Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la destrucción de un Via Crucis y por la profanación de la tumba de un sacerdote
en un estado de Brasil. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:
https://es.churchpop.com/2022/10/21/video-destruyen-via-crucis-y-profanan-tumba-de-sacerdote/
Canto
de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
El
alma que está en gracia santificante debe extremar las precauciones para huir
de toda ocasión de pecado, aún cuando este sea venial, para que así pueda “andar
dignamente delante de Dios” (Cor 1), como dice el Apóstol, “agradándole
en todas las cosas”[1].
Esto porque si bien los pecados veniales no quitan el estado de gracia, como sí
lo hace el pecado mortal, afean el alma y enfrían la caridad, el amor y la
piedad para con Dios Uno y Trino.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
En
relación a quienes desean vivir en la gracia de Dios, dijo un autor, Salviano: “Queriendo
el Salvador hacer a sus siervos de una perfecta y sincerísima santidad, les
mandó con gran prudencia evitar aun las cosas muy pequeñas, para que fuera tan
pura la vida del hombre cristiano como es pura la niña de los ojos y como no
admiten los ojos manchas de polvo, quedando salva la perfección de la vista,
así también nuestra vida totalmente no permite mancha alguna, por mínima que
sea”[2].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Es
esto lo que Dios alaba en los Cantares (4, 7), del alma que está en gracia, que
“sea toda hermosa” y no tenga mancha alguna; y al contrario, le desagrada mucho
cualquier mancha y falta en cosa tan hermosa como es un alma en gracia. Y así ha
dado a entender que se disgusta de los pecados veniales, aun en los mayores
santos.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Esto
último puede notarse en el enojo con Moisés y Aarón, que aun siendo tan amigos
de Dios y fieles siervos suyos (Núm 12), le privó el Señor, por una falta muy
ligera, de la entrada en la tierra de promisión, castigándolos con quitarles la
vida (Núm 20). Esto es una notable pena para una culpa, que si no nos
advirtiera el mismo Espíritu Santo que fue “culpa”, no lo sabríamos, no bastándole
al Señor ni la amistad ni los servicios prestados, para aplacarlo[3].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Afirma
un autor que siendo aun la oración de Moisés tan eficaz y agradable a Dios, por
la cual alcanzó muchas veces el perdón para innumerables hombres y de pecados
gravísimos, no pudo para sí alcanzar la pena de su pecado y esto es porque
tanto quiere Dios a sus amigos que sean puros y acrisolados, sin mancha, ni pecado
advertido, por mínimo que sea[4].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Oh María, Madre mía, oh consuelo del mortal”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.