jueves, 21 de abril de 2022

Hora Santa en reparación por profanación del sagrario en Neuquén, Argentina 190422

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación del sagrario de una capilla de la provincia argentina de Neuquén. Para mayores datos acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:

https://aica.org/noticia-el-obispo-de-neuquen-invita-a-orar-tras-la-profanacion-del-sagrario-de-una-capilla

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

La gracia santificante que nos concede Jesucristo es algo tan grandioso y maravilloso, que colma sobreabundantemente todos los deseos y propósitos nobles del hombre[1]. Así, por ejemplo, si alguien ama la riqueza espiritual del Ser divino trinitario, Nuestro Señor la concede a quien vive la pobreza de la Cruz, por la cual el alma se vuelve extraordinariamente rica espiritualmente, al recibir la vida divina.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Por el contrario, el pecador ama las riquezas materiales y la abundancia de bienes terrenos, pero así, aun siendo el hombre más rico del mundo, materialmente hablando, es un pobre y más que pobre, un miserable, un indigente espiritual, porque si le falta la gracia santificante, le falta todo, aunque lo tenga todo desde el punto de vista material. Es por eso que Nuestro Señor dice a estas almas sedientas de bienes materiales: “Te crees rico, pero eres pobre; te aconsejo que compres colirio para tus ojos”, significando con esto la gracia santificante, que hace ver la realidad acerca de cuál es el verdadero bien, la participación en la vida de la Trinidad.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

La bienaventuranza cristiana es muy distinta a la falsa felicidad que procura el mundo; quien está en el mundo, desea y anhela los falsos placeres que este proporciona y los deleites de la carne y los bienes materiales, pero en nada de esto está la verdadera felicidad. Según Nuestro Señor Jesucristo, la verdadera felicidad está en llorar los pecados, se abstienen y hacen penitencia, por eso es que dijo en el Evangelio: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Afirma un autor que “la causa por la que los hombres hacen injusticia y toman o retienen lo que es ajeno es porque piensan que eso es lo necesario para la vida y lo quieren tomar por medios ilícitos, en vez de ganarlo honradamente, pero no hallarán ni satisfacción ni abundancia como sí lo hacen aquellos que cumplen perfectamente sus obligaciones y guardan justicia de manera tal que no desean quedarse con absolutamente nada de lo ajeno y así Cristo señaló por premio a los que “aman la justicia”, de manera que no pueden sosegarse hasta que satisfacen a su hermano, que serán hartos y que tendrán en abundancia”[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El mismo autor continúa de la siguiente manera: “Algunos dejan de hacer obras de misericordia por no participar de las miserias; dejan de dar limosna al pobre por no hacerse más pobres; dejan de visitar al enfermo para no contagiarse de la enfermedad; en cambio los verdaderos misericordiosos obran la misericordia sin importarles de sí mismos y por eso Nuestro Señor Jesucristo les prometió por premio la Misericordia Divina.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 527.

[2] 528.

[3] 528.

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