martes, 19 de mayo de 2020

Hora Santa en reparación por la prédica forzada de la doctrina comunista en la Iglesia Católica en China 140520



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por las directivas del Partido Comunista Chino de enseñar la doctrina comunista en las iglesias católicas chinas. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


En este enlace se afirma que “el Partido Comunista Chino emitió un comunicado en el que se exige a los grupos religiosos -católicos- a que llevaran a cabo actos de promoción del pensamiento comunista”, el cual es radical y substancialmente ateo, anti-cristiano y anti-humano, por lo que la reparación pública se impone.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

Por ser partícipe del Sacerdocio de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, el sacerdote ministerial tiene una altísima y sublime misión, que es la de santificar las almas, para impedir que se condenen en el Infierno eterno y para conducirlas al Cielo. Así, el sacerdote debe llevar a la fe a los incrédulos, debe convertir a los pecadores, debe enfervorizar a los tibios, debe hacer subir más en la santidad a los buenos y debe santificar todavía más a los santos[1]. El sacerdote ministerial sólo puede llevar a cabo esta misión si es “uno” con Jesús, porque sólo, sin Jesús, “no puede hacer nada”.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

San Pío de Pietralcina decía que “el sacerdote o es un santo o es un demonio”. Esto quiere decir que o santifica o convierte al alma en un alma pecadora. Cuando el sacerdote profana su vocación con un comportamiento indigno, despreciando su estado y renegando de él, sin importarle el haber sido llamado y elegido por el Señor (cfr. Jn 15, 16), provoca un daño incalculable en el rebaño de Cristo[2]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, intercede por los sacerdotes de tu Hijo para que sean santos y cada vez más santos!

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En los procesos canónicos figura por escrito que el Santo Cura de Ars vertía abundantísimas lágrimas “pensando en la desgracia de los sacerdotes que no corresponden a la santidad de su vocación”. Y San Pío de Pietralcina ha descrito visiones angustiosas sobre los espantosos y atroces sufrimientos de Jesús a causa de los malos sacerdotes. Por esta razón, debemos orar no sólo por el aumento de las vocaciones sacerdotales, sino por la santificación de quienes ya son sacerdotes.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Se sabe que Santa Teresita hizo su última comunión, antes de su muerte, por esta sublime intención: conseguir que un sacerdote descarriado retornara a su vocación, de la cual había renegado. Se sabe también que este sacerdote murió arrepentido, invocando a Jesús[3]. Imitando a Santa Teresita, hay innumerables almas que se ofrecen como víctimas por los sacerdotes. Son las almas predilectas de Jesús, quienes, unidas a Él, contribuyen a que los sacerdotes que han renegado de su vocación vuelvan a ella, como así también que los sacerdotes buenos se hagan santos y que los santos crezcan cada vez más en la santidad.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

También nosotros podemos imitar a esas almas y rogar nosotros por los sacerdotes, como así también hacer sacrificios por ellos, siempre en unión con el Santo Sacrificio de la Cruz de Jesús. Debemos rogar y hacer sacrificios sobre todo por los que están en mayor peligro de caer o de cometer apostasía, aunque también lo debemos hacer por los que están más adelantados y firmes en el camino de la santidad, pues nadie está seguro en esta vida, mientras no pasamos a la vida eterna[4].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.




[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 140.
[2] Cfr. ibidem, 141.
[3] Cfr. ibidem, 141.
[4] Cfr. ibidem, 141.

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