martes, 15 de diciembre de 2020

Hora Santa en reparación por profanación de Hostias consagradas en Colombia 151220

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la profanación de la Sagrada Eucaristía ocurrida en la localidad de Huila, Colombia. Para mayores detalles acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/2020/12/15/un-obispo-advierte-a-los-autores-de-una-profanacion-estan-excomulgados/?fbclid=IwAR3s8Fqjg7VZA7Q3gzsop33zhPut_DSdBqrrWBlIib9XcmRJY-CrLQ7IWto

Canto inicial: “Tantum ergo, sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor que “el hombre que peca se puede tener por peor que el demonio, pues éste pecó contra su Creador, en cambio, el hombre que peca, lo hace contra su Creador”[1] y agregamos nosotros, contra su Redentor y contra su Santificador. En otras palabras, el demonio se rebeló contra Dios sólo en cuanto Creador y así cometió un solo pecado, en cambio el hombre que peca se rebela contra Dios triplemente, en cuanto que Dios Trino es no sólo Creador del hombre, sino también su Redentor y su Santificador, con lo cual podemos decir que el hombre peca tres veces más que el diablo.

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Es más grave el pecado del hombre que el del demonio, por otras razones también: el demonio pecó contra Dios, pero Dios no había usado su misericordia para con el Ángel caído[2], sin embargo, el hombre peca contra Dios, que lo perdona innumerables veces, tanto al quitarle la mancha del pecado original en el Bautismo sacramental, como cuantas veces el hombre acude al Sacramento de la Penitencia: por esto, el demonio pecó una sola vez, mientras que el hombre lo hace infinidad de veces; además, el demonio pecó sin haber visto a nadie condenarse, en cambio el hombre peca sabiendo que hay quienes se han condenado en el Infierno por un solo pecado mortal. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, apártanos del pecado como de la peste más mortífera!

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Se puede afirmar, con toda certeza, como lo dice un autor, que “cuanto el alma desprecia a Dios por el pecado, tanto más se hace ella despreciable”: en otras palabras, hay una reciprocidad en el desprecio, cuanto más el alma desprecia a Dios y peca, tanto más ella se vuelve despreciable, pero no porque Dios la desprecie, sino porque el pecado, por sí mismo, la convierte en un ser despreciable[3]. El alma, por el pecado, se vuelve un ser vil, abominable e infinitamente despreciable, de ahí la imperiosa necesidad del cristiano de apartarse no sólo del pecado mortal y del venial deliberado, sino de las ocasiones mismas de pecar.

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Cuanto más el pecador desprecia a Dios, eligiendo libremente pecar y arrojar de sí la gracia, el pecador tanto más se hace despreciable, execrable e incluso maldito, porque el que no tiene la gracia no está en un estado intermedio entre la justificación y la maldición: si no tiene la gracia, tiene en sí la maldición que el pecado trae aparejada, inevitablemente[4]. Por esta razón, cuanto más quiere quitar a Dios, tanto más se quita a sí mismo la santidad que Dios le confería con la gracia y se reduce a un no ser sobre todo no ser, convirtiéndose en un ser que es “nada mas pecado”.

Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

De la malicia del pecado, se deduce el ser despreciable en que el pecado convierte al pecador: teniendo delante de sí a Dios Uno y Trino, con su infinita bondad, majestad, hermosura, amor e infinitas perfecciones, y teniendo la hermosísima obligación de amar a la Trinidad por ser quien Es, Dios de infinita perfección y hermosura, amor y misericordia, el pecador elige sin embargo la vileza y bajeza del pecado, que lo aparta de Dios y de su Amor hermoso tanto más cuanto más grave es el pecado[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, líbranos de la ceguera del pecado y concédenos dar la vida antes que perder la gracia de tu Hijo Jesús!

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 434.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 434.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 434.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 434.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 435.

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