Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque terrorista, perpetrado esta vez contra un sacerdote ortodoxo griego. Para mayores datos acerca de esta agresión terrorista, consultar el siguiente enlace:
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.
Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer
Misterio (a elección).
Meditación.
Cuando
se comparan las naturalezas angélicas y humanas, se comprende la diferencia que
hay entre ambas: los ángeles son seres espirituales puros, sin corporeidad
material; son sumamente inteligentes, pueden movilizarse de un lugar a otro con
el solo pensarlo, etc. Por esta razón, si el hombre se enfrenta al Ángel caído,
Satanás, no tiene ninguna oportunidad de vencer, porque el Demonio lo supera
tanto como un hombre supera a una hormiga. De ahí la necesidad imperiosa de
acudir a Dios Trino, porque sólo Él puede defendernos del mal personificado, el
Demonio.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
En
la desigual batalla entre el Demonio y el hombre, el hombre no está solo:
puesto que el hombre es la creatura predilecta de la Trinidad, ya que fue
creado a imagen y semejanza de Dios Trino, es el mismo Dios Trino quien acude
en auxilio del hombre, para que el hombre no salga derrotado en su lucha contra
el Demonio. Esta ayuda divina al hombre se da de diferentes formas: por
ejemplo, Dios Trino asigna a cada ser humano un Ángel Custodio para que,
precisamente, lo auxilie en su estadía por la tierra, para que pueda salvar su
alma y luego ingresar en el Cielo.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
El
Ángel de la Guarda o Ángel Custodio es, entonces, una de las formas en las que
la Santísima Trinidad auxilia al hombre en su lucha contra el espíritu del mal,
el Padre de la mentira, Satanás. Sin embargo, hay otra forma mediante la cual
Dios Trino auxilia al hombre y es a través de la Madre de Dios, ya que Dios la
hizo partícipe de su omnipotencia, ya que la Virgen fue creada Inmaculada y
Llena de gracia, no solo para ser la Madre de Dios, sino para “aplastar la
cabeza de la serpiente” (cfr. Gn 3, 15), tal como lo dice la Sagrada Escritura.
La Virgen es “la Mujer revestida de sol” (Ap 12, 1) que describe el
Apocalipsis y es la que, con el poder divino, aplasta la cabeza del Dragón
infernal, la Serpiente Antigua, Satanás.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
La
Santísima Virgen, creada Inmaculada y Llena de gracia para ser la Madre de Dios
Hijo encarnado, fue también destinada, por la Trinidad, para aplastar, literalmente
hablando, la cabeza de la Serpiente Antigua, el Demonio, Satanás: por esta razón,
los católicos debemos acudir a Nuestra Madre del Cielo, para que sea Ella la
que, protegiéndonos con su Manto virginal, nos libre de las acechanzas del Demonio.
Así como un niño pequeño, cuando percibe un peligro, acude inmediatamente a
refugiarse en los brazos de su madre, así debemos acudir nosotros, ante el ataque
del Ángel caído, a la Virgen, destinada por la Trinidad para protegernos de este
maligno y perverso ángel.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Si
la Virgen es “la Mujer revestida de sol”, que “aplasta la cabeza de la
serpiente”, debemos acudir a Ella para que la Virgen venga en nuestro auxilio.
¿Cómo hacerlo? Hay muchas maneras de acudir a la Virgen, pero hay un modo
especial, que es incluso el que más le agrada a la Virgen, y es el rezo del
Santo Rosario. Así lo dice la Virgen en persona, en uno de sus mensajes al
Padre Gobbi: “Hijos míos, en la batalla en que cada día estáis empeñados contra
Satanás, y sus insidiosas y peligrosas seducciones contra el poderoso ejército
del Mal, además del auxilio especial que os prestan los Ángeles del Señor,
tenéis necesidad de usar un arma segura e invencible. Esta arma es vuestra
oración. Con la oración podéis siempre arrebatar al enemigo el terreno que os
ha conquistado; podéis hacer brotar renuevos del bien en el desierto del mal y
del pecado: sobre todo, podéis rescatar un número inmenso de almas, que Satanás
ha logrado hacer sus prisioneras. La oración tiene una fuerza poderosa y
suscita en el bien, reacciones en cadena más potentes que las mismas reacciones
atómicas. La oración que Yo amo con predilección es la del Santo Rosario. Por
esto, en mis numerosas apariciones, os invito siempre a recitarlo, me uno a los
que lo rezan, se lo pido a todos con ansia y preocupación materna. ¿Por qué el
Santo Rosario es tan eficaz? Porque es una oración sencilla, humilde y os formo
espiritualmente en la pequeñez, en la mansedumbre, en la simplicidad del
corazón”[1]. Recemos el Santo Rosario
todos los días, para que Nuestra Madre del cielo nos proteja continuamente.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
[1] Mensaje de la Virgen dado
al Padre Gobbi en Fort Lauderale, Florida, EE. UU., 7 de Octubre de 1983, día
de Nuestra Señora del Rosario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario