Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en
reparación por la aprobación del abominable crimen del aborto en México. Para mayores
detalles acerca de este horrible hecho, que condena a la muerte a miles de
niños por nacer, consultar el siguiente enlace:
Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Es
muy provechoso, para la salud del alma, hacer con frecuencia actos de
contrición, con verdadero amor de Dios y esto lo debemos hacer principalmente
en ciertas ocasiones: por ejemplo, por la mañana, para que reconciliados con
Dios, el alma se asegure el mérito de gloria eterna en todas las obras del día,
porque las obras del pecador, que fueran muertas sin merecimiento de gloria,
después de la contrición se convertirán en merecedoras de gracia y de gloria[1].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Luego
se pueden hacer actos de contrición por la noche, previniéndose de esta manera
el cristiano contra una muerte repentina, lo cual puede suceder. También se
puede hacer un acto de contrición si se comete un pecado mortal –no lo permita
Dios por su misericordia-, para no permanecer ni por un momento más como
enemigo de Dios y para no cometer más pecados mortales[2].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
También
se pueden hacer actos de contrición antes de comenzar a orar, porque ésta es
una muy buena disposición para comenzar a hablar con Dios Trino. En otras
palabras, no puede, un enemigo de Dios –el
pecador impenitente- ponerse a conversar familiarmente con Dios siendo enemigo
de Dios, sin mostrar deseos de dejar de ser enemigo de Dios para ser su amigo y
para esto es conveniente la contrición[3].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Si
el alma está en peligro de muerte, también debe hacer, con más razón, un acto
de contrición, de manera de asegurarse la eterna salvación; también debe
hacerse en cualquier tentación grave, para que el alma sea fortificada frente a
la tentación. También se debe hacer acto de contrición en todo negocio o asunto
grave o de gran importancia que se haya de emprender y así se debe implorar el
auxilio divino, porque con la contrición nos disponemos para que Dios nos
asista y enderece y escuche nuestras peticiones.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Por
último, se debe hacer acto de contrición al acercarse uno a los Sacramentos,
puesto que es una admirable disposición para recibirlos con más provecho. Y algunas
veces es necesario en este caso hacer acto de contrición, si uno no está
confesado, porque si no es el Bautismo y el Sacramento de la Penitencia, todos
los demás se han de recibir en gracia, principalmente la Eucaristía, que es la
Gracia Increada en Sí misma. Así, antes de confirmarse o de casarse o recibir
el orden sagrado, debe uno que está en pecado confesarse primero o tener acto
de verdadera contrición. De modo especial, la contrición es muy conveniente
para el Sacramento de la Penitencia, si bien bastará la atrición, que es un
dolor de los pecados imperfecto, porque más se teme al Infierno que se ama a
Dios por ser Quien Es, Amor infinito y eterno[4].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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