jueves, 25 de agosto de 2022

Hora Santa en reparación por destrucción de imagen del Sagrado Corazón Argentina 240822

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por ultraje a imagen del Sagrado Corazón en Tucumán, Leales, Argentina. Pedimos además por la conversión de quien o quienes cometieron este grave sacrilegio.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         El Primer Mandamiento manda amar a Dios –y también al prójimo como a uno mismo- y dice San Agustín que nada podrá apartarnos de este amor a Dios: “Nadie nos podrá apartar de la caridad de Dios, amenazando la muerte, porque esto, que es amar a Dios, no puede morir, si no es cuando no le amamos, como sea la muerte no amar a Dios, lo cual no es otra cosa que anteponerle algún otro bien en amarle y seguirle”[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Continúa San Agustín, con su meditación acerca de que nada podrá apartarnos del amor de Dios: “Tampoco podrá apartar alguien del amor de Dios, prometiendo la vida, porque nadie apartará a otro de la fuente, prometiéndole agua. Tampoco apartará algún ángel, porque cuando nos unimos a Dios, no es más poderoso el ángel que nuestra alma”.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Continúa luego San Agustín: “Tampoco apartará alguna virtud, porque si esta virtud que nombra el Apóstol tiene alguna potestad en este mundo, el alma que está asida de Dios totalmente, es más sublime que todo el mundo y si por virtud se entiende alguna afección buena de nuestro ánimo, si está en otros nos ayuda para llegarnos a Dios y está en nosotros nos allega”.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         Afirma más adelante San Agustín: “Tampoco apartarán las molestias presentes, porque entonces las sentimos más ligeras, cuanto más estrechamente nos unimos con Aquel de donde tratan de apartarnos. Tampoco apartará alguna promesa de las cosas futuras, porque todo bien futuro más ciertamente le promete Dios y no hay cosa mejor que Dios, el cual ya está presente a aquellos que se llegan bien a Él”.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Por último, afirma el santo: “Tampoco apartará lo alto ni lo profundo, porque si estas palabras significan la altura o profundidad de la ciencia, no seré yo la alteza o profundidad de la ciencia, no seré yo curioso por no apartarme de Dios, ni me apartará de Él la doctrina de alguno que me quiera sacar de error, porque nadie puede errar sino apartado de Dios. Y si por alto y profundo se entienden las cosas soberanas o infernales de este mundo, ¿quién me prometerá el cielo porque me aparte del Creador del cielo? ¿O qué infierno me aterrará para dejar a Dios, al cual si nunca hubiera dejado, no supiera qué era infierno?”. De esta manera, San Agustín muestra cómo es imposible apartarnos de la caridad, si nosotros no queremos.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 535.

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