viernes, 6 de agosto de 2021

Hora Santa en reparación por robo sacrílego del Santísimo Sacramento en Cuernavaca Méjico 040821

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego del Santísimo Sacramento del altar, ocurrido en la localidad de Cuernavaca, en Méjico. Para mayores detalles acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/blogs/sursum-corda/perdonales-porque-no-saben-lo-que-hacen-obispo-de-cuernavaca-lamenta-profanacion-de-templos/

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Con respecto a la eterna salvación de los cristianos, afirma un autor que no son pocos, porque la eficacia de los Sacramentos de Cristo es grande. Dice así: “De los cristianos no es poca parte los que se salvan, porque es grande la eficacia de los Sacramentos de Cristo. Y si San Juan Crisóstomo dijo que en una ciudad tan populosa como Antioquía apenas se salvarían cien, sería porque no era sólo de cristianos sino porque también había en ella muchos gentiles idólatras”[1]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre tengamos un gran aprecio por los Sacramentos del Señor, que nos conceden su gracia santificante!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Por otra parte, continúa este mismo autor, “si ha habido días en que se han condenado millares, también ha habido días en que se han salvado millares”[2]. Además, hay un motivo que mueve más a la Misericordia Divina a perdonar y salvar a los pecadores arrepentidos, que a la Justicia Divina a castigarlos y es la Sangre Preciosísima del Redentor, derramada en el Calvario y cada vez en el cáliz de la Santa Misa. Es esta Sangre Preciosísima la que lleva a que en nuestro peregrinar terreno, predomine la Misericordia Divina por encima de la Justicia Divina.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         La muerte en cruz de Nuestro Señor Jesucristo no fue para que Dios fuese riguroso, sino misericordioso; no hay, en la Divina Justicia, los tesoros que tiene la Divina Misericordia y esos tesoros son la Sangre Preciosísima del Cordero de Dios, derramada en su Santa Pasión[3]. Nuestro Señor no sufrió la Pasión para que Dios fuese severo, sino piadoso; a la Justicia nadie le  habla al oído, nadie la aviva, pero a la Misericordia Divina da voces y clama el Hijo de Dios en Persona, desde su Trono Bendito, la Santa Cruz y así aviva y despierta a la Misericordia de Dios.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

La Justicia Divina sólo tiene de su parte el aborrecimiento que Dios tiene de los pecados, pero este mismo aborrecimiento le tiene la Misericordia de la suya, pues por el mismo caso que Dios no puede ver el pecado, le hemos de pedir nos le perdone[4]. Más aborrece Dios a los pecados, que el hombre les puede aborrecer y tanto es así, que Dios quiere ver destruidos y desechados los pecados de los hombres. Si la Justicia arroja a uno al Infierno, no destruye al pecado, puesto que queda eternamente, pero con perdonar la Misericordia al pecador, destruye al pecado para siempre.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Para alcanzar la gracia santificante, es necesaria la esperanza en Dios Uno y Trino, para así compensar lo que causa el temor de la severidad de la Justicia Divina. Hay que tener en cuenta que “todo es don y gracia de Dios”, porque la obra de la justificación es tan ardua y sobrenatural, que no hay fuerza en la naturaleza humana ni angélica, que puedan alcanzarla por sí misma[5]. Entonces, por el hecho de que para perdonarnos y justificarnos, es que Dios Padre ha enviado a su Hijo Dios a morir en la cruz, donándonos el Espíritu Santo por medio de su Sangre Preciosísima, es en esto en lo que radica nuestra esperanza de salvación eterna, por el Santo Sacrificio de Cristo en la cruz.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 494.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 494.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 494.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 495.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 496.

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