Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por el blasfemo incendio de una iglesia católica del siglo XVI por parte de
musulmanes africanos. Para mayores detalles acerca de esta cobarde agresión a la
Santa Iglesia Católica, consultar el siguiente enlace:
https://twitter.com/CatholicArena/status/1677369233355726859?s=20
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Afirman los autores católicos que el bien más grande, el
tesoro más preciado, que un hombre puede tener en esta vida, es la amistad con
Dios Uno y Trino, amistad que es proporcionada por la gracia santificante,
comunicada a través de los sacramentos. Dice así un autor: “El siervo de Dios
Nuestro Señor ha de andar con todo cuidado para conservar la gracia y
asegurarse en ella, cumpliendo lo que nos amonesta el apóstol San Pedro: “Hermanos,
andad más ansiosos de hacer por medio de buenas obras cierta vuestra vocación y
elección, porque haciendo esto, no pecaréis alguna vez y así se os franquee
ahora abundantemente la entrada al Reino de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo”
(2 Pe 1)[1].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Este consejo del apóstol San Pedro es de gran consuelo para
el alma y también de gran provecho. En efecto, ¿qué consuelo del mundo puede
igualar al hecho de saber uno que, ayudado por la gracia santificante y obrando
obras de misericordia, corporales y espirituales, como manda la Santa Madre
Iglesia, perseverará en el camino de la predestinación al Reino de los cielos? No
hay un bien mayor que la amistad con Dios, amistad que el cristiano debe preservar
a toda costa, aun corriendo el riesgo de perder la vida terrena, pues así gana
la vida eterna.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
No en vano los santos pedían la siguiente gracia: la gracia
de morir antes que cometer un pecado mortal o venial deliberado. Quien procure
perseverar en la gracia, consigue dos provechos muy notables, además de la paz
y del gozo espiritual: uno es que no hará jamás pecado mortal, porque obrando
siempre bien y mejor, no pecará mortalmente y así se asegura su salvación; el
otro, que irá aumentando sus merecimientos con la continuación de las obras de
misericordia, con lo cual alcanzará cada vez más gloria en el Reino de Nuestro
Señor Jesucristo[2].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Para quien anhela ingresar en el Reino de los cielos al
término de su vida terrena, es de suma importancia el saber si se encuentra o
no en gracia. Esto -el saber si se está en gracia o no- no se puede saber con
certidumbre de fe, ni con evidencia ni infalibilidad total, a menos que se de
una especial revelación, lo cual no es frecuente. Es conveniente que no lo
sepamos de esta manera, para así practicar la humildad; ahora bien, según los
grandes santos de la Iglesia, como San Ambrosio, San Cipriano, San Cirilo, San
Agustín, San Gregorio Magno y otros, sí se puede llegar a un certidumbre moral,
meditando con mucha humildad sobre el tema, es decir, sobre la amistad con Dios
por medio de la gracia[3].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
El mismo San Pablo dice que estaba cierto de que no le
apartaría ninguna cosa de la caridad de Dios -del amor sobrenatural de Dios- y
lo mismo es de la gracia; en otras palabras, imitando al Apóstol, debemos decir
lo mismo de la gracia, es decir, que nada de este mundo nos aparte de la gracia
santificante. Esto no lo dijo como si hubiera tenido una revelación de su
predestinación, sino por otras circunstancias que le daban satisfacción y
alguna certeza, que aunque no evidente, es de gran consuelo[4].
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
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