Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque terrorista musulmán –en el que murieron tres católicos-, perpetrado durante el desarrollo de la Santa Misa en Niza, Francia. Para mayores detalles acerca de este sacrílego hecho, consultar el siguiente enlace:
https://www.the-sun.com/news/1707616/france-terrorist-mother-church-beheaded-italy-expulsion/
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.
Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer
Misterio (a elección).
Meditación.
Hay muchos que se desviven por conseguir bienes temporales,
los cuales son necesarios, sí, para la vida de todos los días, pero lo que no
es lícito es tratar de obtenerlos fuera de Dios y su Providencia. Tratar de
conseguir bienes materiales fuera de la Providencia Divina es contrario a las
palabras de Nuestro Señor Jesucristo: “Trabajad por el Reino y todo lo demás se
os dará por añadidura” (cfr. Jn 6,
27). Primero debemos ocuparnos de las cosas del Cielo y luego, Dios nos dará
los bienes terrenos que nos hagan falta.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Afirma un autor que “con la gracia santificante –la gracia
que Cristo Dios nos consiguió al precio de su Sangre Preciosísima derramada en
el Santo Sacrificio del altar- se dan también los bienes temporales”[1]. En
efecto, dice este autor que, después de haber considerado la inmensidad de
bienes espirituales que trae la gracia santificante, es necesario considerar
también los “bienes temporales”[2]
que con la gracia se nos dan. Estos bienes temporales vienen “con las cosas del
Cielo” y por eso “nada más se puede desear”.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
El hombre, herido por el pecado original, se ve afectado por
la codicia y la avaricia y sin embargo, por más que se esfuerce, “nunca puede la
codicia humana poseer todo lo que quiso”; sin embargo, la gracia da todo lo que
se puede y se debe querer, pues da todo lo que es menester, aun de bienes
temporales, para conseguir los eternos. Al que no le falta la gracia, no le
falta nada y todo lo tiene quien tiene la gracia. Por el contrario, el que no
tiene la gracia, aun cuando tenga todo el oro del mundo, es una pobre alma
desdichada, según Nuestro Señor Jesucristo: “Te crees rico, pero eres pobre” (Ap 3, 17).
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Nuestro Señor Jesucristo nos lo dice, con todo Amor: “Buscad
primero el Reino de Dios y su justicia y se os darán por añadidura todas estas
cosas” (Lc 12). Entonces, busquemos
primero la gracia, aseguremos primero el Reino de los cielos, anhelemos primero
la santidad y la justicia del alma, negociemos primero la vida eterna y todas
las demás cosas necesarias para la vida temporal se nos darán en medida más que
suficiente. Sólo con buscar la gracia, se nos da todo bien; con sólo buscar una
cosa, la gracia santificante, obtenemos todo bien espiritual y todo bien
material[3]. Si
el alma desea el Reino de Dios, se le da más que todos los reinos del mundo; si
el alma sólo busca la gracia, se le da todo bien temporal al hombre y todo
esto, con tal de que seamos de Jesucristo.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
El Apóstol escribió así: “Todas las cosas son nuestras, ora
sea Paulo ora sea Apolo ora sea Cefas, ora sea el mundo, ora sea la vida, ora
sea la muerte, ora sean las cosas presentes, ora sean las cosas futuras, porque
todas las cosas nuestras son, pero nosotros somos de Cristo” (1 Cor 3). Quien está en gracia, no puede
considerarse pobre, porque todas las cosas son suyas: todos los santos del
Cielo son suyos, porque por él interceden[4]. Por
esta razón, quien tiene la gracia lo tiene todo; quien no tiene la gracia, no
tiene nada, aun cuando sea suyo todo el oro del mundo.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.
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