Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la burla satánica contra
Nuestro Señor Jesucristo, bajo la advocación del Sagrado Corazón, cometida en
México. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el
siguiente enlace:
Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Para
poder apreciar el valor inestimable de la contrición perfecta del corazón –por
la cual se concede la gracia santificante que salva el alma de la eterna
condenación-, consideremos lo que afirma un autor acerca de la contrición: “Es
tan eficaz la contrición, que si uno tuviera todos los pecados de Arrio,
Mahoma, Lutero, el Anticristo y juntamente todos los pecados que hicieron
Lucifer, con sus secuaces, con sólo un acto de contrición verdadero se le
perdonaran todos y quedara hermoso como un ángel”[1].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Al
ser tan provechosa la contrición, la devoción más provechosa que podemos tener
es acostumbrarnos a hacer muy a menudo actos de contrición, con verdadero amor
de Dios. Esto se debe hacer, por ejemplo, por la mañana, para que,
reconciliados con Dios, se asegure en toda las obras del día el mérito de la
gloria eterna. Porque las obras del pecador, que fueran muertas sin
merecimiento de gloria, ya después de la contrición las hará merecedoras de
contrición y gloria[2].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Otra
cosa que se debe hacer, para sacar provecho a la contrición, es hacer un acto
de contrición por la noche –acompañando a este acto la devoción de las Tres
Avemarías antes de dormir, más el uso del agua bendita, rociándola sobre la
propia cama-, para así estar prevenidos contra una muerte repentina, lo cual
puede suceder, ya que “nadie sabe ni del día ni la hora” en que habremos de
comparecer ante el Terrible Juez, lo cual sucederá no sólo en el Día del Juicio
Final, sino también en el Juicio Particular, es decir, en el momento de nuestra
muerte personal y para este momento es que debemos estar en estado de gracia
santificante y para ello es la contrición.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Lo
tercero que se debe hacer es que, si por desgracia se comete un pecado mortal –debemos
pedir la gracia de morir, literalmente, a la vida terrena, antes de cometer un
pecado mortal o venial deliberado-, es realizar un acto de contrición, para no
permanecer ni por un segundo más en estado de pecado mortal, es decir, como
enemigo de Dios y también para no continuar cometiendo pecados mortales. Lo
cuarto que debemos hacer es empezar a orar, porque ésta es una muy buena
disposición para comenzar a hablar con Dios. Es decir, no se puede hablar o
conversar familiarmente con Dios, siendo un enemigo suyo, sino que se debe
hacerlo siendo su amigo, estando en estado de gracia y hay que saber que las
alabanzas divinas no están decentemente en la boca de un enemigo de Dios[3].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Lo
quinto que se debe hacer es que, estando en peligro de muerte, realizar un acto
de contrición, para así asegurar la salvación; lo sexto, realizar el acto de
contrición ante cualquier grave tentación, para fortificarse el alma con la
contrición. Lo séptimo, en todo negocio grave y arduo que se emprenda, o de
cualquier modo se haya de implorar el socorro divino, porque con la contrición
nos disponemos para que Dios nos asista y enderece y oiga nuestras peticiones. Por
último, lo octavo es cuando uno se acerca a los Sacramentos, porque es una
disposición admirable para recibirlos con más provecho. Y en algunos casos es
necesario hacer un acto de contrición o mejor aún, acercarse al Sacramento de
la Penitencia, para el cual es convenientísima la contrición[4].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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