jueves, 20 de febrero de 2020

Hora Santa pidiendo protección divina frente a amenaza de secta satánica a juez católico y próvida en EE. UU. 200220



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado para pedir la protección divina para un juez católico y pro-vida amenazado por una secta satánica en EE. UU. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          La Adoración Eucarística concede tantas gracias, que no sólo se extienden a esta vida terrena, sino que se prolongan hacia la eternidad. Afirma un autor que “el Señor parece haber premiado de modo singular a algunos santos haciéndolos cumplir incluso después de la muerte algunos actos de Adoración Eucarística[1]. Así, Santa Catalina de Bolonia, después de llevar muerta muchos días, se levantó en adoración ante el altar del Sacramento. El cadáver de San Pascual Bailón abrió dos veces los ojos, durante la Santa Misa del funeral, en la elevación de la Hostia y en la del Cáliz, en señal de adoración a la Eucaristía”.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Otros santos también realizaron actos de Adoración Eucarística incluso después de muertos a la vida terrena: por ejemplo, el beato Mateo de Girgenti, llevado a la iglesia para la Santa Misa funeral, unió las manos en señal de adoración a la Eucaristía; el beato Buenaventura de Potenza, en Ravello, mientras su cuerpo estaba siendo llevado, al pasar ante el altar del Santísimo, hizo una devota inclinación a Jesús en el sagrario[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Es totalmente verdad que “es fuerte el amor como la muerte” (Cant 8, 6) y que “el que coma de este Pan vivirá para siempre” (Jn 6, 58). La Eucaristía es Jesús Amor Divino, la Eucaristía es Jesús Vida Eterna, la Eucaristía es Jesús Dios Verdadero. A su vez, la Adoración Eucarística es amor adorante y celestial que vivifica y hace “ser uno” con Jesús Víctima que “incesamente intercede por nosotros” (Heb 7, 25)[3]. Por esta razón San Maximiliano Kolbe, en sus fundaciones, quería que se construyese primero la Capilla, para poner al Santísimo expuesto en adoración y un día, mientras acompañaba a una persona de visita en la “Ciudad de la Inmaculada”, le dijo indicando con la mano el Santísimo Sacramento: “Toda nuestra vida pende de aquí”.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Es necesario recordarlo: el que adora se hace “uno” con Jesús Hostia en intercede ante Dios Padre por la salvación de los hermanos. Ésta es la caridad suprema hacia todos los hombres: obtener para ellos el Reino de los Cielos. Y sólo en el Cielo veremos cuántas almas han sido rescatadas de ir al Infierno por la Adoración Eucarística reparadora de los santos, sean los conocidos como los desconocidos o anónimos. La Adoración Eucarística es el éxtasis del Amor Divino y es la acción salvífica más poderosa en el apostolado para la salvación de las almas[4].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

No debemos olvidar que en Fátima el Ángel en persona enseñó a los Pastorcitos la hermosísima plegaria eucarística reparadora -que deberíamos aprender también nosotros-: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 115.
[2] Cfr. Manelli, ibidem, 116.
[3] Cfr. Manelli, ibidem, 116.
[4] Cfr. Manelli, ibidem, 116.
[5] Cfr. Manelli, ibidem, 116.

No hay comentarios:

Publicar un comentario