jueves, 31 de octubre de 2019

Hora Santa en reparación por ultraje al Crucifijo en Madrid, España 311019


Xabela Rodríguez (Podemos) roba un crucifijo de colegio mayor del Opus Dei y blasona de ello en las redes sociales
Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación por el robo y posterior ultraje a un Crucifijo: una estudiante universitaria robó un Crucifijo y luego se tomó auto-fotos con el Crucifijo invertido, haciendo burla y mofa del mismo. Es decir, cometió un doble sacrilegio: robo de un objeto sagrado y luego burla de él. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Enseña San Dionisio Areopagita que “el Amor de Dios es un sempiterno círculo que procede del Sumo Bien y con una conversión indeclinable viene a parar y terminarse en el mismo Sumo Bien, porque por ser Dios infinitamente bueno, ama a las creaturas y de modo singular a las racionales justas, con amor de finísima amistad, haciéndolas con este Amor hermosísimas, santas y divinas, por razón de la gracia que les infunde y con eso las hace amabilísimas en su divino acatamiento”[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Es el Amor de Dios el que lo lleva a causar la gracia en la creatura, gracia por la cual se hace el alma objeto y término que mira el Amor de Dios con amistad verdadera, comportándose así como la segunda mitad del círculo, cuya primera mitad proviene siempre de Dios[2]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que respondamos siempre con amor al Amor de Dios que se nos da en la Eucaristía!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         El Amor de Dios en la creatura es como un círculo sempiterno, dice San Dionisio Aeropagita; ahora bien, este círculo comienza siempre en el Sumo Bien que es Dios y se completa con la infusión de la gracia por parte de Dios en la creatura, porque al infundir la gracia en el alma, resulta de ella la caridad, que la acompaña inseparablemente, con la cual la creatura ama a Dios por ser Quien Es, Dios infinitamente bueno, convirtiéndose así a su Creador, apreciándolo y amándolo sobre todo lo hermoso y amable del mundo[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

El círculo del Amor de Dios del que habla San Dionisio Areopagita consta entonces de dos partes: una primera, que parte de Dios; la segunda mitad, se cumple cuando el Amor torna a Él desde las creaturas a partir de la gracia. Entonces, el Amor de Dios procede de Dios por el amor que tiene a las creaturas y torna a Él desde las creaturas, por acción de la gracia y de la caridad que con la gracia se infunde[4]. Así, la misma bondad infinita de Dios, que fue causa que crease y amase a sus creaturas, es la misma causa por la cual las creaturas vuelvan a Él y lo amen fidelísimamente.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Por la gracia entonces se da inicio a la conversión de las creaturas a Dios, porque así como la naturaleza divina, por ser infinitamente buena, es causa de su Amor infinito, así la gracia, por ser participación de la naturaleza divina, lo es de la bondad infinita y por eso ha de ser también principio de un excesivo y sobrenatural Amor de Dios. Y como del Amor de Dios se deduce su bondad y grandeza infinita, así de la grandeza de la caridad se puede deducir la grandeza de la gracia que da tal fruto[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.


[1] De Divin. Nom., cap. 4.
[2] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 266.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 266.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 266.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 267.

No hay comentarios:

Publicar un comentario