Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por el incendio intencional, a manos del Partido Comunista de Nicaragua, del
Cristo de la Catedral de Managua. Para mayor información, consultar el
siguiente enlace:
https://www.elmundo.es/internacional/2020/07/31/5f248c61fc6c83f3758b45e3.html
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto inicial: “Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente”.
Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer
Misterio (a elección).
Meditación.
Cristo es Dios y Él ha venido para “deshacer las obras del
Diablo”, dice la Sagrada Escritura. Es la Sinagoga de Satanás la que se
encuentra detrás de su persecución, falsa acusación e inicuo juicio que lo
condena a muerte. Si la Venida del Señor representa la luz entre las tinieblas,
el juicio injusto y la condena a muerte de Jesús representa el triunfo -aparente-
del reino de las tinieblas por encima del Reino de Dios.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Sobre la humanidad, le dice la Virgen al Padre Gobbi, “ha
descendido la noche” y este descender de la noche constituye “la hora de las
tinieblas, la hora de Satanás; es el momento de su mayor triunfo”. Vivimos, en
pleno siglo XXI, esta hora de las tinieblas, porque la Iglesia es perseguida,
tanto en los países comunistas, como en los países occidentales, por parte de
la masonería y del comunismo. Reparemos por tantas ofensas que ambos enemigos
de la Iglesia cometen contra los Sagrados Corazones de Jesús y María.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Porque Jesús es ofendido, vilipendiado, ultrajado, tanto en
su Cuerpo Místico como en su Cuerpo sacramental, es que se hace necesario, con
necesidad absoluta, la reparación, algo que le agrada a la Virgen, la Madre de
Dios, tal como se lo dice al P. Gobbi: “Cuánto me ha gustado tu oración y tu
sufrimiento para reparar el gran ultraje, la más horrible blasfemia que se haya
dirigido contra mi Hijo. Ni durante su vida pública, ni durante el proceso y su
horrible condena, mi Hijo Jesús ha sido tan vilipendiado. Hasta en presencia
del Sanedrín no se encontraron acusadores; tan limpia y pura había sido toda su
vida. Ahora se atenta contra su pureza, se propaga una blasfemia tan horrible y
satánica que todo el Cielo queda pasmado y atónito”[1].
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
La ideología de género, el aborto y la eutanasia, son solo
algunas de las manifestaciones de la cultura de la muerte, cultura satánica y
blasfema que atenta contra la sacralidad de la vida humana, vida que es sagrada
por el hecho de ser santificada por la gracia de Dios en el bautismo, luego de
ser creada por Él. Por esta cultura de la muerte también debemos reparar,
pidiendo al Cielo que descienda sobre la humanidad en tinieblas la Misericordia
Divina y no la Ira de la Divina Justicia. Le dice así la Virgen al P. Gobbi: “¿Cómo
se ha podido llegar a tanto? ¡Qué tremenda y ya inevitable tormenta está por
desencadenarse sobre la pobre humanidad!”[2].
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Los sacerdotes y los fieles, unidos en y al Corazón
Inmaculado de María Santísima, deben formar, con sus oraciones, ayunos,
sacrificios e impetraciones, “diques a este avance de Satanás”; al Cuerpo Místico
de Jesús le toca ser la barrera que defienda el honor conculcado del Cordero de
Dios. La Iglesia, Esposa del Cordero Inmaculado, juzga y condena al mundo
materialista, ateo, agnóstico y blasfema, que eleva sus aullidos en contra del
Cielo y su santidad. Pero si el mundo está bajo el poder del Maligno y éste
ataca con todas sus fuerzas a la Iglesia, debemos perseverar firmes en la
convicción de la promesa de Jesús: “Las puertas del Infierno no triunfarán sobre
mi Iglesia”[3].
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
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