jueves, 10 de marzo de 2011

Hora Santa pidiendo por los jóvenes de nuestra Patria y del mundo entero


“Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2,7)

(Miguel Ángel Arribas, Pbro.)

Monición de entrada:

Con fuerza señala el Papa Benedicto XVI la importancia de la preparación espiritual para el encuentro con Cristo: «la calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco». Y la adoración Eucarística es la preparación espiritual por antonomasia, porque nos encontramos delante de la Fuente de la Vida eterna.

En esta adoración pongamos a los pies de Jesús Eucaristía a los millones de jóvenes de todo el mundo, tanto a aquellos que conocen a Jesucristo, como a aquellos que no lo conocen, para todos tengan la experiencia del encuentro personal con Él: la experiencia del Señor resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de los hombres.

Nuestro tiempo de adoración, ungido por el Espíritu, guiado por la Verdad de la Palabra, nos conduce a contemplar inseparablemente a Cristo resucitado en su Presencia eucarística y a los miles de jóvenes que «manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz».

Sí, hay jóvenes que sienten un profundo deseo de relaciones interpersonales vividas en la verdad y en la solidaridad. Hay muchos jóvenes limpios de corazón, buscadores de la verdad, solidarios con los pobres, honrados en su trabajo, esforzados en sus estudios, generosos en su familia, colaboradores en parroquias y movimientos, abiertos a la vida, capaces de luchar por una humanidad nueva en Cristo. ¡Los hay!

Por ellos hemos de orar. También por aquellos que quieren salir de la esclavitud de la bebida, el sexo, la droga, el dinero o el mal uso de los medios de comunicación. Ciertamente no lo tienen fácil. Porque «se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza» ¡Qué bien describe Benedicto XVI la cultura actual, cultura de muerte!

Pero se nos invita a creer en Dios, a buscarle cada día con más hondura y belleza, a entregarle todo nuestro ser, a amarle con todo el corazón, con toda el alma y con todas la fuerzas. Este tiempo de adoración es tiempo de dejarse amar por él, para que nos posea por completo. Así, nuestro testimonio cristiano, testimonio de «almas enamoradas de Cristo», será interrogante, aliciente y estímulo para los jóvenes que buscan la Verdad.

Canto: Sois la semilla…

Oración inicial:

Oh, Dios, que has enviado a tu Hijo al mundo para salvarlo, abre la mente, el corazón y el alma de los jóvenes que buscan la amistad verdadera y el amor sincero al encuentro con Jesucristo, para que experimenten que eres Tú la fuente de la vida y de la plenitud humana. PNSJ.

Palabra de Dios:

«Este misterio es Cristo, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer. Os digo esto para que nadie es desoriente con discursos capciosos, pues aunque corporalmente estoy ausente, mi espíritu está con vosotros, alegrándome de veros en vuestro puesto y de la firmeza de vuestra fe en Cristo» (Col 2,3-5).

«Por tanto, ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según Él. Arraigados en Él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento» (Col 2,6-7).

Silencio meditativo

Testimonio de Benedicto XVI:

«Al recordar mi juventud, veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener un porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca la vida más grande».

«Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que es grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza. Ciertamente, eso dependía también de nuestra situación. Durante la dictadura nacionalista y la guerra, estuvimos, por así decir, “encerrados” por el poder dominante. Por ello, queríamos salir fuera para entrar en la abundancia de las posibilidades de ser hombre. Pero creo que, en cierto sentido, este impulso de ir más allá de lo habitual está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven».

Silencio meditativo

Canto: No adoréis a nadie más que a Él

Escuchemos alBeato Manuel González:

«¡Cuántas veces en mis ratos perdidos de seminarista, me echaba a soñar viéndome cura de uno de esos pueblecitos; querido de mis sencillos feligreses y poniendo yo al servicio de ellos mi alma y mi vida, mirándome y tratándome ellos como padre y desviviéndome yo por ellos como hijos míos!».

«Y ¡cómo en esos sueños amenizaba yo mi catecismo enseñándoles a los chicuelos nuevos juegos y estimulándolos con nuevos premios! Cómo creaba instituciones económicas a favor de mis labriegos para que nunca los visitara la usura, ni el hambre. Cómo echaba mis buenos ratos con los abuelitos y achacosos que no podrían salir a trabajar. Cómo formaba con la gente moza grupos de gimnasta y las fiestas que yo compondría con ellos. Y cómo gozaría cuando los viera a todos reunidos en el templo, que ya parecía reducido… ¡Y qué Comuniones y qué antesala del Paraíso todo aquello!» (Aunque todos… yo no: OO. I).

Preces:

Arraigados y edificados en Cristo, oremos a Dios Padre guiados por el Espíritu Santo:

R/. Bendícenos, Padre, para que crezcamos en la fe y en el amor.

– Padre Eterno, Dios de la misericordia, derrama tu Espíritu de Amor sobre Europa, para que vuelva a encontrar en sus raíces cristianas la esencia de su identidad: la lucha por la justicia, la convivencia fraterna entre los países, el valor inmenso de la familia, la educación de niños y jóvenes en los valores del Evangelio.R/.

– Padre Santo, Dios de la plenitud humana, acrecienta en los jóvenes cristianos el deseo de intensificar el camino de la fe en Cristo, su adhesión incondicional a la Iglesia y el testimonio a otros jóvenes y a su familia.R/.

– Padre Creador, Dios de la Verdad, siembra en al corazón de los jóvenes alejados de la fe la búsqueda de lo bello, lo bueno y lo verdadero que hay en su alma, para que descubran que su interior está inquieto hasta que descanse en Ti. R/.

– Padre bueno, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, da luz a los políticos, gobernantes, empresarios, sindicalistas, profesores, periodistas, médicos y cuantos influyen en la sociedad, para romper con la cultura del relativismo, donde todo da la mismo y no exige ninguna verdad, para que sólo busquen y propongan la Verdad. R/.

Padre Nuestro…

Oración final:

«Oh Dios, Creador de todas la cosas, que en tu Hijo Jesucristo nos has abierto las puertas del paraíso, escucha nuestras oraciones para que cada ser humano sienta que está creado a imagen y semejanza tuya y aspira a la plenitud en el amor, la alegría y la paz».

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