿cuál será el precio que deberemos pagar nosotros por haber despreciado el cielo y la gracia?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Matías Josef Scheeben, Las maravillas de la gracia divina, Ediciones Desclée de Brower, Buenos Aires 1945, 15.

[2] Cfr. Scheeben, ibidem, 15.

[3] Cfr. ibidem.


sábado, 4 de enero de 2025

Hora Santa en reparación por ultraje satánico al Sagrado Corazón en Televisión Pública Española 010125

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje satánico cometido contra el Sagrado Corazón de Jesús por parte de una actriz en la Televisión Pública Española. La ofensa no es simplemente a nuestros “sentimientos religiosos” católicos, que sí lo es, sino ante todo al Señor Jesucristo, Dios Eterno, el Hombre-Dios, Nuestro Salvador y Redentor y por este motivo consideramos que no lo podemos tolerar ni soportar y además de la reparación, exigimos la pública retractación y pedido de perdón de los ofensores a Nuestro Señor Jesucristo. Para mayores datos acerca de este horrible sacrilegio, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/109563/burla-al-sagrado-corazon-en-el-fin-de-ano-de-television-espanola

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

          Cuando el alma recibe la gracia santificante, la obra que esta realiza excede toda capacidad de comprensión de la razón humana: viniendo desde el cielo hasta el alma, la gracia colma a esta de luz celestial; la convierte en objeto del Divino Amor; la hace partícipe de la naturaleza divina y también de la vida y de la gloria divina, además de hacerla heredera de la eterna felicidad[1].

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Con toda la grandeza que estas palabras expresan en relación al misterio de la gracia, las palabras que describen su accionar en el alma no pueden sin embargo conceder a la razón ni siquiera una pálida imagen de lo que es la realidad en sí misma. No podemos formarnos ni siquiera una pálida idea de lo que es la realidad en sí misma y esto se aprecia más teniendo en cuenta que ni siquiera los ángeles, con su poderosísimo intelecto angélico, tampoco son capaces de apreciar el verdadero valor divino de la gracia santificante[2].

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Sí pueden los ángeles, fijas sus miradas en el trono de la Santísima Trinidad y adorando al Cordero, admirarse y asombrarse al considerar la negligencia de nosotros, los hombres, negligencia que se convierte en locura, cuando se considera cuán poco y nada estimamos la gracia de Dios, la gracia que nos conceden los sacramentos; con cuánta facilidad la desperdiciamos, con cuánta ligereza la despreciamos, con cuánta liviandad la posponemos, con cuánta liviandad la dejamos de lado y preferimos el pecado en vez de la gracia[3].

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

          Santo Tomás de Aquino enseña que un alma en estado de gracia vale más que todo el universo entero[4]. Otro Doctor, San Agustín, afirma incluso que el cielo y los coros angélicos no se le pueden comparar[5]. Teniendo esto en cuenta, es decir, que por la gracia el hombre supera a los coros angélicos, el hombre debiera agradecer eternamente a Dios Trino por la más mínima gracia recibida, más que si recibiera la perfección de los espíritus puros o el dominio de los mundos celestiales, porque la gracia aventaja a todos los bienes materiales y a todos los espíritus angélicos.

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          Y sin embargo, a pesar de todo esto, los hombres, en su inmensa mayoría, con excepción de los grandes santos, cometen el horrible sacrilegio de preferir, ya no los míseros bienes de la tierra, como el oro y la plata, sino los más execrables pecados, con lo cual ofenden gravemente a la Santísima Trinidad: ofenden a la Trinidad por despreciar el don de la gracia y ofenden a la Trinidad por despreciar al Cordero, Fuente Increada de la Gracia y la Gracia Increada en Sí misma. Hagamos el propósito de pedir en la oración el don de morir antes de perder la gracia, ya sea por el pecado mortal o por un pecado venial deliberado.

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Matías José Scheeben, Las maravillas de la gracia divina, 11.

[2] Cfr. Scheeben, ibidem, 11.

[3] Cfr. Scheeben, ibidem, 11.

[4] Suma Teológica, 1, II, q. 113, a. 9 ad. 2.

[5] Ad. Bonif., c. II., epist. Pel. 1. 2-c. 6.