viernes, 6 de noviembre de 2020

Hora Santa en reparación por ataque de pseudomapuches a iglesia en Argentina 061120

 


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el violento y sacrílego ataque sufrido por una iglesia en El Bolsón, Argentina, por parte de elementos mapuches o pseudomapuches. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.clarin.com/sociedad/mapuches-tomaron-iglesia-bolson-mantienen-retenido-cura_0_usB7f_Snv.html?fbclid=IwAR2R-TgOkzN_zh223qPlcaczVqFdAM2A3zcf9rVCZD7UrfMhqw8N5-PQij8

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Quien está en gracia, lo tiene todo, porque lo tiene a Cristo. Así lo afirman las Escrituras: “Todas las cosas son vuestras, ora sea Paulo ora sea Apolo ora sea Cefas, ora sea el mundo, ora sea la vida, ora sea la muerte, ora sean las cosas presentes, ora sean las futuras, porque todas las cosas vuestras son, pero nosotros somos de Cristo” (1 Cor 3). Quien está en gracia, no se puede llamar pobre, porque todas las cosas son suyas; todos los santos del cielo son suyos, porque todo es de Cristo y quien tiene la gracia, tiene a Cristo[1].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Por el contrario, quien no está en gracia, nada tiene que sea suyo: no lo tendrá, porque se enajenó de Él y se entregó a Lucifer. No serán suyos los santos, porque no le aprovecharon sus ejemplos; las creaturas no serán suyas, pues no se crearon para ser mal usadas; la vida no es suya, pues la tiene perdida y con ella no se aprovecha, ni lo podría hacer, mientras estuviera en ese estado. Tampoco la muerte será suya, porque morirá para el demonio y no para Dios. Por esto, no hay mayor pobreza que la de aquel que carece de gracia, porque ni a sí mismo se tiene, pues es esclavo del diablo y no teniéndose a sí, nada puede tener[2].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Afirma un autor: “Busca tú el Reino de Dios, que es la gracia y su justicia y con ella tendrás todas las cosas, porque Dios te las dará: “Muy justa promesa por cierto –dice Buenaventura-, porque quien busca el Reino de Dios y su justicia, es siervo de Dios y amigo de Dios e hijo de Dios. Y fuera cosa grandemente perversa imaginar que Dios había de faltar a su siervo y amigo e hijo, sin proveer de las cosas necesarias, porque ese tal posee a Dios y es poseído de Dios y por consiguiente tiene lo que tiene Dios”[3]. Y al revés, también es cierto: quien no tiene a Dios y su gracia, no tiene nada, aunque lo tenga todo materialmente hablando.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Si alguien quiere saber de qué manera cuida Dios a los que están en gracia, que escuche lo que dice el Profeta Isaías: “Por ventura, ¿se podrá olvidar la mujer de su niño, para que no se compadezca del hijo de sus entrañas? Y si ella se olvidare, Yo no me olvidaré de ti; mira que en mis manos te tengo escrito y siempre tengo tus muros delante de mis ojos” (49, 15). Es decir, la madre se podrá olvidar del hijo que tiene en sus brazos, pero no se olvida Dios de aquel que está en gracia.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Así como una madre no puede dejar de dar su sangre al que lleva en sus entrañas, así Dios no puede dejar de proveer, con su Amor, al que está en gracia, es decir, al que está en sus manos y esto es así, porque para Dios es como si le fuera la vida en ello[4]. Por eso, si una madre alimenta a su hijo con su sangre y su substancia, así Dios alimenta a sus hijos con la Sangre del Cordero y con la substancia divina, por medio de la Sagrada Eucaristía.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

 



[1] 407.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 408.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 408.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 409.

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