miércoles, 2 de diciembre de 2020

Hora Santa en reparación por el asesinato masivo de cristianos por islamistas en Nigeria 021220

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación por el ataque criminal y asesino a cristianos por parte de islamistas en Nigeria. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-12/nigeria-masacre-papa-francisco-dios-convierta-terroristas.html?fbclid=IwAR2mQCpvnvTPgNR5Q5pw4vTP9rz7pgnbuhDblzPrwyqS2y0mI7SKXK9gZ0U

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Con la gracia nos vienen dos bienaventuranzas, una de esta vida temporal y otra de la eterna en el cielo, por este motivo es que, por la gracia, debemos despreciar todo lo que el mundo miserable tiene por bien, ya que lo que el mundo llama “bien”, no es sino un gran mal. Es debido a esto que los hombres, andando detrás de bienaventuranzas que no lo son, se convierten en malaventurados, ocupándose en adquirir bienes que son perecederos y falsos y así perecen junto con ellos[1].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Si el hombre no está en gracia, está en pecado y el pecado lo que hace al hombre es abatirlo por debajo de la naturaleza, convirtiéndolo en “nada más pecado”. En otras palabras, si por la gracia obtenemos las dos bienaventuranzas, la de esta vida y la de la vida eterna, no es menos cierto que, cuando nos vemos privados de ella, su privación es para nosotros, los hombres, la suma de las desdichas y desgracias del mundo[2]. ¿Vamos a perder dos bienaventuranzas, por unos bienes que son efímeros y perecederos?

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Porque la gracia es el sumo bien, es que se la debe buscar, ya que sin este bien, todo bien terreno que tengamos, es sumo mal: sin la gracia no puede ir bien a nadie y no puede dejar a todos de ir mal. Hay que buscar la gracia si queremos el bien –el Verdadero Bien, que es Dios- y por fuerza debemos tenerla si es que aborrecemos el mal[3]. No hay bien que sea bueno y verdadero, sino está de por medio la gracia y sin la gracia, hasta el bien más preciado en la tierra, se vuelve un mal.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Estar en gracia es para el alma la suma dignidad, así como perderla por el pecado, es la suma desgracia y maldad, la suma ignominia y desventura. Acudamos a las excelencias y grandezas de la gracia santificante y comparémoslas con las condiciones del pecado y hallaremos que todo lo que en la gracia hay de bueno y de grande, del mismo modo hay en el pecado lo vil y abatido; si en la gracia está todo lo bueno, en el pecado está todo lo malo. Con estas consideraciones crece la estima de la gracia, puesta a la vista de la ignominia del pecado, porque el color blanco nunca sobresale más que cuando se compara con el negro. Esto sirve para aborrecer al pecado mortal, cuanto para desear la gracia de Dios[4].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

La gracia es un ser sobrenatural y perfecto, divino y sobrenatural, que eleva al hombre por encima de toda la naturaleza. El pecado es todo lo contrario, porque es algo tan vil y bajo, que abate al hombre por debajo incluso de la naturaleza, convirtiéndolo a su portador en peor que nada. Por el pecado, el hombre se hace peor y más vil que las mismas bestias, hundiendo su naturaleza racional y capaz de Dios en un abismo de miseria, de afrenta y de maldad[5]. En nuestra libertad está el ser “nada más pecado”, o bien ser una imagen de Dios Trino por la gracia: elijamos la gracia, y tendremos una doble bienaventuranza, aquí en la tierra y por la eternidad en los cielos.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

 



[1] 426.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 426.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 427.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 428.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 428.

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