Inicio:
El uso de la Sagrada Eucaristía para cualquier fin que no sea el exclusivamente
la Comunión Sacramental, para la unión espiritual en el amor, la fe, la piedad,
y mucho más en un acto de horrible acto de brujería y ocultismo como el
propuesto por esta bruja wiccana, en un programa televisivo, con una liviandad
y superficialidad tan propia de nuestros oscuros días, constituye un gravísimo
acto de sacrilegio hacia la Presencia Real, Verdadera y Substancial de Nuestro
Señor Jesucristo. Nos sentimos ofendidos como católicos, pero a Quien ofenden
en primer lugar es al Rey de reyes y Señor de señores, Jesús Eucaristía y eso
no lo vamos a dejar pasar. Para mayores detalles, consultar las declaraciones
del Arzobispo de Lima, en la página CatholicNewsAgency.com
Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies
humildemente”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(misterios a elección).
Meditación.
Son
los santos, como siempre, quienes nos dan ejemplo y lección de cómo amar a
Nuestro Señor Jesucristo y, por supuesto, también a la Virgen. En este caso en
concreto, nos dan ejemplo de cómo amar a Jesús a través de la Comunión
espiritual. Por ejemplo, San Francisco Javier Cabrini decía: “Cuanto más Te amo,
menos Te amo, porque más querría amarte. No puedo más con esto… Ensancha,
ensancha mi corazón”[1]. Que la Virgen, Nuestra Señora
de la Eucaristía, interceda para que Nuestro Señor se digne ensanchar nuestros
pobres corazones, para que su Divino Amor reine en ellos.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
A
su vez, Santa Bernardita, en los períodos en los que no se despertaba por la
noche, llegó a pedir a una compañera que la despertase. ¿Por qué? “Porque
querría hacer la Comunión espiritual”. Cuando San Roque de Montpellier pasó
encarcelado cinco días, retenido como un peligroso vagabundo, estaba siempre en
la cárcel con la mirada fija en el ventanuco, rezando. El carcelero le preguntó:
“¿Qué miras?”. El santo le contestó: “Miro el campanario de la Parroquia”. Lo
que en realidad miraba el santo, en dirección al campanario, era el Sagrario,
en donde estaba Jesús Eucaristía, pues estaba haciendo su Comunión espiritual.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
El
Santo Cura de Ars decía a sus fieles: “A la vista de un campanario podéis
decir: Allí está Jesús porque un sacerdote ha dicho Misa allí”. Y el Beato Luis
Guanella, cuando acompañaba en el tren a los peregrinos a los Santuarios, les
recomendaba siempre que dirigieran el pensamiento y el corazón a Jesús cada vez
que vieran un campanario desde las ventanillas del tren. “Todo campanario
-decía- nos señala una iglesia en la que hay un sagrario, se celebra la Misa,
está Jesús”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
Los
santos desean comunicarnos la llama de amor que los consume en el Reino de los
cielos, la Llama de Amor del Sagrado Corazón de Jesús, que los arrebata en el
Santo y Purísimo Amor de Dios Tres Veces Santo. Imitándolos a ellos, hagamos el
esfuerzo, auxiliados por la gracia, de concentrarnos al momento de la Comunión
sacramental, o cuando hagamos la Comunión espiritual, para que esa Llama de
Amor de Jesús -o al menos, una pequeñísima chispa de ese Inmenso Horno de Amor
que es el Corazón Eucarístico de Jesús- se desprenda de su Corazón y encienda
nuestros secos y pobres corazones en el Santísimo Amor de Dios.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
San
Leonardo de Puerto Mauricio decía: “Si hacéis al día varias veces el santo
ejercicio de la Comunión espiritual, os doy un mes de tiempo para ver vuestro
corazón cambiado”. En solo un mes, el santo nos promete el cambio, para nuestro
bien, para nuestra santificación, si hacemos la Comunión espiritual, repetidas
veces durante el día. ¿Qué nos impide hacerlo?
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico,
Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 92.
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