viernes, 14 de octubre de 2022

Hora Santa en reparación por la destrucción y profanación de veintiocho imágenes católicas en Brasil 111022

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la destrucción y profanación de veintiocho imágenes de santos católicos en una iglesia en Brasil. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/profanan-iglesia-catolica-y-destruyen-28-imagenes-de-santos-20320 

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Santa Fe Católica es la luz que nos permite quitar la oscuridad y las tenebrosas máscaras detrás de las cuales se esconde el mundo anticristiano; por medio de la Fe es que podemos ver la realidad del mundo en cuanto contario a Dios Uno y Trino, a sus Mandamientos y a los Mandamientos que nos dejó el Hijo de Dios encarnado en el Evangelio. Con la luz de la Fe, podemos ver la vida, las cosas y la realidad, tal como las ve Dios y no como las ve el mundo sin Dios[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

El filósofo Séneca aconsejaba a los hombres que quitaran la máscara a las cosas que se les pueden ofrecer, aun cuando estas se representasen terribles y duras. Este quitar la máscara a todas las cosas que parecen ásperas, duras o de gran desprecio en esta vida -pero necesarias o convenientes para conseguir la vida eterna-, hemos de hacerlo con la luz de la fe y así hallaremos que todo lo que se puede ofrecer consiste en aprehensiones y opiniones y si pasa más adelante a tocar en obras, mirando con fe el socorro de la gracia y el premio eterno que el Señor tiene prometido a los justos que en Él esperan, parecerá todo nada[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Al igual que sucede con quien se encuentra en total oscuridad, sin ninguna luz que ilumine su andar, de la misma manera, quien no tiene la luz de la Santa Fe Católica, se conduce por el mundo como en la más profunda tiniebla, aunque se encuentre iluminado por la luz solar o cualquier clase de luz artificial. Es esto lo que afirma un autor: “Los pecadores, que tienen muerta la luz de la fe, no tienen juicio cabal, como así tampoco poseen un conocimiento cabal de las cosas”[3]. De esta manera, viven en la más oscura tiniebla espiritual, pero sin darse cuenta de que viven en las tinieblas.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Vivir sin la luz de la Santa Fe Católica tiene sus consecuencias: quien vive sin fe, como lo hace el mundo de hoy, que niega al Hombre-Dios Jesucristo, comete verdaderas locuras, las cuales nacen de las pasiones desenfrenadas, que no poseen el control de la razón iluminada por la gracia[4]. Sin la luz de la fe y sin el auxilio sobrenatural de la gracia, las pasiones hacen cometer al hombre locuras difíciles siquiera de caracterizar.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

De esta manera, según Aristóteles, el alma juzgará según cual sea la pasión dominante: por ejemplo, el avaro tomará al dinero por dios; para el soberbio, su dios será la honra; el carnal, pone su bienaventuranza en el deleite. Todos estos, aunque tienen ojos, no ven y aunque tienen oídos, no escuchan y así viven engañados, al no tener aquello que da salud al alma, la luz de la Santa Fe Católica y la vida divina participada por la gracia santificante.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Gracia Divina, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 551.

[2] Cfr. ibidem, 551.

[3] Cfr. ibidem, 551.

[4] Cfr. ibidem, 553.

No hay comentarios:

Publicar un comentario