martes, 22 de septiembre de 2020

Hora Santa en reparación por asesinato de sacerdote en Italia 150920


 

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el cruel asesinato de un sacerdote, el Padre Roberto Malgesini, a manos de un inmigrante ilegal. Para mayores datos acerca de este luctuoso suceso, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/ultimoesorcista/posts/1097755283976761

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Después del pecado original, ¿puede el ser humano, aun con toda su buena voluntad, permanecer en gracia durante mucho tiempo? Esta pregunta la formularon los teólogos y la respondió Santo Tomás de Aquino, afirmando que no podía el hombre permanecer en estado de gracia santificante más allá de un año. Es decir, aun con toda la buena voluntad, pasado ese tiempo, el hombre cae, indefectiblemente, en el pecado mortal.

 Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Afirma un autor, siguiendo a Santo Tomás, que “sin la gracia habitual no puede el hombre durar mucho tiempo sin cometer pecado mortal”[1]. Es por este hecho, real y que entraña un gravísimo peligro para la salud del alma y para el destino eterno del alma –si el alma muere en pecado mortal, se condena en el Infierno-, que la Iglesia recomienda la Confesión sacramental por lo menos una vez al año, para Pascuas de Resurrección.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Visto desde otro punto de vista, uno de los grandes beneficios de la gracia es que nos hace capaces y nos dispone para durar toda la vida sin pecado mortal: esto sucede si, cumpliendo con lo que prescribe la Iglesia, nos confesamos por lo menos una vez al año, mientras que el resto del año procuramos vivir cumpliendo la Ley de Dios y manteniendo el alma en estado de gracia, apartándonos tanto del pecado como de las ocasiones de pecar[2].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Con respecto a la gracia y a su relación con el pecado, dice Santo Tomás de Aquino: “En el estado de naturaleza corrupta, tiene el hombre necesidad de la gracia habitual, que sane a la naturaleza, para que totalmente se abstenga de pecar”[3]. En otras palabras, como consecuencia de estar nuestra naturaleza humana mortalmente herida por el pecado original, sin el auxilio de la gracia habitual, no podemos mantenernos en estado de gracia e indefectiblemente caemos en el pecado, de ahí la necesidad imperiosa de la ascesis, de la penitencia, del ayuno, de la oración, de las buenas obras y, sobre todo, del Sacramento de la Penitencia.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Siguiendo con las enseñanzas de Santo Tomás acerca de la necesidad imperiosa de la gracia, enseña el Doctor Angélico que el hombre, en el estado de inocencia, por estar la naturaleza entonces perfectamente sana, podía con el solo auxilio general evitar todos y cada uno de los pecados mortales y veniales, pero en el estado de la naturaleza corrupta, tal como quedó luego del pecado de Adán y Eva, sólo puede, si está en gracia, evitar todos los pecados mortales y cada uno de ellos, pero si le falta la gracia, es imposible que el hombre dure un cierto tiempo –algunos meses, por ejemplo-, sin caer en pecado mortal[4]. Por eso repetimos e insistimos en la enseñanza y el pedido de la Santa Madre Iglesia: si queremos conservar el alma en gracia en esta vida y así entrar en el Reino de los cielos en la vida eterna, acudamos, no solo una vez al año, sino cuantas veces podamos, al Sacramento de la Penitencia.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 379.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 379.

[3] 1, 2, q. 109, art. 8.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 379.

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