Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la profanación cometida por un musulmán, quien oró y predicó en una iglesia
católica, ante la presencia, la aprobación y el aplauso de eclesiásticos y
laicos católicos, que de esta manea aprobaron implícitamente la profanación. Para
mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=WF-B6lJTzL0
Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies
humildemente”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(misterios a elección).
Meditación.
San
Pío de Pietralcina aconsejaba así a una hija espiritual suya, en relación a la
Comunión espiritual: “A lo largo del día, cuando no te dejan hacer otra cosa,
llama a Jesús, incluso en medio de todas tus ocupaciones, con un gemido
resignado del alma y Él vendrá y se quedará unido siempre con el alma mediante
Su gracia y Su santo amor. Con el espíritu vuela al Sagrario cuando no puedas
hacerlo con el cuerpo y allí desahoga los deseos ardientes y abraza al Amado de
las almas mejor que se te hubiera dado si lo hubieras recibido sacramentalmente”[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
También
nosotros debemos aprovechar de este gran don que es la Comunión espiritual. Sobre
todo en los momentos de una gran prueba o tribulación por la que estemos
atravesando, puesto que ¿qué puede ser más precioso que la unión con Jesús
Eucaristía mediante la Comunión espiritual? Este santo ejercicio puede llenar
de amor un día entero, aun en medio de las tribulaciones, dolores y aflicciones
más profundas; puede hacernos vivir con Jesús en un abrazo de amor, dependiendo
de nosotros hacerlo todas las veces que queramos, hasta incluso no
interrumpirlo casi nunca.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Santa
Ángela Merici tenía pasión amorosa por Comunión espiritual. No solamente la hacía
con frecuencia y animaba a los demás a hacerla, sino que llegó a dejarla a sus
hijas espirituales para que la practicasen perpetuamente.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
San
Francisco de Sales tenía como propósito hacer al menos una Comunión espiritual
cada cuarto de hora, por eso podemos decir que toda su vida no es otra cosa que
la concatenación de una Comunión espiritual tras otra, de una unión espiritual
con Jesús Sacramentado tras otra. ¿Quién puede ser más feliz que este santo? Ahora
bien, si este gran santo lo hizo, ¿no podemos nosotros, al menos tratar de
imitarlo, siquiera mínimamente en el mismo propósito? Y es un propósito que
también hizo otro santo, desde joven, San Maximiliano María Kolbe.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
El
Beato Andrés Beltrami vivió una vida de Comunión espiritual ininterrumpida. Dice
así en su diario personal: “Dondequiera que me encuentre pensaré con frecuencia
en Jesús en el Sacramento. Fijaré mi pensamiento en el Santo Sagrario incluso
cuando me despierte de noche, adorándolo desde donde me encuentre, llamando a
Jesús en el Sacramento, ofreciéndole las acciones que esté haciendo. Instalaré un
hilo telegráfico desde el estudio hasta la iglesia, otro desde la habitación, un
tercero desde el comedor y con la frecuencia que pueda enviaré mensajes de amor
a Jesús en el Sacramento”. ¡Qué continua corriente de amor por esos queridos
hilos telegráficos! ¿Por qué no nos proponemos hacer lo mismo, imitando al
santo?
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la
contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico.
Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 91.
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