Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por una página blasfema –precisamente, el nombre de la página es “Blasfemadores”-, en la que se ataca, de modo particular y con saña, al catolicismo y a Nuestro Señor Jesucristo. La dirección de la página es la siguiente (aconsejamos pedir la censura de la página, por ser ofensiva contra la religión católica):
https://www.facebook.com/Blasfemador/photos/para-recortar-e-brincar-d/156017119308116/
Canto
inicial: “Tantum ergo, sacramentum”.
Oración
inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Cuando
el alma está en gracia, Dios Trinidad viene a inhabitar en esta alma e
inhabitando en ella, le comunica de la gracia santificante, de manera tal que
el alma es capaz de realizar actos sobrenaturales, heroicos y meritorios para
el Cielo[1]. Es
esto lo que explican las extraordinarias obras de misericordia espirituales y
materiales de los santos, por ejemplo y es lo que explica también los actos
heroicos de los mártires, quienes son capaces de dar la vida por Jesucristo,
antes que renegar de su Santo Nombre.
Silencio
para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Ahora
bien, de la misma manera en la Dios Trino, inhabitando en el alma por la
gracia, es conducida por esta gracia a realizar actos heroicos y divinos en
virtud de la participación de los siete dones del Espíritu Santo, así también,
habitando el demonio en un hombre por causa del pecado, lo mueve a éste, con
otros siete espíritus inmundos, a cometer hechos horrendos y diabólicos, hechos
que dejan de ser hechos meramente humanos, para ser hechos demoníacos[2]. Esto
es lo que permite comprender las obras de los hombres malos, obras que parecen
salidas de las más profundas cavernas del Infierno, antes que de una mente
humana.
Silencio
para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
De
la misma manera, los que están en gracia santificante, son hijos adoptivos de
Dios, pues Dios Hijo los hace partícipes de la filiación divina, filiación con
la cual Él mismo es Hijo de Dios desde toda la eternidad; análogamente, pero en
sentido inverso, quienes no están en gracia, quienes están en pecado, se hacen
hijos del diablo, verdaderos hijos del Príncipe de las tinieblas. Así lo dice
Nuestro Señor Jesucristo: “Vuestro padre es el diablo” (Jn 8, 44).
Silencio
para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Esto
último, el desprecio de la gracia y la elección del pecado, que hace que el
hombre se convierta en hijo y esclavo del demonio, hace que el hombre pecador
tenga a Lucifer por padre y no a Dios Padre, como lo hace quien vive en gracia.
Es decir, en vez de ser el alma morada de la Trinidad y el corazón, altar de
Jesús Eucaristía, se convierte, por medio del pecado, en morada de Satanás, en
habitación de demonios. ¡Nuestra Señora
de la Eucaristía, tú que eres Mediadora de todas las gracias, intercede por
nosotros para que nunca renunciemos a la gracia, que nos convierte en hijos
adoptivos de Dios y en templos del Espíritu Santo!
Silencio
para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Afirma
un autor: “El hombre que peca se puede tener por peor que el demonio, porque el
demonio pecó contra su Creador, pero el hombre peca contra su Creador y
Redentor. El demonio no pecó contra Dios en cuanto Redentor suyo, porque Dios
no es Redentor del demonio, sino de los hombres: el hombre, cuando peca contra
Dios, peca contra su Redentor, contra Aquél que no solo lo ha creado, sino que
lo ha perdonado innumerables veces, a través del Sacramento de la Penitencia. Por
esta razón, el pecado del hombre es mayor que el pecado del demonio. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, líbranos
de caer en el pecado y haz que nuestro corazón esté siempre en estado de gracia
santificante!
Un
Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de
los Santos Padres Benedicto y Francisco.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canción
de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
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