Inicio: ofrecemos esta
Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación y desagravio por
el ultraje cometido recientemente contra el Santo Crucifijo en Italia, en el
que un supuesto “artista” presentó su “obra”, consistente en un crucifijo
inmerso en la orina del propio “artista”. La noticia de tan lamentable hecho se
encuentra en los siguientes sitios: https://www.aciprensa.com/noticias/polemica-en-italia-por-exposicion-blasfema-de-crucifijo-sumergido-en-orina-36076/; http://observatorioantisectas.blogspot.com.ar/2015/11/polemica-en-italia-por-exposicion.html
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te
pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto inicial: “Postrado
a vuestros pies humildemente”.
Inicio del rezo del Santo Rosario (misterios
a elegir).
Primer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
“Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Nos arrodillamos ante Ti, oh Cristo crucificado, Dios que cuelgas del madero
ensangrentado, y besamos con reverencia y amor tus sagrados pies, atravesados
cruelmente por un grueso y filoso clavo de hierro; besamos tus pies, besamos
tus Santas Llagas, besamos tu Sacratísima Sangre, y al besarte te adoramos, te
bendecimos, te ensalzamos y te glorificamos, oh Jesús, Cordero de Dios, que pendes
del madero. Bendito seas, Jesús, por tu Cruz ensangrentada, victorioso
estandarte con el que derrotas y vences para siempre a nuestros mortales
enemigos, el demonio, el pecado y la muerte; Cruz victoriosa, empapada en la
Sangre del Divino Cordero, con la que nos abres en triunfo las Puertas del
Cielo. Oh Jesús crucificado, Dios bendito y eterno, que por nuestra salvación
sufriste cruel muerte de cruz, te pedimos perdón y te ofrecemos reparación a
través del Inmaculado Corazón de María, por los inauditos sacrilegios que
sufres en el crucifijo; apiádate de nuestros hermanos que, enceguecidos por el
pecado, te ofenden y te ultrajan, y concédeles, a ellos y a nosotros, un amor
ferviente por tu Santa Cruz. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Segundo
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
“Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Te bendecimos, te adoramos, te ensalzamos y te exaltamos, oh Cristo Jesús,
Cordero del Padre, y te suplicamos que tu Sangre Preciosísima caiga sobre
nosotros, no en el sentido blasfemo e impío de los integrantes de la multitud
del Evangelio, que pidió que cayera sobre ellos tu Sangre, porque querían verte
muerto y que así desaparecieras de la faz de la tierra y tu Nombre Santísimo
fuera borrado de las mentes y corazones de los hombres; no es en ese sentido en
el que pedimos que caiga tu Sangre sobre nosotros: pedimos que tu Sangre
bendita, que fluye a borbotones de tu Cabeza, de tus heridas, de tu Costado
traspasado, caiga sobre nuestras almas, sobre nuestros corazones,
entenebrecidos por el pecado, para que al contacto con tu Sangre Bendita, se
vean purificados de sus malicias, iluminados por tu gracia, santificados por tu
Espíritu, encendidos en el Fuego del Divino y Amor y convertidos, por tu gracia,
en imágenes vivientes de tu Sagrado Corazón. Oh Jesús crucificado, Dios bendito
y eterno, que por nuestra salvación sufriste cruel muerte de cruz, te pedimos
perdón y te ofrecemos reparación a través del Inmaculado Corazón de María, por
los inauditos sacrilegios que sufres en el crucifijo; apiádate de nuestros
hermanos que, enceguecidos por el pecado, te ofenden y te ultrajan, y
concédeles, a ellos y a nosotros, un amor ferviente por tu Santa Cruz. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Tercer
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
“Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
En la cruz, Jesús sufre dolores atroces; no solo en el Cuerpo, sino también en
su Alma y en su Corazón, porque la causa de su crucifixión son nuestros
pecados, la malicia de nuestros corazones, el misterio de iniquidad que habita
en ellos desde la Caída Original. Jesús en la Cruz es la Vid Verdadera, que
estrujada en la Vendimia de la Pasión, da el fruto exquisito de su Sangre
derramada, el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, servido en el cáliz
eucarístico, para lavar nuestras iniquidades
y para nuestra salvación. Jesús en la cruz convierte, por su
omnipotencia divina, la muerte en vida y Vida eterna; el dolor en paz; la culpa
del hombre en perdón divino; el Calvario en Puerta abierta al cielo; el
sufrimiento y el dolor ofrecidos al Padre, en fuentes de salvación y
santificación. Arrodillados ante tu Santa Cruz, besamos con reverencia y con
amor tus pies llagados, adoramos tu Preciosísima Sangre y te glorificamos y te
bendecimos y te damos gracias, oh Cordero de Dios inmolado en el altar de la
Cruz, por tu santo sacrificio redentor. Oh Jesús crucificado, Dios bendito y
eterno, que por nuestra salvación sufriste cruel muerte de cruz, te pedimos
perdón y te ofrecemos reparación a través del Inmaculado Corazón de María, por
los inauditos sacrilegios que sufres en el crucifijo; apiádate de nuestros
hermanos que, enceguecidos por el pecado, te ofenden y te ultrajan, y
concédeles, a ellos y a nosotros, un amor ferviente por tu Santa Cruz. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
“Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Santa Teresa de Ávila dijo que la Cruz es el Árbol de la Vida, y lo es, porque
de ella pende el Fruto exquisito del Amor misericordioso de Dios, el Sagrado
Corazón traspasado de Jesús. Quien quiera alcanzar este Fruto delicioso, tiene
que subirse al Árbol de la Cruz y extender su mano, introducirla en el Costado
abierto del Salvador, tomar el Fruto, que es el Corazón de Jesús, y saborearlo
con fruición. ¡Oh Árbol de la Vida, Árbol Santo de la Cruz del Señor, bendito
seas, porque en ti se encuentra la fuente de nuestra salvación y el gozo de
nuestras almas! Te alabamos, te bendecimos, te adoramos y te exaltamos en el
Árbol de la Santa Cruz, oh Jesús, Nuestro Dios y Señor, y te damos gracias, a
través del Corazón Purísimo de María, por el sacrificio de tu vida en el leño
ensangrentado de la Cruz, porque así lavaste nuestros pecados con tu Sangre,
nos redimiste, nos concediste la Vida eterna, que es la Vida de tu Corazón, y
nos abriste las Puertas del cielo, las Puertas de la Casa del Padre. Por este
Santo Sacrificio del Calvario que se renueva por el poder del Espíritu Santo
cada vez, en la Santa Misa, de modo incruento y sacramental, te damos gracias,
te bendecimos, te adoramos y te glorificamos, oh Jesucristo, Cordero de Dios,
que con tu Sangre, quitas los pecados del mundo y nos concedes la Vida eterna. Oh
Jesús crucificado, Dios bendito y eterno, que por nuestra salvación sufriste
cruel muerte de cruz, te pedimos perdón y te ofrecemos reparación a través del
Inmaculado Corazón de María, por los inauditos sacrilegios que sufres en el
crucifijo; apiádate de nuestros hermanos que, enceguecidos por el pecado, te
ofenden y te ultrajan, y concédeles, a ellos y a nosotros, un amor ferviente
por tu Santa Cruz. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Quinto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
“Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”. En el desierto,
cuando el Pueblo Elegido era atacado por mortales serpientes venenosas, Dios
ordenó a Moisés que fabricara una serpiente de bronce para que todo el que la
viera, quedara curado y así el Pueblo Elegido quedó a salvo de sus letales mordeduras.
En nuestros días, el Nuevo Pueblo Elegido, la Iglesia Católica, que marcha por
el desierto de la historia y de la vida hacia la Jerusalén celestial, es
asediado por otras serpientes, mucho más letales, los ángeles caídos, que
inoculan en el alma el mortal veneno de la rebelión contra Dios y los pecados
de soberbia, de lujuria, de avaricia, y toda clase de mal, convirtiendo al
corazón del hombre, de templo del Espíritu Santo y altar de Jesús Eucaristía,
en oscuras y pestilentes cuevas de demonios. Pero en ayuda de los hombres,
viene la Iglesia de Dios, que eleva el estandarte ensangrentado de la Santa
Cruz, por medio del sacerdocio ministerial, en la Santa Misa, para que todo el
que contemple a Cristo, en la Cruz y en la Eucaristía, reciba de Él su
misericordia y perdón y la gracia de la conversión del corazón, gracia que sana
y cura al alma humana, quitándole el veneno inoculado por la Serpiente Antigua,
el odio y la rebelión contra Dios y su Ley. Jesús, Tú eres en la Cruz nuestra
salvación; Tú eres en la Eucaristía nuestro Dios, que nos concede su gracia y
su perdón, y por tu Santo Sacrificio del Calvario, renovado cada vez en la
Santa Misa, por tu Cuerpo entregado en la Eucaristía y por tu Sangre derramada
en el cáliz, te adoramos, te bendecimos, te glorificamos y te damos gracias. Oh
Jesús crucificado, Dios bendito y eterno, que por nuestra salvación sufriste
cruel muerte de cruz, te pedimos perdón y te ofrecemos reparación a través del
Inmaculado Corazón de María, por los inauditos sacrilegios que sufres en el
crucifijo; apiádate de nuestros hermanos que, enceguecidos por el pecado, te
ofenden y te ultrajan, y concédeles, a ellos y a nosotros, un amor ferviente
por tu Santa Cruz. Amén.
Un
Padre Nuestro, tres Ave Marías y Gloria, pidiendo por los santos Padres
Benedicto y Francisco, por las Almas del Purgatorio y para ganar las
indulgencias del Santo Rosario.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
final: “El Trece de Mayo en Cova de
Iría”.
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