Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la destrucción y profanación de veintiocho imágenes de santos católicos en
una iglesia en Brasil. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar
el siguiente enlace:
https://www.aciprensa.com/noticias/profanan-iglesia-catolica-y-destruyen-28-imagenes-de-santos-20320
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
La
Santa Fe Católica es la luz que nos permite quitar la oscuridad y las
tenebrosas máscaras detrás de las cuales se esconde el mundo anticristiano; por
medio de la Fe es que podemos ver la realidad del mundo en cuanto contario a Dios
Uno y Trino, a sus Mandamientos y a los Mandamientos que nos dejó el Hijo de
Dios encarnado en el Evangelio. Con la luz de la Fe, podemos ver la vida, las
cosas y la realidad, tal como las ve Dios y no como las ve el mundo sin Dios[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
El
filósofo Séneca aconsejaba a los hombres que quitaran la máscara a las cosas
que se les pueden ofrecer, aun cuando estas se representasen terribles y duras.
Este quitar la máscara a todas las cosas que parecen ásperas, duras o de gran
desprecio en esta vida -pero necesarias o convenientes para conseguir la vida
eterna-, hemos de hacerlo con la luz de la fe y así hallaremos que todo lo que
se puede ofrecer consiste en aprehensiones y opiniones y si pasa más adelante a
tocar en obras, mirando con fe el socorro de la gracia y el premio eterno que
el Señor tiene prometido a los justos que en Él esperan, parecerá todo nada[2].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Al
igual que sucede con quien se encuentra en total oscuridad, sin ninguna luz que
ilumine su andar, de la misma manera, quien no tiene la luz de la Santa Fe Católica,
se conduce por el mundo como en la más profunda tiniebla, aunque se encuentre iluminado
por la luz solar o cualquier clase de luz artificial. Es esto lo que afirma un
autor: “Los pecadores, que tienen muerta la luz de la fe, no tienen juicio cabal,
como así tampoco poseen un conocimiento cabal de las cosas”[3]. De esta manera, viven en
la más oscura tiniebla espiritual, pero sin darse cuenta de que viven en las
tinieblas.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Vivir
sin la luz de la Santa Fe Católica tiene sus consecuencias: quien vive sin fe,
como lo hace el mundo de hoy, que niega al Hombre-Dios Jesucristo, comete
verdaderas locuras, las cuales nacen de las pasiones desenfrenadas, que no
poseen el control de la razón iluminada por la gracia[4]. Sin la luz de la fe y sin
el auxilio sobrenatural de la gracia, las pasiones hacen cometer al hombre
locuras difíciles siquiera de caracterizar.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
De
esta manera, según Aristóteles, el alma juzgará según cual sea la pasión
dominante: por ejemplo, el avaro tomará al dinero por dios; para el soberbio,
su dios será la honra; el carnal, pone su bienaventuranza en el deleite. Todos estos,
aunque tienen ojos, no ven y aunque tienen oídos, no escuchan y así viven engañados,
al no tener aquello que da salud al alma, la luz de la Santa Fe Católica y la
vida divina participada por la gracia santificante.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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