jueves, 10 de diciembre de 2020

Hora Santa en reparación por Pesebre vandalizado en Navarra, España 101220

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el acto vandálico sufrido por un Pesebre en Navarra, España. Para mayores datos acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/groups/578033243024479/permalink/871073033720497

  Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Despreciar la gracia y elegir en cambio el pecado, es algo irracional, puesto que el pecado atenta contra la naturaleza humana y contra toda naturaleza creada y así atenta también contra Dios, quien es el Creador de toda naturaleza y quien la sostiene en el ser con su omnipotencia[1]. Por ser algo tan bajo y malo, el pecado rebaja al hombre pecador a la nada y, todavía más, a “nada mas pecado”, como lo afirman los santos.

Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Pero el pecado hace todavía algo peor en el hombre: lo coloca en el mismo orden o plano que el demonio: así como la gracia no sólo ensalza al hombre sobre todo ser de la naturaleza, sublimándolo sobre todas las creaturas, concediéndole además un ser divino y colocándolo en un orden con Dios, así el pecado no sólo abate y envilece al pecador por debajo de las creaturas, sino que lo pone en un orden con el demonio y le da un ser diabólico[2]. Tal es la bajeza y vileza del pecado, por lo cual lo debemos evitar a toda costa, aun a costa de la vida terrena.

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Por esta razón dijo Nuestro Señor a los discípulos, entre los cuales estaba Judas Iscariote, el traidor: “Uno de vosotros es el diablo” (Jn 6), porque por su pecado se hizo igual al demonio, que es “Padre de la mentira” y “Homicida desde el principio”. Así, San Juan Crisóstomo dice que el pecado hace al hombre como demonio, no en substancia, sino en voluntad[3]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nos alejemos del pecado como de la peste!

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Para San Juan Crisóstomo, el pecador es un “demonio voluntario” y así como por la gracia entra el Espíritu bueno en el alma, así por el pecado entra el demonio en ella[4]. A esto se refiere el Evangelio cuando narra que Jesús expulsó de la mujer pecadora “siete demonios”, porque aunque no los tenía en el cuerpo, los tenía en el alma, donde por sus pecados habían tomado posesión. Lo mismo hace el pecado con todo pecador, hasta que éste se arrepiente y acude al Sacramento de la Penitencia.

Silencio para meditar.  

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El que está en gracia es habitación y morada de Dios Trino, pues vienen a él las Tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad; de la misma manera, vienen al pecador y moran en él los demonios y le hacen compañía, como lo declaró el Salvador del mundo cuando dijo que el demonio volvió al hombre pecador a entrarse en él como en su casa propia, con otros siete malos espíritus y entrando, habitaron allí (cfr. Mt 12)[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que amemos la gracia, para que more en nuestras almas la Santísima Trinidad y así nuestros corazones sean otros tantos altares de Jesús Eucaristía!

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 432.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 432.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 433.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 433.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 433.

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