miércoles, 25 de agosto de 2021

Hora Santa en reparación por el asesinato de dos religiosas en Sudán 150821

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrílego y cruel asesinato a sangre fría de dos religiosas en Sudán, África. Para mayores datos acerca de tan lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-08/dolor-del-papa-por-brutal-asesinato-dos-religiosas-en-sudan-sur.html

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Después de la confianza, otra disposición que se necesita para alcanzar la gracia es lo que se conoce como “contrición del corazón” o “contrición verdadera”[1]. ¿En qué consiste? Consiste en el dolor del corazón –un dolor espiritual, por así decirlo- que sobreviene al pecador cuando, luego del pecado e iluminado por el mismo Dios, toma conciencia de la malicia del pecado y de la Bondad y del Amor Misericordioso, Eterno e Infinito, que es Dios, a quien ha ofendido con el pecado y es tan grande este dolor, de naturaleza filial, que se decide de ahora en adelante a “morir antes que pecar”, como decían los santos.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         En otras palabras, la contrición nace del amor hacia Dios, a quien ahora se ve como lo que Es, un Padre amoroso, un Amigo Fiel, a quien con nuestra malicia hemos ofendido grandemente y como este dolor es como el dolor de un hijo cuando se arrepiente de haber ofendido a sus progenitores, el pecador decide pedir la gracia de morir a la vida terrena antes que volver a ofender a Dios con el pecado, por pequeño que sea[2]. Por la contrición, el dolor, que nace del amor a Dios, atraviesa de pena el corazón del pecador, por haber sido tan malo, ante un Dios que es infinita Bondad, Dulzura y Amor, al tiempo que toma la decisión de no volver a pecar y de amar a Dios por ser quien Es, Dios de infinito amor.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         A la disposición llamada “contrición del corazón”, le sigue la gracia, de manera que en el momento mismo en el que el pecador tiene la contrición del corazón por sus pecados, ahí recibe la gracia. Cuando la contrición es perfecta, verdadera, se le perdonan los pecados y se le comunica la gracia, con lo cual el pecador deja de ser hijo del demonio para pasar a ser hijo de Dios. Es lo que sucedió por ejemplo con David, quien en el momento en el que con verdadera contrición reconoció haber pecado, en ese momento le respondió el profeta Natán que Dios le había perdonado su pecado (2 Re 12, 13)[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         La contrición es algo admirable; es una obra excelente de la divinidad en nuestra voluntad y en sus fuerzas, a las cuales aumenta con la misma fuerza divina, a la que se le suma la caridad, es decir, el amor sobrenatural a Dios y al prójimo y regresa al alma a la vida de la gracia, convirtiéndola y entregándola a Dios, haciéndola heredera del Reino de los cielos. La contrición es obra maravillosa de Dios Trino porque hace que el alma, ennegrecida por el pecado, quede resplandeciente con la blancura de la gracia[4].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Por la contrición, el alma se convierte, de imagen deforme similar al demonio, en algo más resplandeciente que el sol, más hermosa que los cielos, más preciosa que el oro y lo que es aún más sorprendente y maravilloso, es que el alma, de muerta que estaba a la vida de la gracia por causa del pecado, vuelve a la vida de los hijos de Dios. Esta obra maravillosa la lleva a cabo la contrición, no en el cuerpo, sino el alma, siendo un prodigio más grande que el de dar la vida a un cuerpo muerto, porque por la contrición perfecta, el alma vuelve a la vida de la gracia[5].

           Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 498.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 499.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 499.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 500.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 500.

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