jueves, 11 de agosto de 2022

Hora Santa en reparación por el brutal ataque del comunismo en Nicaragua a la Iglesia Católica 110822

 




Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario en reparación por el brutal, sostenido y diabólico ataque a la Santa Iglesia Católica, perpetrado por el Partido Comunista, brazo político y militar de Satanás en la tierra. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/la-historia-detras-de-la-persecucion-contra-la-iglesia-catolica-en-nicaragua-10286

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

La fe católica se demuestra por obras y no por cualquier obra, sino por la obra inspirada por la gracia santificante, que son las obras de misericordia corporales y espirituales, tal como las enseña la Iglesia Católica. Dice así un autor: “Los deseos (inspirados) por Dios son eficaces y se traducen en obras y así las ansias devotas de servir a Dios, de hacer y padecer por Él, son verdaderas cuando se traducen en obras, pero si no hay obras, esos deseos y esas ansias son vanos”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Con relación a las obras motivadas por el amor a Dios, dice así San Gregorio: “El amor obra grandes cosas, si le hay (es decir, si hay amor a Dios) y si rehúsa el obrar (es decir, si no se obra nada), no hay amor”. Como dice un autor: “Las flores han de parar en frutos y el árbol que no lleva frutos, aunque lleve flores, no se tiene por provecho”[2]. Si el católico no obra obras de misericordia, es un árbol sin frutos.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Es por estas razones que Dios mandó que no le ofrecieran miel, aun siendo algo tan suave y exquisito, porque se hace de sólo flores y no de fruto y a Dios no le agrada tanto la suavidad de los deseos, cuanto la dificultad que se siente en la obra[3]. También porque la miel se hace de varias flores y nuestros deseos no han de tener variedad, sino solo querer obrar para la mayor honra, honor, alabanza y adoración de la Santísima Trinidad y del Cordero de Dios, Cristo Jesús en la Eucaristía.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

A Dios Uno y Trino se le ha de servir no sólo con la voluntad, sino con todas las fuerzas. Por esto se dice ser “fuerte el amor como la muerte”, porque no hay cosa más ejecutiva que la muerte, la cual es certísima; así también el verdadero amor ha de poner en ejecución sus deseos y sus propósitos han de ser certísimos. Y deben concretarse, no quedarse en meros deseos, porque si es así, no se obtienen frutos de santidad para la vida eterna.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Cuando el alma se decide a obrar por Dios, no ha de haber ningún estorbo que impida su ejecución; no ha de haber agua que pueda apagar las llamas de la caridad, de manera que no se vea la luz de su fuego en las obras: ni la honra, ni la deshonra, ni el contento, ni el tormento, ni la hacienda, ni la necesidad, ni la muerte, ni la misma vida ha de ser parte para que dejemos de amar a Dios y obrar por Dios. Así hicieron los santos y por eso se ganaron el cielo y ahí se encuentran ahora, adorando al Cordero por toda la eternidad.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 533.

[2] Cfr. ibidem, 534.

[3] Cfr. ibidem, 534.

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