Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario
meditado en reparación por la adoración satánica al Dragón demoníaco en el
Altar del Sacrificio Eucarístico. AD 2025.
Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies
humildemente”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(misterios a elección).
Meditación.
El Santo Altar Eucarístico es el lugar más sagrado,
sublime, grandioso y sobrenatural que existe en la tierra, puesto que en él,
los sacerdotes ministeriales, participando del poder sacerdotal del Sumo y
Eterno Sacerdote, el Hombre-Dios Jesucristo, se confecciona el Supremo
Sacramento Celestial, el Manjar de los Ángeles, el Verdadero Maná Celestial, el
Pan Vivo bajado del Cielo, el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios, la
Sagrada Eucaristía. Nada ni nadie que no esté consagrado, puede acercarse a él,
sin que caiga sobre el profano una severa advertencia del Cielo y mucho menos
puede cometerse un sacrilegio en este Sagrado Altar, pues sería el equivalente
a cometer el mismo pecado de soberbia satánica cometida por la Serpiente
Antigua en los Cielos, pecado que le valió el ser expulsado para siempre, junto
a las legiones de ángeles rebeldes, de la Presencia Sacrosanta de la Santísima
Trinidad.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Un tal acto de abominación satánica se ha cometido,
sin embargo, ante los ojos de todo el mundo, especialmente de quienes
profesamos la sagrada Fe Católica, puesto que ante el Sacrosanto Altar Eucarístico
se ha llevado a cabo una horrenda práctica demoníaca, consistente en la ofrenda
abominable de manjares inmundos, ofrecidos a la Serpiente Antigua, el Dragón,
por medio de danzas demoníacas. La Santa Fe Católica considera a la realización
de danzas en honor al Dragón y el ofrecimiento de alimentos inmundos, ante el Sagrado
Altar Eucarístico, sumamente inapropiado, altamente injurioso a las Personas de
la Santísima Trinidad y cargados de una temeridad satánica tan grande, que no
deja lugar a dudas que quien está detrás de esta abominable práctica es el
mismo Demonio. Diversas razones nos llevan a estas gravísimas consideraciones,
todas las cuales no hacen otra cosa que reafirmar nuestro más profundo rechazo
a esta abominable práctica demoníaca, disfrazada en vano como “sincretismo
cultural”, porque quien confunde “cultura” con “religión” y, peor aún, con “religión
revelada por el Hombre-Dios Jesucristo”, no sabe ni siquiera de lo que está
hablando.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
Esta práctica es satánica por diversas razones; la primera
de todas, por la Santidad de la Santa Iglesia Católica y del Sagrado Altar
Eucarístico, en donde se lleva a cabo, cada vez que se celebra la Santa Misa,
la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio del Cordero. La Iglesia
Católica, la Esposa Mística del Cordero, es en Sí misma un lugar consagrado,
puesto que ha nacido del Costado traspasado de Nuestro Señor Jesucristo y como
tal, ha sido reservada desde su nacimiento para ser un lugar exclusivo para la
adoración exclusiva del Cordero y de la Santísima Trinidad, sin lugar para
falsos dioses, mucho menos para la Serpiente Antigua. El Altar Eucarístico en
particular, es en donde se ofrece el Santo Sacrificio de la Misa y es el lugar
en donde Cristo Dios se hace verdaderamente Presente con su Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad, en la Sagrada Eucaristía. Por lo tanto, cualquier práctica que
no esté enraizada y dirigida hacia esta adoración propiamente Católica, o que
de alguna manera desvíe la atención y la dirección de la adoración exclusiva a
Nuestro Señor Jesucristo, constituye una gravísima violación de la santidad del
Altar Eucarístico y, muchísimo más grave aún, una gravísima afrenta a la
Santísima Trinidad y al Cordero.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
Otro motivo por el cual esta práctica es satánica es
por el simbolismo que el Dragón posee en el Catolicismo, basado en la Tradición,
en el Magisterio y en las Escrituras. Mientras la cultura china ve al dragón
como un símbolo de fuerza y prosperidad, la Biblia Católica identifica al
Dragón como un símbolo de Satanás, el Diablo, la Serpiente Antigua y todos sus
ángeles rebeldes: “El gran Dragón fue arrojado fuera y la Antigua Serpiente,
quien es llamada el Diablo y Satanás” (Ap 12, 9); “Y el Ángel tomó al
Dragón, que la Serpiente Antigua, que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil
años” (Ap 20, 2). Como vemos, dado este simbolismo bíblico tan
explícito, el conceder al Dragón una danza dentro de la Iglesia Católica y
todavía más, delante del Altar del Sacrificio, el Altar Eucarístico, es un acto
de gran temeridad y de grandísimo peligro espiritual y peor aún, constituye un
insulto explícito a la Santísima Trinidad. Se introduce un elemento pagano y diabólico
en un lugar que está consagrado y dedicado solo pura y exclusivamente a Nuestro
Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, Nuestro Salvador y Redentor. Otra razón por
la cual esta práctica es absolutamente inadecuada, es porque el ofrecimiento de
alimentos consagrados a los ídolos es una práctica pagana e idolátrica,
práctica que se encuentra en las antípodas de la espiritualidad católica. El ofrecer
alimentos ante el altar de la iglesia no forma parte de la adoración de la Santa
Iglesia Católica y sí lo es, en cambio, en la totalidad de las religiones paganas,
las cuales se caracterizan por llevar a cabo estas prácticas abominables,
dirigidas a sus ancestros -espiritismo-, a los espíritus, o a los falsos dioses
-demonios-. La única ofrenda agradable que puede y debe ser colocada en el Sagrado
Altar Eucarístico es el Santo Sacrificio de la Misa, en donde la Iglesia, la
Esposa Mística del Cordero, no ofrece pan y vino, sino que el pan y el vino,
por el poder del Espíritu Santo efundido en la consagración, realizando el
milagro de la transubstanciación, convierte al pan y al vino en el Cuerpo y la Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo. Solo la Sagrada Eucaristía y nada más que la
Sagrada Eucaristía, es la única ofrenda agradable a la Santísima Trinidad y es
la única ofrenda digna, dignísima, de ser depositada sobre el Santo Altar. El Concilio
Vaticano II, en el Documento “Sacrosanctum Concilium” (1963) enfatiza que la
liturgia debe estar centrada en Cristo, es decir, debe ser solo pura y exclusivamente
Cristo-céntrica y por lo tanto libre absolutamente de cualquier inmunda contaminación
pagana y/o práctica supersticiosa.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
También el Magisterio de los Papas es muy claro al
respecto; por ejemplo, el Papa Pío XII, sobre la Adoración Sagrada, en “Mediator
Dei” (1947), advierte acerca de introducir prácticas culturales o seculares en detrimento
de la doctrina Católica; enfatiza que la liturgia debe permanecer pura, libre
de distorsiones que pueden conducir a los fieles a la confusión a una falsa
adoración, que es lo que sucede precisamente con la idolátrica adoración al
Dragón. Por último, estas prácticas conducen o mejor son el producto de un peligroso
y anti-católico sincretismo religioso, que enturbia la pureza cristalina de la
Santa Fe Católica. El sincretismo religioso es la mezcla de la adoración
Católica con prácticas religiosas no-cristianas, lo cual está condenado por la Iglesia,
debido a que diluye la verdadera Fe Católica, mezclándola con creencias
supersticiosas y paganas (por ejemplo, Gauchito Gil, San La Muerte, Difunta Correa
y tantos otros ídolos demoníacos más), lo cual termina por alejar a los fieles
de la verdadera adoración que solo el Cordero de Dios, Cristo Jesús en la
Eucaristía, se merece en los cielos y en la tierra. Así lo dice la Sagrada
Escritura: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los
demonios; no podéis ser partícipes de la mesa del Señor, y de la mesa de los
demonios” (1 Cor 10, 21). Permitir la Danza del Dragón y el ofrecimiento
de alimentos inmolados a los ídolos dentro de la Iglesia y peor aún, delante
del Altar del Sacrificio, constituye una gravísima violación de la santidad de
la Adoración Católica y una ofensa infinita a la Trinidad Beatísima y al Cordero
de Dios, Cristo Jesús. El Altar Eucarístico solo le pertenece al Único Dios Verdadero
y la Iglesia como Esposa Mística del Cordero debe permanecer pura e inmaculada,
libre de toda influencia pagana, idolátrica, supersticiosa y demoníaca. Cualquier
práctica que distorsione la Verdadera Santa Fe Católica acerca del Sagrado
Altar Eucarístico debe ser firmemente rechazada, como única forma de permanecer
fieles a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santa Iglesia Católica, Apostólica,
Romana, la Iglesia nacida de la Sangre y Agua que brotaron del Costado traspasado
del Cordero.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
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