Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado en reparación por diversas profanaciones
causadas a la Santa Misa en Argentina. Dichas profanaciones consisten, entre
otras cosas, en lo siguiente: un sacerdote utiliza una mesa adicional delante
del altar de mármol; un sacerdote lleva pelucas de diferentes colores para
celebrar la Santa Misa; un sacerdote se disfraza de animal de Disney para
celebrar la Santa Misa; un sacerdote se viste de payaso con peluca para
celebrar la Santa Misa; un sacerdote vive en las redes sociales, no para
proclamar la fe, sino para mostrar su cuerpo y sus bailes.
Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
El
penitente, que ha lavado su alma en la Sangre de Cristo, acudiendo al
Sacramento de la Penitencia, debe hacer el firme propósito de huir de las
ocasiones de caer en pecado, tal como se recita en la oración penitencial:
“Propongo firmemente no pecar más y evitar toda ocasión próxima de pecado”. Si
no hace esto mostrará muy poca contrición de corazón aquel que, habiendo
ofendido a su Creador, vuelve a ponerse en ocasión de caer nuevamente en el
pecado[1].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Con
relación al evitar las ocasiones de pecar, un autor compara el evitar las ocasiones
de caer, con los cuidados que alguien, preocupado por la salud del cuerpo, toma
precauciones extremas, incluido hasta el aire que respira, para no enfermarse.
Del mismo modo, dice este autor, si para evitar una enfermedad corporal
evitamos el acudir a lugares en donde se puede ocasionar una enfermedad para el
cuerpo, así también y con mucho mayor cuidado debe el alma evitar aquello que
pueda provocarle no ya la enfermedad del cuerpo, sino la muerte el alma, como
es el pecado mortal o el pecado venial deliberado[2].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
El
que ha conseguido la gracia, después del Sacramento de la Penitencia, se
convierte, de hombre carnal y terreno, en hombre espiritual y divino[3],
partícipe del Ser divino trinitario y de la Vida divina trinitaria que del Ser
de Dios brota como una fuente inagotable. Ahora bien, esta participación a la
vida divina de la Santísima Trinidad se ha de mostrar en obras, que no deben
ser ya más de la vida pasada, sino las que corresponden a su condición de hijo
de la Luz, a su condición de hijo adoptivo de Dios Padre.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
El
que ha recibido la gracia, ha sido injertado en el Árbol de la Cruz y por lo
tanto recibe la savia divina que brota de este árbol sagrado; en consecuencia,
sus frutos deben ser frutos de santidad, porque es Tres veces Santo Aquel que
cuelga del Árbol de la Cruz. Sus frutos deben ser frutos del Espíritu Santo y
es esto lo que dice el Apóstol San Pablo a los que han recibido la gracia: “Andad
en espíritu, no cumpláis los deseos de la carne. La carne desea lo que es
contrario al espíritu y el espíritu desea lo que es contrario a la carne. Estas
dos cosas son contrarias entre sí, para que no hagáis todo lo que queráis y si
sois guiados del espíritu, no estéis debajo de la ley. Las obras de la carne
son la fornicación, la inmundicia, la desvergüenza, la lujuria, la servidumbre
de ídolos vanos, hechicería, enemistades, ira, riñas, envidias, homicidios,
embriagueces (…) los que hacen esto, no entrarán en el Reino de Dios (Gál 3)”.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
Los
frutos del Espíritu Santo son acordes a la santidad de Dios Uno y Trino, Tres
veces Santo y eternamente Santo y estos son los frutos que debe dar el
cristiano: “Los frutos del Espíritu Santo son: caridad, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia,
castidad; contra estas cosas no hay ley. Los que son de Cristo, crucificaron su
carne con sus vicios y concupiscencias. Si vivimos por el espíritu, andemos
también con el espíritu (Gál 3)”. Esto
debe hacer quien por la gracia ha recibido en su alma el Espíritu Santo. Y así,
ha de tener estos doce frutos del Espíritu Santo que señaló San Pablo[4].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario