lunes, 2 de noviembre de 2020

Hora Santa en reparación por ataque terrorista contra un sacerdote ortodoxo en Francia 311020

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque terrorista, perpetrado esta vez contra un sacerdote ortodoxo griego. Para mayores datos acerca de esta agresión terrorista, consultar el siguiente enlace:

https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/en-lyon-hieren-bala-sacerdote-ortodoxo-griego-nid2495738?fbclid=IwAR3xKsod24_1X1_Cu-VNv5Oh3soZ1rq5-xhphF-zJBfTvpewX7LcRemXhgQ

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Cuando se comparan las naturalezas angélicas y humanas, se comprende la diferencia que hay entre ambas: los ángeles son seres espirituales puros, sin corporeidad material; son sumamente inteligentes, pueden movilizarse de un lugar a otro con el solo pensarlo, etc. Por esta razón, si el hombre se enfrenta al Ángel caído, Satanás, no tiene ninguna oportunidad de vencer, porque el Demonio lo supera tanto como un hombre supera a una hormiga. De ahí la necesidad imperiosa de acudir a Dios Trino, porque sólo Él puede defendernos del mal personificado, el Demonio.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En la desigual batalla entre el Demonio y el hombre, el hombre no está solo: puesto que el hombre es la creatura predilecta de la Trinidad, ya que fue creado a imagen y semejanza de Dios Trino, es el mismo Dios Trino quien acude en auxilio del hombre, para que el hombre no salga derrotado en su lucha contra el Demonio. Esta ayuda divina al hombre se da de diferentes formas: por ejemplo, Dios Trino asigna a cada ser humano un Ángel Custodio para que, precisamente, lo auxilie en su estadía por la tierra, para que pueda salvar su alma y luego ingresar en el Cielo.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El Ángel de la Guarda o Ángel Custodio es, entonces, una de las formas en las que la Santísima Trinidad auxilia al hombre en su lucha contra el espíritu del mal, el Padre de la mentira, Satanás. Sin embargo, hay otra forma mediante la cual Dios Trino auxilia al hombre y es a través de la Madre de Dios, ya que Dios la hizo partícipe de su omnipotencia, ya que la Virgen fue creada Inmaculada y Llena de gracia, no solo para ser la Madre de Dios, sino para “aplastar la cabeza de la serpiente” (cfr. Gn 3, 15), tal como lo dice la Sagrada Escritura. La Virgen es “la Mujer revestida de sol” (Ap 12, 1) que describe el Apocalipsis y es la que, con el poder divino, aplasta la cabeza del Dragón infernal, la Serpiente Antigua, Satanás.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

La Santísima Virgen, creada Inmaculada y Llena de gracia para ser la Madre de Dios Hijo encarnado, fue también destinada, por la Trinidad, para aplastar, literalmente hablando, la cabeza de la Serpiente Antigua, el Demonio, Satanás: por esta razón, los católicos debemos acudir a Nuestra Madre del Cielo, para que sea Ella la que, protegiéndonos con su Manto virginal, nos libre de las acechanzas del Demonio. Así como un niño pequeño, cuando percibe un peligro, acude inmediatamente a refugiarse en los brazos de su madre, así debemos acudir nosotros, ante el ataque del Ángel caído, a la Virgen, destinada por la Trinidad para protegernos de este maligno y perverso ángel.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Si la Virgen es “la Mujer revestida de sol”, que “aplasta la cabeza de la serpiente”, debemos acudir a Ella para que la Virgen venga en nuestro auxilio. ¿Cómo hacerlo? Hay muchas maneras de acudir a la Virgen, pero hay un modo especial, que es incluso el que más le agrada a la Virgen, y es el rezo del Santo Rosario. Así lo dice la Virgen en persona, en uno de sus mensajes al Padre Gobbi: “Hijos míos, en la batalla en que cada día estáis empeñados contra Satanás, y sus insidiosas y peligrosas seducciones contra el poderoso ejército del Mal, además del auxilio especial que os prestan los Ángeles del Señor, tenéis necesidad de usar un arma segura e invencible. Esta arma es vuestra oración. Con la oración podéis siempre arrebatar al enemigo el terreno que os ha conquistado; podéis hacer brotar renuevos del bien en el desierto del mal y del pecado: sobre todo, podéis rescatar un número inmenso de almas, que Satanás ha logrado hacer sus prisioneras. La oración tiene una fuerza poderosa y suscita en el bien, reacciones en cadena más potentes que las mismas reacciones atómicas. La oración que Yo amo con predilección es la del Santo Rosario. Por esto, en mis numerosas apariciones, os invito siempre a recitarlo, me uno a los que lo rezan, se lo pido a todos con ansia y preocupación materna. ¿Por qué el Santo Rosario es tan eficaz? Porque es una oración sencilla, humilde y os formo espiritualmente en la pequeñez, en la mansedumbre, en la simplicidad del corazón”[1]. Recemos el Santo Rosario todos los días, para que Nuestra Madre del cielo nos proteja continuamente.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

 

 



[1] Mensaje de la Virgen dado al Padre Gobbi en Fort Lauderale, Florida, EE. UU., 7 de Octubre de 1983, día de Nuestra Señora del Rosario.

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