viernes, 13 de septiembre de 2013

Hora Santa en reparación por los que obran el Mal en las más variadas formas


         Inicio: Ingresamos en el Oratorio, nos postramos en Presencia de Jesús Eucaristía, y pedimos a María Santísima su intercesión, para poder unirnos a la adoración que los ángeles y santos tributan en los cielos al mismo Jesús que está oculto en la apariencia de pan. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por quienes obran el Mal en las más variadas formas.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces). 

         "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén".


         Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Rey de cielos y tierra, Tú eres el Creador del universo; Tú, en concurso con Dios Padre y Dios Espíritu Santo, creaste todo lo que es y existe, y por Ti todo se mantiene en el ser y en la existencia; toda la Creación Te glorifica, porque todo lo hiciste con Sabiduría infinita y con Amor eterno; Tú diste a la naturaleza sus leyes, porque eres el Supremo Legislador, y todo lo que es y existe vive en armonía perfecta porque proviene de Ti, y Tú todo lo haces con perfección suma. Jesús, Supremo Legislador, Supremo Juez de las conciencias y de las naciones, que  vendrás en el Último Día de la humanidad a juzgarnos según nuestras obras, venimos ante Tu Presencia sacramentada para pedirte perdón y reparar por aquellos legisladores humanos que promueven y practican leyes perniciosas, leyes que atentan contra la dignidad de la persona humana, leyes que destruyen las almas y truncan vidas enteras bajo el pretexto de bien, leyes inventadas por los hombres, que se oponen a tu Sabiduría y Amor, leyes que contrarían tus preceptos, que exaltan el pecado, que promueven el desorden moral, leyes que abren las puertas del Abismo a centenares de miles de almas. Apiádate, oh Juez eterno, de estos legisladores humanos que contrarían tus designios divinos, y concédeles, por intercesión de María, Abogada nuestra, la gracia de la conversión. Amén.

         Silencio para meditar.

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú eres la santidad en Persona; de tu Ser trinitario emana la santidad como de su fuente inagotable; Tú eres el Dios Tres veces Santo, ante quien los Arcángeles, los Querubines, los Tronos, las Dominaciones, las Potestades, inclinan sus frentes en señal de profunda adoración; Jesús Eucaristía, Tú nos has hecho partícipes de tu santidad por medio de la gracia bautismal, depositándola en nuestra alma como una semilla, para que por la fe y las buenas obras crezca y se convierta en robusto árbol que dé frutos abundantes de conversión y misericordia; Te pedimos perdón y reparamos, por nosotros y por nuestros hermanos, por las veces en que hemos dejado de lado el camino de la santidad para caminar por los caminos del mundo, caminos que nos alejan del Calvario y de la Cruz porque la mundanidad es lo opuesto a tu santidad, a la santidad que quieres ver brillar en nuestras almas. Jesús, Te pedimos perdón por las veces en que nos hemos resistido a seguir tus huellas, por las veces en que te hemos abandonado, por las veces en que nuestro amor ha sido superficial, pasajero, puramente emotivo pero no surgido desde lo más profundo del corazón. Jesús, Te pedimos perdón y reparamos por la mundanidad de las almas inmersas en el mundo y sus pecados, almas que no quieren convertirse, almas que se dejan atraer por los vanos atractivos de este mundo corrupto, en vez de seguir el Camino Real de la Cruz, señalado con las huellas ensangrentadas, Camino enrojecido por la Sangre preciosísima que brota de tus heridas abiertas. Jesús, ten piedad y misericordia de nosotros y de nuestros hermanos, sobre todo de aquellos atrapados en la mundanidad y el pecado, y haz que deseen la santidad que eres Tú en Persona. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, Rey de Amor, que creaste al hombre como ser libre, imprimiéndole en esta libertad el sello más profundo de tu imagen en su alma; Jesús, que nos concedes la gracia de ser hijos de Dios, y con esta gracia, nos concedes la verdadera libertad, la libertad que consiste en amarte a Ti, Nuestro Rey, Nuestro Creador y Redentor; Jesús, que nos liberas de la trampa mortal que significa el pecado, el error y la ignorancia, al darnos tu gracia y revelarnos la Verdad divina, Verdad que es la única que nos hace libres; Jesús, que das a los bienaventurados, como premio a la perseverancia final en la gracia, el gozar para siempre de la libertad de los hijos de Dios en los cielos, Te pedimos perdón y reparamos por aquellos hombres que privan de la libertad a sus hermanos, ya sea físicamente, por medio del secuestro, o bien mentalmente, recluyéndolos en la cárcel mental y espiritual construida por medio de las ideologías sectarias, te pedimos por estos secuestradores, para que tomen conciencia de lo perverso de su obrar, para que cambien prontamente y se arrepientan, antes de que los llames en tu Presencia y sean conducidos ellos a las prisiones del Mundo de las tinieblas, al abismo infernal. Te pedimos perdón y reparamos por estas almas que ejercen de carceleros en esta vida, porque si no cambian y se convierten, será privados para siempre de su libertad y su carcelero será el Ángel caído. Apiádate, oh Jesús, de estas almas entenebrecidas, y concédeles la gracia de la conversión, para que cambien sus corazones de acero por corazones de carne, corazones que vivan en el temor de Dios y en el amor al prójimo, corazones que vean en sus prójimos otras tantas imágenes vivientes de Ti. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Dios eterno e inmortal, que das pruebas de tu existencia a cada momento, en todo tiempo y lugar, pues todo lo que es y existe, es y existe porque Tú le diste el ser y porque Tú lo mantienes en la existencia; Jesús, que das pruebas de tu existencia en el amor humano puro y santo, como el amor esponsal, el amor materno y paterno, el amor fraterno, porque Tú eres el Amor en sí mismo, y de Ti procede todo amor santo; Jesús, que das prueba de tu existencia en la Creación, porque todo ha sido creado con suma perfección científica y a la vez con suma hermosura y gracia; Te pedimos perdón y reparamos por nuestros hermanos ateos que, enceguecidos por perversas ideologías, no quieren verte, con lo cual cierran, para ellos mismos y para muchas otras almas, el camino para su eterna salvación y felicidad. Jesús, Te pedimos por los científicos ateos, que contrariando a la razón, niegan Tu existencia, porque es contrariar a la razón negar que exista un Dios que todo lo ha creado con suma precisión científica; Jesús, Te pedimos perdón y reparamos por los artistas ateos, que niegan Tu existencia, porque es una negación de la Belleza negar tu existencia, porque todo lo que existe ha sido creado por Ti con suma hermosura y gracia, porque nada puedes hacer que no sea hermoso y bello, como pálido reflejo de tu Hermosura sin límites. Jesús, reparamos por los ateos de todo el mundo, sobre todo aquellos que forman parte de nuestras familias, para que abran sus ojos y te descubran en la majestuosidad del cielo estrellado, en el amor de una madre, en la perfección infinita del macro y del micro universo. Concédeles la gracia de la conversión, para que se alegren en tu Presencia, en el tiempo y en la eternidad. Amén.

         Silencio para meditar.

         Meditación

         Jesús, Dios rico en misericordia, que siendo Dios y por lo tanto infinitamente rico en la inmensa riqueza de tu Ser trinitario, te hiciste pobre e indigente, al encarnarte en el seno virgen de María Santísima y así poder ofrendar tu Cuerpo en sacrificio para nuestra salvación; Jesús, que siendo Dios Tres veces Santo, no tenías necesidad de nada, pues todo te pertenece porque eres Rey del Universo, y sin embargo, al asumir nuestra naturaleza humana, te convertiste en indigente, para darnos a cambio la riqueza incalculable de la gracia divina en esta vida y la gloria en la vida eterna; Jesús, que quieres que no nos apeguemos a los bienes terrenos, sino que “atesoremos tesoros en el cielo”, y que compartamos los bienes materiales con los más necesitados, Te pedimos por aquellos hermanos nuestros que, movidos por la avaricia, despojan de sus bienes a los demás; Jesús, apiádate estos hermanos nuestros que han equivocado el tesoro y han apegado sus corazones a los tesoros de la tierra, el oro y el dinero, olvidando que los únicos bienes que hay que atesorar son las obras buenas hechas en tu Amor, porque sólo con estos bienes se podrá pagar la entrada al Reino de los cielos; Jesús, Te pedimos perdón y reparamos por quienes despojan de sus bienes a las viudas, a los huérfanos, a los desvalidos; Te pedimos por quienes se apropian de lo que no les pertenece, consiguiendo triunfos mundanos –electorales, artísticos, científicos- a costa de la mentira y el fraude, el engaño y el robo; Te pedimos perdón y reparamos por estas almas que, si quieren salvarse, deberán restituir todo lo que robaron, y si no lo hacen, lo lamentarán por los siglos sin fin en los Abismos más profundos del Infierno. Apiádate, oh Buen Jesús, Dios rico en misericordia, y haz que tu Madre, María Santísima, les obtenga de Ti la gracia de su conversión, a fin de que puedan devolver en su totalidad lo que no les pertenece, para que sean merecedores de la verdadera riqueza, el Reino de los cielos. Amén.

         Silencio para meditar.
        
         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).

          "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén".


         Canto de salida: “Los cielos, la tierra, y el mismo Señor Dios”.

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